CHAPTER 3

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"Él"

Los sucesos del día anterior lo hicieron soñar con las múltiples aventuras que había vivido junto a Mi-Suk y Young durante niños, por lo que al despertar sentía una extraña sensación que no supo identificar. No fue hasta horas después, que algo lo hizo reaccionar. Se encontraba caminando en dirección a los establos para darle de comer a Maximus unas cuantas zanahorias, pero a medio trayecto se detuvo, pues había alcanzado a vislumbrar una borrosa figura a lo lejos. Extrañado, miro a su alrededor, buscando al responsable, hasta que, lo vio; era nuevamente el conejo blanco con el reloj.

Se paralizo, siguiendo únicamente con la mirada al encapuchado que se alejaba más y más, no fue hasta que este desapareció de su vista cuando reaccionó. Soltó la cubeta y aquellas hortalizas anaranjadas se esparcieron por el suelo, pero poco le importo, lo único que le interesaba en ese momento era el alcanzar a la característica figura y averiguar de una vez por todas qué era lo pasaba y porque sentía aquella extraña sensación.

No dudo más, y salió corriendo un par de metros, no sin antes silbar, para llamar a Maximus. Se detuvo unos segundos para esperar al corcel y cuando este llego no espero para subir a su lomo.

—Dile al capitán Jo que voy a averiguar si es un reloj o un conejo —le informo al vice-capitán de la Guardia Real, Seok Ho-pil, antes de dirigirse hacia Maximus —. ¡Arre! ¡Arre! —exclamó y en menos de un segundo ya habían avanzado.

Mientras avanzaban, no pudo evitar mirar a cada lado, pues no quería perder detalle de su entorno. Tenía que encontrar a aquella figura. Lo necesitaba.

Entonces, Maximus se detuvo.

—¿Qué sucede? —le pregunto al corcel, acariciándolo levemente —. ¿Qué pasa Maximus? —antes de que el corcel pudiera relinchar en respuesta, lo escuchó. El canto de una flauta.

Se enderezo y lentamente miro a los lados, con la única diferencia de que ahora buscaba el origen de aquel familiar sonido. Comenzó a moverse lentamente, pero a cada paso dado por su Oficial de Séptimo grado, el miedo comenzó a hacer acto presencia, puesto que, en el pasado, cuando había seguido aquella melodía, descubrió el final del reinado de su padre.

No se detuvo, y casi sin darse cuenta, el sonido de varios truenos y rayos se unieron al canto de la flauta. Miro nuevamente al frente y la vio... Una puerta, conformada por dos pilares de roca. Se sorprendió, más no aparto la vista y miro detalladamente aquella abertura, al hacerlo, noto que parecía rota, pero rota en el sentido de que tenía una grieta en medio de la nada.

Agacho la vista y miro su látigo —el cual nunca soltaba —, lo acaricio brevemente con el pulgar y al hacerlo, el miedo se desvaneció. Recordó fugazmente el día anterior y los días previos a ese, y se vio así mismo sentado frente al escritorio de su estudio observando la fotografía de su niñez. Y se decidió. Alzo nuevamente la vista y apretó el agarre en las riendas.

—¡Arre! —ordenó y Maximus obedeció.

Avanzaron hacia la grieta y al atravesarla, cerró los ojos como acto reflejo. Al volver a abrirlos, se vio decepcionado. No había nada raro a su alrededor. Seguía estando en el bosque de bambú. Soltó un suspiro y desganado, ordeno a Maximus regresar. Recorrieron un par de metros y fue cuando lo noto. El bosque había cambiado. Al principio no supo en qué, pero mientras más recorría en dirección a la salida, podía notar el lejano murmullo que incrementaba con cada paso. Frunció el ceño y siguió avanzado. Salió del bosque y la vio; una carretera.

>> ¿Qué? << pensó, pues aquella vía no estaba ahí.

Extrañado, siguió el camino y mientras lo hacía, podía ver las miradas confusas y sorprendidas que le dirigían los conductores al pasar junto a él. No les tomo importancia y siguió, pasó calles y avenidas, sin poder creer en su totalidad lo que veía. Escuchó murmullos de todas direcciones, pero nada lo hizo parar, ni si quiera el policía que lo había llamado por medio de un altavoz minutos atrás.

WORLDS | The King: Eternal MonarchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora