Prólogo

87 7 0
                                    

Estaba parado, mirando molesto al atardecer, frunciendo el ceño, con ganas de aventar a la criatura que hace unos momentos había llegado al mundo y suavemente respiraba.Agarro su pequeña pierna y lo levanto de allí, dejando al nacido colgando de cabeza. Su rostro cambió a una de desagrado cuando vio que este hacía suaves sonidos y su cara se enrojecía, parecía que estaba apunto de llorar. Pensaba terminar todo ahí, soltarlo, dejándolo caer de cabeza al piso; sí sobrevivía la caída lo dejaría ahí a su suerte.

Cuando su agarre se estaba haciendo más suave, una voz masculina lo sacó de su trance.

— Папа, mis hermanos y yo tenemos hambre. —

Suspiro frustrado, volvió a soñar despierto.

— Esta bien Rusia, ahora voy, por mientras busca a Bielorrusia y Ucrania para que vayan preparando algo. —

— Está bien папа, voy a buscarlos. —

No había día que no odiara más, por el simple hecho de tener que ver a su hijo mayor, aún con vida.

El día en que sintió sus suaves feromonas, que cada día se hacían más dulces y le golpeaban como un balde de agua fría cada día.

No entendía cómo, ni el porqué. Si en el momento en que nació tenía todo rasgo de ser un alfa dominante como él o Ucrania, incluso un alfa como sus otros hermanos; no un omega, menos uno dominante.

Él vivía su vida llena de enojo, al contrario de su hijo mayor que temía una vida de confusión y dolor.

No sabía porque su padre no lo trataba igual que a sus otros hermanos, no sabía porque cada vez que él lo miraba o cruzaban miradas su cara cambiaba a una de desagrado y decepción, no sabía el porque.

Lo que sea que haya hecho,se iba a disculpar.

Lo que sea que haya dicho, se iba a disculpar.

Lo que sea que haya escuchado,se iba a disculpar.

Lo que sea, con tal de que su padre lo acepte.

En medio de la cena, Rusia se levantó de su asiento estrepitosamente, generando mucho ruido en la habitación, lo que obviamente no le gustó a su padre.

— ¿Que demonios crees que haces Rusia? —

Lo miro amenazante asustando al menor, pero no iba a evitar que eso le impidiera dar su mensaje.

— Папа, ¿por qué? —

— ¿"Por qué" que cosa? —

— ¿Por qué me tratas diferente que a mis hermanos? —

— No es así, ahora deja de hacer tanto escándalo y siéntate a comer —

— ¡No! No hasta que tenga una respuesta del por qué —

Sus hermanos lo miraban asustado, otros le susurraba que se detenga pero no hacían más que aumentar sus ganas de saber la respuesta del porqué el rechazo de su padre hacia su parte desde que nació.

— ¿Acaso soy un error para ti? —

Su voz comenzaba a romperse.

— ¿Soy una razón de la cuál avergonzarse? —

Con cada pregunta, URSS perdía la paciencia, se levantó de su asiento y a paso lento se acercó al niño que se encontraba al otro lado de la larga mesa donde todos estaban sentados, mirando espantados la escena, hasta que llegó al lado del menor y se detuvo esperando pacientemente, con los brazos atrás de la espalda, a que el menor termine de desahogarse.

— ¡¿Por qué razón me odias y te desagrado tanto папа?! —

Finas lágrimas se salían de sus ojos, trató con todas sus fuerzas de no llorar pero el hecho de guardarse todo eso para sí mismo lo lastimaba por dentro, y mucho.

Toda la sala estaba en silencio, que fue roto por una voz grave y fuerte, proveniente de la imponente URSS.

— Porque eres un omega, específicamente un omega dominante y por ser mi hijo primogénito, mi siguiente en la línea, quién tomará mi puesto cuando yo ya no esté aquí haciéndome cargo de todo esto —

Extendió velozmente sus brazos, señalando sus costados.

— Y la imagen que tendrán será de un omega dominante, llorón y débil.

Soltó sus feromonas, esparciendolas por todo el cuarto dando a entender el lugar del pequeño ruso en esa familia, siendo un omega, claro.

Quien quedó petrificado por el fuerte olor de estas, agachándose por instinto.URSS se acercó y le palmeo la cabeza suavemente.

— Pero si quieres, hay una única forma de que no te odie ni me desagrades —

Guardó sus feromonas, y le extendió su mano.

— ¿Cuál es esa forma папа? —

Levanto su cara, mirando con los ojos llorosos.

— Fingiendo ser un alfa, no un beta, un alfa

Los ojos de todos los presentes se abrieron de sorpresa ¿Eso era siquiera posible? ¿Cómo iba a soportar las feromonas de otros alfas sin quedar al descubierto?

Creían que era algo tonto y que su hermano no aceptaría, hasta que lo vieron pararse, tomando firmemente la mano de su padre, la palabra que pronunció hizo eco en toda la habitación quedando grabada en la cabeza de todos y cada uno de ellos.

Acepto.

ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora