A base de besos

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(...)

A veces Perú se preguntaba porque era así, a veces tan serio y otras... no tanto.

El sabía muy bien cómo controlarse, pero no tanto cuando estaba junto al mexicano.

Con México todo daba vueltas, era como si su día pasara de un gris a uno sumamente colorido en cuestión de segundos. Sinceramente amaba pasar tiempo con el tricolor.

El notar como la carita se le iluminaba al mexicano cada que se expresaba como bien el sabía hacerlo, llenaba de vitalidad al peruano. Su pecho se inflaba y las mariposas revoloteaban inquietas en su estómago.

Perú se sentía alguien feliz estando al lado del mexicano, pero lo que no le hacía feliz era el hecho de ser alguien medio frío con respecto a sus sentimientos... Sin embargo, algo cambió un poco aquel día cuando se decidió a decirle a México que lo quería...De tan solo pensar en eso su rostro bicolor se tornó en un bonito carmesí.

El peruano suspiró, mordiendo su labio en el proceso, se sentía pensativo.

Una parte de sí mismo le pedía ir con el mexicano y declararse como se debía; sin embargo, y en un ataque de timidez, mejor se hizo bolita en su sillón, ocultando su cabeza entre sus rodillas.

"No aún no"

Entonces, ¿cuándo? Ni el mismo sabía y odiaba tener esa sensación de querer hacer algo, pero sin poder tomar acción alguna.

...

Por otro lado...

México estaba pensado en una excelente manera de ganarse completamente el amor de su palomita y declararse como se debía.

Aun si los nervios lo cegaban, no se iba a dar por vencido.

Todo por su palomita.

De repente su sonrisa creció, mostrando toda una perfecta hilera de blancos dientes en su rostro tricolor.

—Ay wey, soy bien chingón para realizar planes. —Se auto felicitó, mientras tomaba su teléfono y accedía a sus contactos encontrando el de Perú. —Le rezo a la virgencita por que todo salga bien.

El mexicano salió de los chats, con una mejor idea en mente. Ya que pensaba en mandarle un mensaje a Perú, decidió hacer algo mucho mejor.

Iba a ir a casa del peruano y ahí arreglaría cuentas con él, según México.

La realidad era otra. México fue a arreglarse debidamente, demorando un poco en bañarse, pero, cuando salió se encontraba radiante y como si un aura brillosa lo estuviese envolviendo.

Ese día iba a ser fantástico.

Cuando el mexicano terminó de arreglarse, tomó sus llaves, observado por última vez que todo estuviera en su lugar, cerró la puerta con llave y dio rumbo hasta a casa de su amor casi correspondido.

...

El peruano se encontraba arreglando algunas cosas en su casa, con música de fondo, hasta que recibió una notificación, anunciando que un nuevo mensaje había llegado para él.

El bicolor se tardó un rato en contestar, ya que quería terminar de quitar polvo de uno de sus muebles. Ya cinco minutos después procedió a desbloquear su celular.

Curioso, primero checó desde la barra de notificaciones de quien había ido aquel mensaje.

Bum, bum, bum.

"México"

—¿De nuevo? —Inquirió el bicolor con su estómago siendo inundado por mariposas revoltosas.

México y sus intentos de ligarse a PerúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora