Capítulo V

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Revisaba los diseños una y otra vez, no quería pedirles a mis padres que hicieran el anillo de compromiso que llevaría Gia, suficiente tenía con hacer este macabro plan del cual cada día me arrepentía, como para también pedirles a mis padres quien...

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Revisaba los diseños una y otra vez, no quería pedirles a mis padres que hicieran el anillo de compromiso que llevaría Gia, suficiente tenía con hacer este macabro plan del cual cada día me arrepentía, como para también pedirles a mis padres quienes me llevaron a esto, que hicieran el anillo de la mujer con la que iba a casarme.

Quería algo al estilo de mi ángel, algo sencillo, nada ostentoso y hermoso como ella, brillante,  que resaltara esas delicadas manos que se perdían entre las mías; Gia estaba fundiéndose bajo mi piel como una segunda capa, entre mas intentaba alejarme de ella, más rápido caía en sus redes, me asustaba mucho estar así, por experiencia propia sabia que estos sentimientos llevaban hasta a los más inteligentes a la locura.

Un claro ejemplo de ello era mi mejor amigo, quien ahora vivía con los nervios de punta porque su amado gatito estaba siendo amenazado y su relación estaba siendo perturbada, no quería eso para mí y lentamente empezaba a vivirlo, hace un par de semanas Gia estuvo en una situación de peligro y yo casi perdía la cabeza al sentir que algo le podía suceder, esa sensación de ahogo y desesperación que mi tío Sebastián y mi padre me relataron en sus trágicas historias de amor, no la pude comprender hasta que escuche el grito de Gia seguido de un disparo.

Ella se estaba convirtiendo en mi talón de Aquiles y ahora no sabía cómo detener un plan que yo cree para destruirla, tenía un punto a favor, nadie sabía de esto a parte de Bartolomeo, por lo tanto, nadie lo podía usar en mi contra; si algún día tenia las pelotas de destruir ese contrato y decir la verdad, entonces seria porque mi invaluable señorita Clayton se robo mi corazón en su totalidad.

-Quiero este- dije tomando el anillo de oro blanco, era perfecto para mi Gia, era una argolla de un grosor considerable, con un par de alas que rodeaban un precioso diamante rosado; era el perfecto significado de la mujer a la pensaba proponerle matrimonio- ya traje su talla ¿lo tendrían para cuándo? - le pregunté a la vendedora.

-Señor Stracci estos diseños se hicieron exclusivamente para usted, si desea puede llevarse el anillo ahora, están con las indicaciones que usted solicito- abrí mis ojos sorprendido, tomé el delicado anillo revisando que el grabado estuviera, dentro de la argolla estaba un "mi ángel" escrito.

-Vaya que eficientes- dije con una sonrisa- me lo llevo -  los otros eran iguales de bellos, no obstante, no lo suficientes para estar a la altura de mi futura esposa, cada que pensaba en Gia como mía, mi corazón saltaba con extrañas sensaciones, no quería pensar que estaba sintiendo algo más que respeto por la mujer y me negaba a aceptar que me estaba enamorando de ella, no podía ser así, yo no podía amar a nadie.

Cuando el anillo estuvo en su estuche, camine a mi oficina pensando en cómo le propondría a Gia que se convirtiera en mi esposa, ella me pidió que le cumpliera el deseo de hacerlo tradicional y después de todo lo que ella estaba haciendo por mí no podía negarme a ello, no quería hacer algo muy escandaloso porque ella se sentiría incomoda, tampoco podía  entregárselo porque era demasiado frio hasta para mí.

Vidas Entrelazadas (#2 trilogía distintos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora