A base de abrazos

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(...)

México estaba eufórico.

Aquel día después de varios días sin ver a Perú, se había decidido por algo increíble para este. Era tan simple, pero, al mismo tiempo, sentía como su estómago se retorcía en su interior.

—Palomita~, hoy será el día, ya puedo olerlo... ¡Ah, no chingues! ¡Huele a quemado! —Al mexicano se le había olvidado que había dejado algo en la estufa, y, por pensar en el peruano, olvidó ese pequeño detalle.

Pasados unos minutos, en los que el mexicano arreglaba el desastre que dejó en la cocina, procedió a degustar su comida, casi quemada.

—Al menos se salvó... Un poco.

Pensaba en voz alta, viendo su alimento, próximo a ser ingerido.

Unos momentos después, ya lavando los trastes, México se puso a pensar en que sería un buen plan para que cayera su palomita.

Ya sentía que las ideas se le estaban terminando y rendirse no era una opción.

Él iba a enamorarlo, cueste lo que cueste.

Enamorarlo más de lo que ya estaba.

Oh, México, lindo y querido ¿Cuándo se dará cuenta de que ya está muy enamorado de él, aquel lindo peruanito?

...

Perú no sabía que pensar al respecto.

Sentía que todo le daba vueltas, las cosas que hacía México por él, le parecía de lo más tierno.

Mientras tomaba su peluche de llama y se acostaba en su cama, cerró sus ojos un momento. Respirando calmadamente, una suave sonrisa quiso crecer en sus labios.

—'Tamare, conmigo...

Rodó, para acomodarse mejor, aún con los ojos cerrados, inundando su nariz en el peluche. Una sonrisa traviesa se iba apoderando de sus labios.

Estaba enamorado, y México aún no lo sabía.

¿Cuánto tiempo más tendría que pasar para decirle?

¿Cuánto tiempo más seguiría ocultando lo que siente?

Tal vez, esa hora iba a llegar más rápido de lo que pensaba.

...

México le estaba marcando a su amigo, no tan cercano, Argentina.

Esperaba que su plan diera frutos y el narizón cooperara.

—Si, we. Necesito tu ayuda. —Decía el mexicano, mientras observaba la ventana de la sala, con emoción.

—"¿Vos no lo podés hacer solo?"

México, exasperado, puso los ojos en blanco.

—Mira, no seas ojete. Ayuda a tu compa, ¿acaso no quieres que tu shipp sea canon?

Aquellas palabras hicieron ruido en el peliceleste, sus ojos brillaron de emoción.

Por otra parte, México sabía que Argentina los shippeaba, además de que la otra vez se lo había confesado entre copas que tomaron en un día no muy lejano.

— "Si me lo ponés así, pues, ¿quién soy yo para negarme? ¿En qué necesitas que te ayude?"

El tricolor sonrió, mostrando toda una hilera de dientes. Unos segundos después comenzó a contarle su plan al celeste.

Todo era tan sencillo, solamente era cuestión de tiempo para que su palomita cayera en sus encantos y ambos pudieran vivir una preciosa historia de amor como debe de ser.

México y sus intentos de ligarse a PerúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora