Will quería un trabajo para poder salvar a su abuela, mientras luchaba con sus pesadillas, y Demian estaba cansado de escribir cosas de amor sin aún conocerlo.
¿Y si lo único que necesitarán es la simple compañía del otro?
La luna brillaba tenuemente en el cielo azul oscuro, iluminando las calles desiertas. Will esperaba con paciencia en la parada de autobús, aunque sabía que probablemente el último ya había pasado. Decidió caminar hasta la siguiente estación, sin prisa, dejando que el silencio de la noche le acompañara.
Sin embargo, esa tranquilidad se quebró cuando notó que alguien lo seguía. Al principio, pensó que era coincidencia, pero cuando aceleró el paso, el desconocido lo imitó. Una sensación de alarma se apoderó de él.
El sujeto que iba detrás seguía cada uno de sus pasos, ahora ya se estaba asustando, trató de mantener la caminata más rápida pero el contrario aumentaba la velocidad. Su corazón latía con fuerza mientras planeaba qué hacer. Cerró un puño, dispuesto a defenderse si era necesario. Justo cuando estaba a punto de girarse, sintió una mano en su hombro. Sin pensarlo, lanzó un golpe directo al rostro del intruso.
-Oh, mi Dios...- exclamó una voz familiar mientras se sostenía la cara.
Will se detuvo, respirando agitado, y observó cómo el otro intentaba recuperarse del impacto. Notando como tomaba su muñeca para no caer.
-¡Suéltame! -gritó, intentando zafarse de la mano que sujetaba su muñeca.
-Tranquilo, Will, soy yo -respondió el intruso, masajeándose la mejilla.
Will dejó de forcejear, sorprendido.
-¿Qué?- respondió tomando la mano del contrario para quitarla de su rostro, y sus ojos de abrieron como platos.
-Golpeas fuerte, chico.- mencionó el pelinegro, el mismo del restaurante.
-Eres un idiota y un completo loco, ¿que hacías persiguiendome?- preguntó el castaño mientras le tironeaba del cabello.
-Solo quería hablar.- Respondió el pelinegro mientras intentaba protegerse de los tirones en su cabello.
-Solo debes decirme, no perseguirme como un pervertido.
-Perdón,- susurró. -ya puedes soltar mi mano, yo ya solté la tuya.- Al escuchar lo dicho el castaño miró su mano y la contraria, mientras la soltaba de golpe, totalmente avergonzado.
-Si... un momento, ¿Cómo sabes mi nombre?- preguntó el castaño, mirándolo con desconfianza.
-Me lo dijeron los camareros del restaurante -respondió Demian con una sonrisa, a pesar del dolor evidente en su rostro.
El castaño notó la leve marca morada que empezaba a formarse en la mejilla del otro.
-Perdón por el golpe.- dijo.
-Fue en defensa propia.- Sonrió una vez más -Pero, a la próxima mantén el brazo firme y apenas des el golpe, corre, para que puedas escapar. No cierres los ojos al golpear porque podrías fallar.
Will no pudo evitar soltar una pequeña risa nerviosa.
-Si, claro...- Respondió el castaño. --Bueno, sígueme.
-¿Eh?- habló muy confundido el pelinegro, aún así no puso objeción alguna, y decidió seguirlo.
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Llegaron a un parque cercano, el castaño tomó asiento en uno de los bancos y se mantenía serio mientras rebuscaba en su mochila. Demian por su parte se sentó a su lado.
-¿Qué haces? -preguntó Demian, curioso.
El castaño sacó una crema y lo miró detenidamente.
-Voy a aplicarte esto, ¿bien?
-Claro.- sonrío ante lo dicho. Entonces el castaño aplicó levemente la crema en la mejilla del contrario, y empezó a esparcirla.
Will aplicó la crema con cuidado en la mejilla del pelinegro, esparciéndola con movimientos suaves. A pesar de que el contacto era leve, Demian se quejaba de vez en cuando, lo que hacía que Will rodara los ojos.
-Deja de quejarte, ni siquiera duele tanto. -dijo el castaño, ocultando una pequeña sonrisa.
-Claro, tú no eres el que tiene un puño bien marcado en la cara.
Ambos rieron suavemente, se escuchaba una que otra queja del pelinegro por el dolor, pero ninguno se sentía incómodo ante la cercanía.
-Listo. No desaparecerá por completo, pero al menos no se verá tan mal comentó Will, guardando la crema de vuelta en su mochila.
-Gracias, Will.
-De nada. Por cierto, nunca me dijiste tu nombre.
-Demian.
El castaño asintió y, por primera vez, dejó escapar una pequeña sonrisa.
-Bueno, me tengo que ir.- habló mientras se levantaba de su asiento.
-Te acompaño.- ofreció Demian de inmediato, siguiéndole el paso.
-Es lejos.
-¿Caminarás hasta allá?
-Si, ya perdí el autobús.
-No, mejor espera aquí.- mencionó el pelinegro negando y sosteniéndolo de la muñeca.
-¿Qué haces?- preguntó el castaño al ver como el contrario marcaba un número desde su teléfono.
-Llamar un taxi.- sonrió.
-No tengo con qué pagar.
-Yo lo pago.
Así, ambos esperaron en silencio, el castaño miraba de vez en cuando al pelinegro y el contrario tan solo sonreía al sentir aquella mirada curiosa.
-Cada vez que salgas del trabajo, ¿puedo acompañarte?- el castaño solo asintió y, el pelinegro sonrió aún más.
Una vez más, reinó el silencio.
-¿Porque trabajas a tan joven?- preguntó el pelinegro.
-Necesito dinero- respondió el castaño evitando mirarlo que.
-Es bueno.- sonrió.
-¿Tu trabajas?
-Algo así...- El pelinegro se rasco la nuca.- La mirada curiosa de Will no paso desapercibida, y entonces sonrió para responder. -Soy escritor.
Will lo miró sorprendido.
-Interesante, tal vez algún día pueda leer una de tus obras. -ambos compartieron una sonrisa.
El taxi llegó antes de que pudieran seguir hablando. Demian pagó el viaje y se despidieron con un apretón de manos.
Mientras Will se alejaba en el taxi, no pudo evitar mirar la crema que había usado con Demian. Por su parte, el pelinegro se quedó observando cómo el vehículo desaparecía en la distancia, con una sonrisa tonta en los labios.
Pequeños lazos habían comenzado a formarse entre ellos, y aunque no lo sabían, serían casi imposibles de romper.
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Actualización para no olvidar que tengo esta historia. Espero que algún alma lea esto, igualmente me encanta subirla a ver si alguien le gusta.