A base de regalos

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(...)

Pasaron tres días después de la serenata que le vino a cantar México.

Y cada que recordaba aquel suceso, su rostro se volvía igual de rojo que su bandera, tapándose la cara cada que la imagen de un mexicano vestido de mariachi llegaba a su cabeza.

Y lo peor de todo no era eso, claro que no. México se olvidó las llaves de su casa y pues... Tuvo que pasar la noche ahí con él. Solo le dijo que el dormiría en la cama, Perú no tenía problemas de hacerlo en el sillón, ya había dormido ahí algunas veces y no era incómodo. Sin embargo México le refutó que no quería eso, que no le importaba dormir junto a su palomita.

Obviamente el peruano se negó rotundamente a hacer eso.

Si, había imaginado como sería dormir al lado del tricolor, pero era demasiado orgulloso como para acceder a semejante tentación. No lo haría, por nada del mundo dormiría al lado el mexicano.

Pasaron unos minutos de peleas estúpidas sobre que México quería dormir con él y que le valía madres, con que dijeran "no homo", pero Perú le seguía refutando que no.

Ya era muy tarde, Perú solamente quería dormir y simplemente México seguía con eso, así que al final aceptó a regañadientes, solo que no se le acercara tanto estaba bien.

Le dijo eso a México solo por su corazón, no era que le incomodara tener al mexicano durmiendo a un lado suyo.

—Buenas noches~ descansa palomita~

Perú solamente quería cerrar los ojos prontamente y olvidar por un momento la vergüenza que estaba pasando.

—Bu-buenas noches, gil.

Se escuchó una risita, el peruano no vio como sonreía el tricolor, ya que le estaba dando la espalda. Pero México estaba más que feliz con la situación del momento.

Excelente noche para fingir que se le habían quedado las llaves.

"Que listo eres, México"

Y, sin más, varios minutos pasaron para que ambos cayeran en un profundo sueño.

Si... Jamás olvidaría eso.

Pero, aparte de ponerse muy rojo, una tonta sonrisa se instalaba en su boca, la cual tapaba para que nadie sospechara e hiciera preguntas.

...

A la mañana siguiente, los rayos de sol dieron de lleno a la ventana, con ello provocando que un rostro de colores blancos y rojos frunciera el ceño ante la incomodidad.

—Hmm...

Perú se removió incómodo en la cama, tapándose con la cobija hasta la cabeza... Hasta que, cuando la iba a jalar para seguir durmiendo, notó "algo" que no le permitía terminar de realizar aquella acción.

Abrió los ojos pesadamente, parpadeando un par de veces hasta acostumbrarse a la luz solar, movió uno de sus brazos hasta su torso y casi le daba algo al peruano.

"Ay, Dios Santo"

"No es cierto"

Un brazo, verde, se encontraba rodeando la cintura del peli rojo, y no fue hasta que volteó la cabeza que vio el rostro de un peli blanco a centímetros del suyo.

Casi le da un infarto.

El corazón del peruano quería salirse de su sitio al sentir, ahora sí, el tacto del mexicano en torno a su cuerpo.

—Mierda, mierda, mierda... —Susurró, con pánico, tapándose su rostro con ambas manos para ocultar el inminente sonrojo que se adueñó de su carita bicolor.

México y sus intentos de ligarse a PerúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora