sobredosis | skz

9. No sin su consentimiento.

"Estoy seguro que vi esta cara antes," comentó Chan después de que Changbin les explicara a él y a Felix su reciente descubrimiento.

"Álbum familiar."

"¿Cuál de los diez que revisamos?" Respondió Felix negativo a la idea del castaño más bajo.

"No. Es en otro lugar." Chan estaba haciendo el esfuerzo, en verdad trataba de recordar dónde había la cara de ese viejo barbón.

"Bien. ¿Alguien quiere ir a hablar con el niño?" Dijo el líder.

Después de que nadie mostrara interés en ir, Chan dio un paso adelante y miró al menor de todos.

"Yo iré. Tú y Changbin pueden descansar antes de que Hyunjin llegue a arruinar la paz."

Fue a la cocina, sacó dos botellas con agua, la primera la bebió hasta la mitad antes de dejarla abandonada en la mesa y la segunda la guardó sigilosamente en el bolsillo interior de su chaqueta.

Caminó hacia la escalera sin mirar atrás y subió con normalidad fingida.

Desde la discusión, Hyunjin no había vuelto a la casa. Y nadie salió a buscarlo, pues sería como echar un cerrillo a un balde con gasolina.

Rezaba para que no volviera pronto. Si algo sucedía e iban a interrumpir mientras estaba con Jeongin no resultaría bien.

Abrió la puerta de la habitación intentando no hacer ruido y la cerró presionando el seguro para que nadie la pudiera abrir desde afuera.

Miró hacia el resto del lugar, y sus ojos se encontraron con una postal inolvidable.

La cabeza de Jeongin estaba hacia atrás, dejando que la poca luz que entraba por la ventana tapada por la cortina iluminara sus facciones mallugadas.

Sus pómulos oscuros por el impacto del puño de Hyunjin contra ellos. Respiraba con dificultad y de su nariz un hilo de sangre recorrió hasta su boca; donde se mezcló con un labio roto, más sangre y un suspiro que salió inadvertido debido a la mordaza.

Chan sentía como su respiración se sincronizaba con la de su rehén.

Lamentaba que algo como esto le sucediera a Jeongin, absoluta y totalmente. Sin embargo, incluso verle la cara toda magullada hizo que su corazón latiera un poco más acelerado. Y sintió vergüenza por estar comportándose de esa manera por alguien inconsciente, herido y privado de libertad.

No quería imaginar cómo sería si Jeongin estuviese en completo control de sus facultades.

Hasta entonces no se había tomado el tiempo de apreciar bien a Jeongin, así que aprovechó que no se había dado cuenta de su presencia aún y se dejó fascinar por la belleza bajo esa capa de sangre.

En esos momentos era imposible de ver, pero antes había notado que su cara tenía rasgos suaves, tanto su rostro como su cuerpo se habían desarrollado bien y parecía un joven saludable. No le daba menos de diecinueve años, quizás veinte.

No advirtió el momento en que sus ojos pasaron al cuello del contrario, bajando por su pecho aprisionado por las cuerdas. Rozando con la mirada sus brazos descubiertos y sus largas piernas que podrían encaminarlo al mismo infierno.

Y suspiró, porque su alma podría sumergirse en lo más profundo del inframundo si seguía con esos pensamientos que lentamente se apoderaban de él.

Pensó en la última vez que había sentido tal atracción por alguien. Su vida había sido un torbellino los últimos meses, se atrevería a decir año, así que no tenía tiempo para permitirse sentir ese tipo de cosas.