El fin de semana transcurrió tan rápido que mi mente seguía pensando que hoy era domingo y no lunes. Mi mano sostenía mi rostro de no caer y golpearse contra la mesa de la silla. A mis espaldas solo oía las conversaciones de mis compañeros, que en vez de molestarme me arrullaban; ya me había acostumbrado a esta rutina.
—Oiga, ¿escuchó?
—¿Qué cosa?
—Dicen que esta semana va a ser cívica.
—¿Y qué con eso?
—Venga le cuento. Oí por ahí que los colegios que tienen convenio con otras instituciones planean cambiar las dinámicas educativas porque el nuevo rector del San Antonio se puso de sapo a decirle a un viejo de la secretaria de educación que el desempeño estudiantil ya no es tan bueno como antes por culpa de los profesores que no saben enseñar.
—¿Qué? ¿En serio?
—Sí, Parce, no soy el único que lo ha escuchado. También escuché que van sacar a los profesores que ya se jubilaron y siguen dando clases.
Giré un poco la cabeza para seguir escuchando. Por fin decían algo interesante.
—Ojalá saquen al cucho de sociales, ya tiene como tres pensiones ese marica.
—Una pensión para la moza, la otra para la mujer y la última para el trago, ja, ja, ja.
—Ese viejo es un hijueputa, todos saben que los viernes se ve con una muchacha después de clases para irse con él.
Los compañeros no se equivocaban, yo misma presencié el hecho hace unas semanas. El profesor estaba saliendo del colegio en el momento en que tuve que sacar unas fotocopias de un libro. Me tocó ir más lejos porque las fotocopiadoras que quedaban cerca estaban cerradas o no tenían servicio, daba la casualidad que la única que servía se encontraba al lado del parqueadero que el profesor suele usar. No sé si está muy ciego o muy tragado de la chica, pero ni notó que yo estaba ahí, a casi dos metros de distancia de donde él ayudaba a su acompañante a subir al auto.
—Muchachos, hay formación, la profesora ya está en la cancha —avisó una compañera en la entrada del salón.
Miré el puesto de Jenny con tristeza antes de irme; tenerla cerca hace más agradable la jornada, aprendo más de sus comentarios sobre la tarea que de la misma explicación del profesor.
No hay clase por la formación, pero de igual manera tengo pereza.
Para cuando llegué a formar, fui sorprendida al ver que la organización de los grados había cambiado. Peor que eso, el grupo del Innombrable estaba enfrente del mío. Los primeros estudiantes que estaban frente a él no eran lo suficientemente altos por lo que ni siquiera le tapaban la boca. De no ser por sus amigos, que hablan hasta por los codos, ya se habría dado cuenta de mí y mi lamentable situación. Empuñé mis manos a los costado de mi jardinera. Podría jurar que el diablo se levantó hoy a más tardar a las siete de la mañana, fue a su cocina y preparó un café, no muy fuerte, no muy dulce. Se sentó en su silla de preferencia y revisó mi expediente. Planeó mi día como si tuviera el derecho y, cuando estaba por terminar la idea sobre cambiar la formación de los grupos, puso al imbécil bien enfrente de mí, mientras decía: "Para más placer".
Hice un desastroso intento por enfocar mi mente en el principal objetivo de la formación, el anuncio de actividades previstas para la actual semana, pero la mirada que sentí en mí no dejaba de inquietarme. Solo podía pensar en lo desafortunado que es mi destino y en las veces que iba a rociar mi cuarto con agua bendita para espantar al desgraciado responsable de esta situación.

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No soy tu Nerd, Pendejo
HumorPara Ami, la vida abarca dos preocupaciones en particular: su estado académico y amoroso. La ausencia de su novio Taylor no se lo ha dejado fácil e inesperadamente ha comenzado a relacionarse con alguien que posiblemente cause más dolores de cabeza...