【𝓅𝓇𝑜𝓁𝑜𝑔𝑜】

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A los golpes, cualquier atisbo de esperanza se la quitaban a los golpes.

Nunca pidió ser quien era, nunca quiso todas esas marcas de colores en su piel, todas esas cicatrices, nunca creyó que su vida iba a ser así de vacía.

Ya a sus seis años Kaira no esperaba nada emocionante para su destino, sus padres manejaban todo meticulosamente para que nada esté fuera de lugar según ellos, la querían convertir en el muñeco perfecto, el cual todos podrían manejar a su antojo.

¿Cómo llegue a esto? pensaba la pequeña, ¿porque? se preguntaba después de derramar todas sus lagrimas ante tal atrocidad en la cual la querían convertir sus padres.

Pero, ¿Quiénes son ellos? Richard y Norma Edevane son médicos militares y psiquiátricos de gran renombre, oscos y fríos como témpanos de hielo, sirvieron a la guerra contra Iraq, recibieron premios novel por sus descubrimientos y ahora tienen su propio hospital psiquiátrico de mala muerte en el cual todo es relativamente "normal". Aunque hay un detalle siniestro detrás de toda esta fachada de nobles médicos.

Todos sus avances médicos los consiguieron en base de experimentación en humanos, cualquier persona que termine el el psiquiátrico serviría como objeto de estudio, hasta su propia hija era parte de su investigación hacia los humanos biónicos, personas imparables para el uso militar, capaces de soportar disparos y de seguir adelante.

La pequeña de ojos pardos ha sido sometida desde que tiene memoria a todos los experimentos de sus padres, quienes se supone que siempre te protegerían de todo mal y no dejarían que te pusiesen un dedo encima. Ella padece desde que es una bebé a todo tipo de estudios científicos. Se la entrena y se la pone a prueba constantemente para que se convierta en el arma humana perfecta, pero hay algo que fallo en su investigación.

El arma al parecer tiene sentimientos, esta rota por dentro y no puede funcionar si padece de ellos.

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A sus nueve años la niña castaña ya sabia amputar extremidades, cargar y desmontar armas y sabía todo tipo de combinaciones químicas, pero seguía estando igual de rota que siempre, viviendo en el sótano del psiquiátrico sin ninguna vida.

Pero todo cambio una noche.

Al nuevo guardia de seguridad no se le había informado sobre la existencia del sótano y ese día no quedo cerrado. El sótano en si mismo no es perceptible para los demás porque esta camuflada por dentro de una sala solo para empleados. Por lo cual el nuevo guardia no le interesó en lo mas mínimo esa sala y la paso por alto en su turno.

Kaira, como todas las madrugadas, intento nuevamente abrir la puerta de su celda, que simulaba ser una habitación de hospital, rezando internamente de que este abierta, esperando algún resultado diferente como siempre pero sin mucha fe, pero para su sorpresa, esta se abrió, dejándole paso a un pasillo largo, en el cual había distintas puertas a lo largo de este, que eran habitaciones de distintos pacientes que no tienen a nadie quien los vaya a visitar como para que sean recordados o extrañados. Los escuchaba reír, llorar, susurrar, gritar, pero siempre estaba esa voz de mujer, esa melodía calmante, todas las noches la escuchaba cantar esa canción sin nombre, esa dulce composición musical que la tranquilizaba luego de sus agitados días de entrenamiento y de sus largas jornadas en el laboratorio. Esa noche no fue distinta, la escucho con mas claridad fuera de su cuarto y en ese instante sintió algo nuevo, algo que nunca se permitió sentir, esperanza.

En aquel momento degustó por primera vez una pequeña gota de libertad, la cual nunca tuvo y se sintió renovador, pero rápidamente ese sentimiento cambio a pánico, ¿Qué iba hacer ella sola, en el medio de la noche, en un hospital, sin ningún saber del mundo exterior, con solamente nueve años? Ni siquiera sabia que hora era, Pero su único recurso era correr, escapar y esconderse.

MELIFLUO |  Banana FishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora