No es Amor

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"¿Amor? No, no es amor. Ni siquiera lo conoce. Es sexo, duro y llano. Magnético y envolvente. De esas buenas cogidas que terminan dejando noqueado, sin pensamiento coherente o capacidad para mover cualquier parte del cuerpo por algunos minutos. Ese que te deja sin aliento, con el corazón martillando con fuerza contra las costillas, tan intensamente que no escuchas nada más que tu propia respiración y los enloquecidos latidos que lentamente van mermando, llevándote directo a la calma y el sopor de un sueño bendito y satisfecho"

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Años antes...

La acecha con calma, no hay prisa en sus movimientos. El aliciente de la caza lo ha hecho paciente, sin dejar de ser constante y meticuloso. Disfruta de todo el proceso, paso a paso acercándose con el sigilo de un lince, certero y audaz hasta que el momento justo llega.

A una distancia prudente la observa, admirando sus formas, imaginando que será probar su boca, acariciar su piel, perderse en ella. Se acomoda con disimulo la erección creciente de sus pantalones y abandona por un rato sus pensamientos lascivos de cogerla en ese momento.

Lleva un vestido rojo que muestra sus largas piernas, torneadas y morenas por el sol. Recién llega de vacaciones por lo que su piel ha adquirido un bonito color bronceado que lo incita a desnudarla para comprobar si el sol a besado todas sus partes.

Le llevo meses vencer sus reservas, que aceptara tomar una copa. La anticipación le aguo la boca y le obligo a masturbarse con mas frecuencia de la necesaria. Pudiera buscar a alguna otra mujer para apagar el fuego que a encendido en su cuerpo, pero se niega a satisfacer sus ansias hasta que sea ella quien le abra las piernas para acogerlo.

Con los ojos brillantes y los labios rojos e hinchados por sus besos, se zambulle por fin en la entrega. Disfrutando de que sus defensas caigas y adquiera una actitud de entrega que lo deja sin aliento.

Es tanto su deseo, el punzante dolor en su erección se vuelve insoportable. Quiere llevarla lento, ser suave para asegurarse de repetir una y otra vez, hasta hastiarse como con el resto de mujeres que han estado en su lecho, mas no puede y se vuelve salvaje, dominante e incluso impaciente.

Bebe de sus labios, mordiéndolos hasta casi hacerlos sangrar. El mismo cae en su propia trampa pues sus provocaciones la haces gemir y gritar con fuerza, de escucharla ya esta al borde, a punto de derramarse, mucho antes de invadir ese exquisito cuerpo que está a punto de abrirse por y para él.

La imagino tímida, ligera. Renuente ante sus deseos. No podía estar mas equivocado, es tocarla y ver como la combustión espontanea la hace arder como un fuego con vida propia.

No es el abandono es la reciprocidad lo que mas lo toma por sorpresa. Toma todo lo que le da y lo multiplica para tráele explosiones de éxtasis al sentir sus pequeñas manos tocarle con el deleite de quien forja a fuego un arma.

Contiene el aliento al sentir la humedad de sus labios sobre la sensibilidad de su piel, sus cicatrices. La intimidad de sus besos lo estremece como si fuera atravesado por la fuerza de un rayo. Es la inocencia de su boca lo que le toca mucho mas hondamente que si metiera su falo en la boca.

No espera la evolución de sus besos danzar en las duras cicatrices, en esas malditas marcas que le han arrancado buena parte de su voluntad y su vida.

Dos Tipos de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora