Consecuencias

04

Jamás se detuvo a realmente pensar en su condición física.

No hasta que comenzó a correr dos horas diarias con All Might diciéndole que no se detenga.

O hasta que se vio obligado a correr con dos perros presumiblemente violentos detrás suyo.

Quizá la duda llegó a su mente cuando dio la más gloriosa bocanada de aire que jamás experimentó en su vida luego de con mucho esfuerzo subir a la rama de un árbol para evitar ser mordido por uno de esos perros.

Sintió un nudo establecerse en su garganta cuando lo único que pudo escuchar en las cercanías era el ladrido histérico de los canes que lo perseguían hacía ocho calles atrás. Fue como sentirse horriblemente desamparado.

Se cuestionó cuanto tiempo debería quedarse ahí arriba hasta que los animales renunciaran a él, pero su duda fue resuelta cuando el vibrar de su teléfono le sorprendió casi haciéndole caer de la rama en la que se encontraba sentado.

Las manos le temblaron con más violencia que antes y dio una mirada rápida a sus alrededores antes de observar la pantalla del dispositivo percatandose del número desconocido señalado en la pantalla.

Hizo una mueca cercana al dolor y apoyó la cabeza en el tronco del árbol para contestar la llamada conteniendo la torpeza lo mejor posible.

"¿En donde demonios estas?"

Fue directo, y Midoriya no tenía idea de si eso era algo bueno o no.

Pero sus dudas carecían de importancia cuando había un hombre claramente dispuesto a hacerle daño esperando una respuesta al otro lado de la línea.

—Yo- Yo estoy en... —Sus ojos volaron rápida y torpemente por los alrededores en busca de alguna señalización que pueda ayudarle a saber exactamente en dónde está. Había uno a lo lejos, sin embargo fue incapaz de interpretarlo correctamente por la distancia.

"¿Sabes que? No me importa. Apresúrate y trae tu trasero aquí"

Casi sintió ganas de llorar pero la voz del otro lado de la línea fue suficiente para persuadirlo.

"Y juro que te golpeare si te atreves a llorar"

Movió los labios silenciosamente esforzándose por dar una respuesta pero el pitido que anunciaba el final de la comunicación fue más veloz.

Sus labios se juntaron y torcieron en una mueca de anticipación al dolor en el momento en que observó a los animales unos metros hacia abajo y analizó la mejor forma de bajar y seguir corriendo minimizando los daños tanto como le fuera posible.

—Ok... —Murmuró apoyándose en la estructura de madera para ayudarse a mantener el equilibrio y buscar una pose para saltar. —Yo puedo, yo puedo. —Se alentó a sí mismo. —Yo puedo, yo puedo, yo... Yo no puedo. —Y salto. No se molestó en preocuparse por el dolor de la torcedura en su tobillo a causa del poco planificado aterrizaje porque el ladrido a sus espaldas bastaba para hacerle consciente de que sería infinitamente peor si se dejaba alcanzar.

Cerró los ojos con fuerza y los abrió de inmediato siendo que se conocía lo suficiente como para predecir que si corría de esa forma acabaría tropezando.