tres

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Sujetaba la mano del mayor con fuerza, era la primera vez que iba a un lugar desconocido y sentía tantos aromas a la vez.

Habían muchos que eran fuertes y lo asustaban, a la vez que habían unos cuantos que eran suaves y le transmitían tranquilidad.

Su padre se detuvo frente a la puerta de una casa vieja; la pintura se estaba saliendo, tenían grafitis por todos lados, las ventanas del segundo piso estaban rotas, la vegetación del jardín se estaba descontrolando, el lugar no le daba seguridad para nada.

— ¿Este es el lugar del que me hablabas папа? —

Miraba intranquilo la reja que los mantenía alejado de esa casa.

— Да —

La URSS sujeto la mano del ruso con fuerza, como si supiera que este no quisiera entrar, y lo jalo con fuerza para que caminara.

Abrió la reja con su mano libre y se abrió paso entre los arbustos que estaban creciendo sin restricción alguna.

Al llegar a la puerta, toco tres veces fuertemente. Hubo silencio por un rato, hasta que alguien con una capucha les abrió la puerta. Realmente no se podía ver nada de su cara, ya que lo que no tenía vendas, era tapado por la sombra.

— ¿Qué quieren? —

Dijo con un tono algo hostil.

— Vengo a buscar algo, por el asunto del que te hable. —

Silencio de nuevo.

— ¿Ese es el mocoso? —

Señalo al pequeño ruso con sus manos cubiertas por guantes blancos.

— Correcto. —

El desconocido suspiro, cerró la puerta un momento para quitarle el seguro y la volvió a abrir a la par que hacía un gesto indicándoles que podían pasar.

— Tenemos mucho por hacer. —

Ambos entraron con desconfianza, la casa por dentro parecía hecha ruinas, no sabían cómo seguía en pie.

— Vengan por aquí, no se vayan a perder, este lugar es muy confuso. —

— ¿Alguien se perdió? —

— Nah, solo perdí mi desayuno, no recuerdo en cual habitación lo dejé. Pero aún así no es seguro caminar por aquí sin un guía. —

— Para estar a punto de morirte no estás tan mal, después de todo no puedes dejar de decir tonterías ¿no? —

— Tú sigues sin un ojo y yo no te digo nada, viejo egocéntrico. —

— No comencemos a hablar de las partes del cuerpo que nos faltan o tendré que estrecharte la mano —

Se quedó callado, prefería no continuar con el tema porque sabía que iba perder. 

El menor solo los veía con bastantes dudas, ¿realmente eran amigos?

— Sabes que me encantaría pelear contigo sobre varias cosas, pero ahora solo quiero que me digas si puedes o no ayudarme con este problema —

señalo al pequeño eslavo.

— Ya sabes que si puedo ayudar, no pongas en dudas mis habilidades con la ciencia —

— Diría que eres más experto en salir corriendo de las situaciones peligrosas, pero como quieras —

El desconocido se molestó, agarro su capucha y en un ataque de rabia se la bajo. Apenas se podía ver una bandera con los colores verde, blanco, rojo y un escudo en el medio en toda la oscuridad.

ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora