Capitulo 4 Trek - Día de un perro

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     - ¡Oh si! ¡Mas por favor! ¡Mas duro! - Gritaba la zorra que me tomó solo un par de días enamorar.

     - Te encanta y lo sabes perra, sabes que si, ¡disfrútalo!

     - ¡Si amo! ¡ Vamos! ¡Dámelo todo mi amor! ¡Destrozarme es lo que vas a lograr como ningún otro hombre! 

     - Así me gusta, entregada y obediente, así estarás para mi, siempre - Exclamé mintiéndole, solo quería sacarme las ganas usándola.

     Tomé la correa de cuero que había dejado de lado y la sujeté con fuerza para ajustarla mas a su cuello, veía como se moría de placer mientras gemía con desespero mientras la follaba, ella a cuatro patas frente a ese gran espejo entregándose por completo a mi, que recién la había hecho acabar solo con mi boca, verla tan dócil ante mi, su dueño, su nuevo amo y señor, definitivamente adoro ver a mujeres estúpidas entregarse en cuerpo y alma.

      Aprovecharse de la ingenuidad y debilidad para sacar provecho, eso hace un ganador. La giré y recosté en la cama, deseaba observar lo que causaba a su cuerpo, di todo de mi entre sus piernas, mordí su cuello para hacerla gritar, la alcé y coloqué contra el espejo para seguir asi un poco mas.

     - Por favor, no pares nunca, me entrego a ti, soy tuya mi amor - Decía ella tartamudeando por el placer y entre gemidos.

     La arrojé hacia la cama para poseer su cuerpo con mas comodidad, sabría lo que un hombre poderoso podría hacer. Recorrí los bordes de su sexo con mi mano izquierda mientras la dejaba devorar los dedos de mi mano derecha, estaba perdida en el placer, usar ese afrodisíaco había sido una buena idea. Coloqué sus tobillos en mis hombros para poder disfrutar mas de su rostro, fue tan divertido ver a otra idiota caer ante mi, débil, dócil, obediente, éste es mi papel, amo y señor. Lo que mas disfrutaba era su estado, la novia de mi mejor amigo, ese idiota que no sabe como tratar a una mujer, como las perras obedientes que tienen que ser. ¿Flores? ¿Dulces? ¿Amor? ¿Atención? Una mujer obedece a su dueño, punto y final.

     Separé sus piernas y fui por su boca, la sujeté por el arnés y lo ajusté para aumentar su placer, divertirme con éste juguete que le robé a un estúpido mas. Acabé dentro de ella, a final de cuentas ella es mi deposito y nada mas.

     - Mi amor, que rico se siente todo de ti dentro de mi - Exclamó ella que quedó agotada y temblando.

     - Lo sé nena, lo sé.

     - Dejaré todo para ser tuya.

     - ¿Y tu novio? - Pregunté riendo por dentro.

     - Olvídalo,  lo dejé antes de que tuviéramos sexo, es un buen tipo pero necesito de alguien que me ame y me trate como tu, sé que me amas mas que a nada en este mundo, la forma en la que me haces el amor es única. Sus estudios y sus trabajos humildes, como si tuviera futuro, pero tu de cantante y tus trabajos, ambos seremos felices juntos mi amor.

     - ¿Me amas? - Pregunté.

     - Mas que a nada mi amor - Respondió feliz.

     - Que bueno nena, hablaremos de nuestro futuro luego, tengo que atender unos asuntos de mi trabajo.

     - Ésta bien mi dueño, yo atenderé mis asuntos de hoy, te esperare ansiosa, te espero esta noche, reservé los boletos para el vuelo a España, vendí todo para los boletos, que bueno que me dijiste que nos recibirán allá, podremos empezar juntos desde cero y ser felices juntos.

     - Claro nena, nos veremos esta noche en aeropuerto de Maiquetía.

     - ¡Te veré allá! - Gritó ella.

Rebelión orquestadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora