"Pertenecer era una muy palabra fuerte, su propio hyung lo había dicho, como él empezó a pertenecer a Beomgyu después de tantos altos, bajos y muchos años de relación; sin embargo, Soobin quería pertenecer también, incluso si aún no comprendía al ci...
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Soobin había tenido razón.
Cuando llegó al departamento Kai estaba más que despierto, podía escucharlo maldiciendo a su manera desde la puerta principal y posiblemente ni siquiera había notado que Soobin había llegado dado que el pelimorado y su llegada fueron eclipsados por el sonido de un tutorial de Youtube sobre cómo freír tocino en su punto exacto.
Aunque, juzgando por el aroma, no le estaba yendo muy bien.
—¡Maldita sea! —Hueningkai sólo maldecía en dos ocasiones: cuando verdaderamente estaba enojado o cuando algo le dolía o lo sorprendía tanto como para no poder evitarlo. Debía estar quemándose con el aceite que salta con el tocino.
Mucho peor, lo estaba friendo con aceite cuando el tocino no lo necesita.
Fuera como fuera, Soobin se apresuró a la cocina, quitándose la hoodie que llevaba y tirándola en el sofá de la sala. Llegando a la cocina, Kai estaba luchando contra la sartén, tratando de mantenerse lo más alejado de las gotitas de aceite que chispeaban, escogido en sí mismo y con el delantal mal puesto. El mayor sacudió la cabeza para sí mismo, se estaba reprendiendo internamente por dejar solo al castaño por tantas horas cuando el chico nunca aprendió a cocinar; había tratado de niño, pero simplemente no se le daba y sus madres tampoco lo presionaron a hacerlo, ni siquiera porque se mudaría a Seúl.
Ambas sabían que Soobin y Hueningkai se complementan; el pelimorado cocina y el castaño ordena ya que el más alto era un desastre andante.
Claro que ellas no contaban con ellos peleándose.
Soobin tenía suerte de haber llegado antes de que se le pudiera virar el sartén por no sostenerlo bien.
—Déjame, yo lo hago. —dio a relucir su presencia el mayor mientras se acercaba al castaño, quien reaccionó sobresaltado, y lo apartaba de la hornilla, quitándole el delantal que llevaba mal colocado para ponérselo él.— Tú sólo ve a sentarte, ¿okay?
Sorprendido era una exageración para lo que Kai estaba. En el momento en que se levantó y revisó silenciosamente si Soobin ya estaba despierto haciendo el desayuno se encontró con la sorpresa de que el mayor no estaba, el menor asumió que se había ido en medio de la noche y durmió en algún sauna o regresó a la universidad para seguir bebiendo con los sunbaes. Sin tener que saber la respuesta y fundido en su orgullo, Huening se rehusaba a llamarlo, peor con la confesión de la noche anterior, si Soobin lo recordaba prefería desaparecer a encararlo.
El castaño obedeció sin objetar, sin saber que decir exactamente, buscando su asiento en la encimera y balanceando una de sus piernas por los nervios. ¿Soobin recordaba lo que había dicho? Dios, Kai esperaba que no. El castaño en serio se había puesto a rogar a cualquier deidad que lo pudiera escuchar para que le concediera el deseo de su hyung olvidando lo que había pasado entre ellos.