1º de septiembre de 1971
Una niña alta y delgada observaba la última túnica que con una voltereta en el aire se doblaba prolijamente y caía sobre su baúl. Su madre volvió a agitar la varita y el baúl se cerró para luego desaparecer. La chica miró la habitación, todo estaba en perfecto orden. El cuarto no parecía el dormitorio de una nena de once años, aunque lo era. La sobriedad que reinaba en toda la casa, también aplicaba a ese ambiente. Y la niña, acostumbrada a vivir casi exclusivamente entre adultos, era muy madura para su edad.
-¿Ya estás lista? –Le preguntó Minerva a su hija.
-Sí, -respondió Indira. Su cabello negro llegaba hasta la mitad de su espalda. Los ojos marrones de la niña se clavaron en el rostro de su mamá. –aunque sigo sin entender por qué tengo que ir desde Hogsmeade a Londres, para luego venir en tren a Hogsmeade ¿No puedo esperar el tren en la estación?
-Absolutamente no. Los chicos de todo el país toman el Expreso de Hogwarts el primer día de clases. Y tú harás lo mismo. Vamos, que no querrás llegar tarde.
Indira siguió a su madre hacia la chimenea, tomó un puñado de polvos flu y murmuró con voz firme: Caldero Chorreante. El bar estaba atestado de gente como pocas veces lo había visto, pero Minerva se dirigió con decisión hacia el baúl de su hija y arrastrándolo, salió con la niña hacia la calle. Allí, detuvo un taxi y le indicó que iban a la estación King's Cross. La mujer atravesó la estación a pasos largos y apresurados y la chica tuvo que ir casi corriendo para seguirle el ritmo. Finalmente, se detuvo entre los andenes 9 y 10.
Minerva miró a Indira y le indicó cómo debía hacer para atravesar la barrera. La niña enarcó una ceja, observándola con suspicacia. Su madre le sonrió, le aseguró que todo estaría bien, que no temiera. Indira respiró hondo, clavó su vista en la pared que dividía las dos plataformas y comenzó a empujar su carrito. Los nervios la hicieron aumentar la velocidad y finalmente, corría directo hacia la barrera de ladrillo. Cerró los ojos cuando estuvo convencida que se iba a estrellar. Pero el impacto nunca se produjo.
Volvió a abrir los ojos y se encontraba en un andén repleto de gente. Su madre acababa de ingresar a la plataforma caminando con tranquilidad. Estudiantes de todas las edades iban y venían acompañados de sus familias. El de Indira y Minerva era el grupo más pequeño. La niña miraba asombrada cómo todos los alumnos y padres saludaban a su madre "Buenos días, profesora McGonagall". Algunos, parecían muy sorprendidos de encontrarla en ese lugar y observaban a la chica con curiosidad.
-¡Augusta! –Saludó alegremente Minerva al encontrarse a su amiga. -¡Leonard! ¿Cómo están?
-Hola, Minerva –Sonrió la mujer y ambas se abrazaron -¿Cómo estás, Indira? –Le preguntó a la niña, que le devolvió la sonrisa y saludó al hijo del matrimonio, Frank.
Augusta era amiga de su madre desde que habían comenzado Hogwarts. Además, era como una tía para Indira, ya que muchas veces la cuidaba cuando Minerva estaba trabajando. Al ser jefa de la casa de Gryffindor, su mamá debía pasar algunas noches en el castillo y la niña dormía en casa de los Longbottom. Frank, el único hijo del matrimonio, comenzaba segundo año.
El chico ayudó a la niña a buscar un compartimiento vacío y a acomodar su baúl. Luego, los dos bajaron a despedirse de sus familias. En realidad, era Frank quien verdaderamente se despidió de sus padres. Indira saludó a su mamá, a quien volvería a ver a la noche. Minerva giró sobre sí misma y desapareció. Los dos chicos se volvieron a subir al tren y enseguida se asomó una adolescente rubia de rostro redondo:
-¿Hay lugar para tres más aquí? Estoy con mis primos. –Murmuró la jovencita.
-Sí, vengan. –Los invitó Frank. La chica ingresó acompañada de dos pelirrojos que debían ser de uno de los últimos años. –Ella es Alice Prewett, es compañera mía. Y Fabian y Gideon Prewett van a séptimo. –Le explicó a la niña. –Chicos, ella es Indira McGonagall, comenzará primero.
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¡Prohibido enamorarse!
FanfictionIndira McGonagall es hija de Minerva. Durante sus años en Hogwarts, siempre tuvo una regla: salir con quien quiera, sin ataduras y está prohibido enamorarse. Cuando encuentra a alguien que adora su juego, empieza a caminar por una peligrosa cornisa...