Prólogo: El mismo resultado

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Corría el año 1959 y febrero acababa de comenzar. En el castillo del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería había comenzado a nevar esa mañana y ya a la tarde, los terrenos estaban cubiertos por una fina manta blanca. Sin salir de su asombro ante el resultado, Minerva McGonagall repitió el encantamiento. Nada cambió, todo estaba igual. La conclusión era la misma.

Las vacaciones de Navidad y Año Nuevo. Esas habían sido las responsables. Había ido a la casa familiar de Caithness a pasar las fiestas con sus padres y hermanos. En esos días, se encontró con Dougal McGregor. Lo amaba, pero no estaba dispuesta a abandonar el castillo, su trabajo como profesora y todos los planes que tenía para su vida a cambio de casarse con él. El precio del amor no podía ser su propia felicidad. Ella lo tenía claro.

La racionalidad siempre había primado en sus decisiones. No podía dejar todo lo que la entusiasmaba por amor. Tampoco era pensable la opción de ir a hablar con Dougal a decirle lo que sucedía. Implicaría dividir su corazón. No estaba dispuesta a hacerlo.

Vivir con él era imposible. No quería llevar una vida de muggle y tampoco iba a infringir el Estatuto del Secreto. Respiró hondo y volvió a repetir el hechizo.

Ya no había dudas. Lo había hecho varias veces con el mismo resultado: estaba embarazada. Y acababa de decidir que ella sola criaría a la criatura. Su padre jamás se enteraría. Era la única solución.

¡Prohibido enamorarse!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora