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Luego de todo lo acontecido en el palacio, las hadas del Páramo dieron inicio a la tarea de criar a JungKook en una pequeña cabaña en el bosque, aunque YoonGi podía asegurar que aquellas tres eran las menos indicadas para llevar a cabo dicho accionar.

Cuando TaeHyung le comunicó dónde quedaba ubicado el nuevo hogar del príncipe, el pelinegro no tardó mucho en presentarse allí. Si bien no tenía planes de permitir que las tres hadas —quienes ahora habían adquirido una apariencia completamente humana, para mantener todo en orden— supieran que estaba cerca, sentía la necesidad de corroborar el estado del niño de cerca.

En cuanto las hadas se perdieron en las otras habitaciones de la casa para hacer quién sabe qué, YoonGi aprovechó la oportunidad para abandonar su escondite y aproximarse al pequeño niño, quien yacía recostado en una pequeña cuna que se hallaba posada junto a una de las ventanas.

—Es tan horrendo que, tal vez, me da algo de lástima —murmuró para sí mismo el pelinegro, notando cómo JungKook lo examinaba con la mirada de manera curiosa—. Te odio, mocoso. —YoonGi frunció su ceño y lo miró con rechazo, pero el pequeño únicamente se limitó a soltar una risa y regarle otra sonrisa.

Si bien, desde un principio, YoonGi tuvo en claro que las hadas no tenían idea alguna de cómo cuidar de nadie —a excepción de ellas mismas—, y mucho menos sabían de los cuidados que un bebé requería; nunca imaginó que la inutilidad resultara ser tan grave y preocupante, llegando al punto de poner la vida del príncipe en riesgo numerosas veces.

El primer día de su estadía en la cabaña, JungKook se la pasó llorando desconsoladamente por horas y horas. Las hadas no parecían ni siquiera ser capaces de frenar su accionar y brindarle completa atención al niño, además que tampoco estaban dispuestas a tener planes de tratar de saber por qué el príncipe estaba así de alterado. YoonGi estaba sintiéndose estresado, ya que los gritos del pequeño parecían perforar sus tímpanos.

Se preguntó si eran estúpidas o qué, aunque no pudo encontrar un adjetivo adecuado para definirlas.  Pero sí —de manera constante— sintió una gran tentación de ir a golpearlas o hechizarlas de alguna manera, y aún más cuando notó que las tres se iban a dormir sin preocupación, dejando a un JungKook que estaba ahogándose en sus propias lágrimas.

Por lo cual, decidió ordenarle a TaeHyung que ingresara a la habitación de JungKook entonces, para así poder alimentarlo con un par de pedazos muy minúsculos de frutas y darle de beber un poco de leche. Y de manera inmediata, el pequeño consumió con desesperación lo ofrecido y logró dejar de llorar, para después caer dormido a la par que la magia de YoonGi le brindaba una gran tranquilidad.

Con el paso de los días, el carácter de NamJoon se ensombreció, consumido por la paranoia y la venganza; el reino humano se tornó aún más oscuro de lo que ya era. Por su parte, teniendo en claro que el niño no podría vivir mucho como consecuencia de la negligencia de las tres hadas, YoonGi decidió quedarse cerca de la cabaña para supervisar al príncipe.

La realidad es que YoonGi no puede decir con precisión cuántas veces le salvó la vida a JungKook, quien —como cualquier niño de su edad y sin supervisión alguna— solía meterse en problemas constantemente, así como también arriesgarse demasiado y todo por consecuencia de la gran curiosidad que sentía por todo aquello que lo rodeaba.

𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐀𝐑𝐊 𝐊𝐈𝐍𝐆𝐃𝐎𝐌 ♡ : KOOKGI / NAMGI. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora