Amelia se despertó debido a un sonido rítmico que venía de algún lado.
Después de dormirse por segunda vez en ese lugar no pudo descansar como debería y su sueño fue ligero. Así que al despertarse le dolía la cabeza como si le hubieran pegado con un martillo.
Miró a su alrededor, las luces estaban apagadas y el personaje principal que estaba en el otro sofá había desaparecido. Eso no la hizo sentir mejor. Ya no sabía qué debería hacer en esa situación. Lo mejor era no tener interacción alguna pero tuvo el presentimiento de que las cosas serían más complicadas de lo que debería.
Quizá suene ridículo darle tanta importancia a un nota, pero no era cualquier nota, era un nota de Emilia, con su escritura y firma. Lo sabía porque fue hace poco en la universidad que se interesó por estudiar grafología. No había escuchado que una ciencia así existiera pero le abrió un nuevo mundo.
Y es debido a eso que puede notar cosas tan desapercibidas como el detalle de que Emilia siempre escribe la B de su firma teniendo un gancho al final, pues hace parecer que es la letra R, lo cual tendría sentido ya que es esa letra con la que sus apellidos terminan.
Emilia Bauer
Lo que le parece extraño es que entre las palabras hay signos de temblores. Como si tuviera alguna dificultad.
Tampoco había estudiado lo necesario para saber que significaba algo así, pero sí como para tener en cuenta que la caligrafía de una persona puede revelar sus emociones.
Retirando todos esos pensamientos de su cabeza decidió enfrentar la realidad. Se sentó en el sofá estirando su cuerpo hasta que volvió a escuchar el sonido rítmico que venía de alguna parte de ese lugar.
Se levantó y caminó hacia el apagador de la pared con el que ya se había familiarizado mientras sentía un dolor sordo en la cabeza, eso casi la hace arrodillarse en el suelo. De repente le vino un mareo que hizo que todo a su alrededor diera vueltas. Su reflejo instintivo fue agacharse y lo hizo obligándose a respirar hondo para relajar su cuerpo.
Sus rodillas tocaron el piso a la vez que sintió un liquido escurriendo de su nariz, junto a un sabor oxidado y caliente en su garganta. Bajó la cabeza y de inmediato se tapó la nariz, la apretó ligeramente mientras cerraba los ojos.
La epistaxis era algo recurrente en su vida, le había pasado por lo menos 8 veces en el mes de Junio. Se debían a un tipo de estrés. Pero no entendía el motivo en ese momento. Desde que llegó con Emilia a Taipei ha dejado de preocuparse por muchas cosas, aunque es cierto qué hay estrés no es nada exagerado.
Escuchó pasos y vio al hombre de antes de pie en el pasillo entrando a la sala, encendió las luces y cuando éste la miró se sorprendió. Rápidamente caminó a la barra de bar donde había una servilleta. Se acercó a ella y se agachó a su lado. Le puso la servilleta directamente en la nariz.
–¿Estás bien?
La mirada de esos ojos era algo muy especial. Ella sabía que no era el momento, pero se sintió inmediatamente atraída por esos ojos que parecían tener estrellas propias.
Sin embargo, reaccionó rápidamente. El hombre le cedió el puesto agarrando la servilleta y la ayudó a sentarse en el sofá.
–Muchas gracias. –dijo ella, intentado que su voz no revelara su distracción.
–No hay de qué.
Amelia entonces tuvo tiempo de mirar de nuevo a esa persona. Aunque durmiendo se veía como alguien tranquilo y educado, despierto también era educado pero para nada tranquilo.
Había conocido a muchos chicos gracias a Emilia, la mayoría de ellos eran como su hermana: jovenes con hormonas alteradas. Tenían diferentes personalidades pero todos coincidían en que tenían labia. Con esa característica de que donde quiera que iban las mujeres los seguían como abejas a las flores. Algunos eran ensimismados, otros sentimentales y algunos divertidos, pero también existía un tipo en especial; el tipo coqueto. Con un encanto natural.
El hombre frente a ella era así, contrario a esa atracción sexual formada por la experiencia cuando te juntas con personas como Emilia, ese hombre parecía ser totalmente involuntario y natural.
Hasta que claro, miras hacia abajo y te das cuenta que solo tiene puesta una camisa y está totalmente desabrochada revelando sus abdominales marcados. Tenía los mismos pantalones holgados, pero después de agacharse solo lo hacían ver perezoso y casual. Entonces sabes que ese encanto natural puede no ser involuntario.
Miró al sujeto, el hombre extraño con el que su hermana la emparejó esta vez y por primera vez no se sintió tan decidida a escapar.
Claro, fue solo un pensamiento.
Y Jungkook, quien no tenía idea que ya había conquistado a alguien por su apariencia miró a la mujer que le sangraba la nariz con algo de duda. ¿Esa mujer sabrá la situación en la que se encuentra? Esperaba que al despertar lo acusaran de secuestro o acoso, pero contrario a ello la mujer parecía no tener prisa, además de había señales obvias de malestar físico.
Fue por eso que tampoco dijo nada. Aunque no le gustaría quedarse por demasiado tiempo, tampoco tenía prisa por irse, de hecho, era la excusa perfecta para lo que había estado haciendo dos meses antes de llegar ahí.
Esconderse.
Con esa idea en mente él también se relajó.
–Espérame aquí. –le dijo a la mujer.
Se levantó, y regresó por el pasillo. Anteriormente había buscado por todo el lugar una salida, y se supone que encontró una pero no era fácil abrirla, fueron dos horas de contemplación y a veces un esfuerzo físico que terminó siendo inútil donde por fin decidió rendirse. No es que pensara que resolver las cosas con fuerza bruta diera resultados, pero sentía que se debía a sí mismo el intento.
Caminando de nuevo por los pasillos que recordaba encontró de inmediato la cocina. Sirvió un vaso de agua y cuando estaba a punto de volver a salir vio en la isla de la cocina un folleto.
Se acercó y lo miró sin levantarlo.Había encontrado ese folleto instructivo en una de las habitaciones de la casa. Además de la entrada él presiente que esa habitación es muy especial y eso radica en que está vacía casi por completo, solo tiene un mueble con una pluma y una carpeta de hojas blancas donde había encontrado ese instructivo.
En la pared también hay una abertura como de buzón, pintado a su lado hay una flecha que dice "¿Qué necesitas?"
La intención es obvia. Y lo confirmó con el contenido donde prácticamente decía qué tipo de pasos a seguir hay que hacer para solicitar suministros, entre otras cosas que revelaban la naturaleza de ese lugar.
Mirando de nuevo ese papel y el vaso en su mano decidió dejar el tema para después. Su compañera no parece estar en condiciones para aceptar tanta información.
Amelia se inclinó en la barra del bar para ver su reflejo en el espejo detrás de las repisas, se limpió la nariz y la boca donde su sangre había llegado y por último se limpió las manos. Habría preferido buscar un baño pero temía perderse además de que no podía evitar sentirse mareada después de dar dos pasos.
Después de limpiarse se deslizó por la pared hasta sentarse en el suelo, su cabello ya recogido en una coleta le dejaba ver que su piel estaba pálida. Así como también se dio cuenta de que no recordaba haberse puesto esa ropa. Pero asumió que estaba demasiado borracha para recordar algo.
E incluso ella misma se cuestionó ese pensamiento. ¿Cómo podría estar borracha si ella no bebe a menudo? Lo hace únicamente cuando esta sola en su casa, jamás lo haría con Emilia.
¿Qué fue lo que olvidó? ¿Por qué pensar en ello le hace sentir un asco instintivo?
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Encerrados: Jungkook [SOS #1]
Fanfiction«Somos cómplices de un amor fugaz». De repente y sin aviso Amelia se encontró en una casa a lado de un desconocido. La única explicación a esa situación la encontró en las interminables experiencias que tuvo con su hermana Emilia, misma que único pr...