"Pertenecer era una muy palabra fuerte, su propio hyung lo había dicho, como él empezó a pertenecer a Beomgyu después de tantos altos, bajos y muchos años de relación; sin embargo, Soobin quería pertenecer también, incluso si aún no comprendía al ci...
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—¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! —insultarlo fue la primera reacción que tuvo Felix tras Soobin contarle todo lo que había pasado. Ambos, Bangchan y el rubio, se habían dividido para sacarle información a sus amigos, debió haber pasado algo malo la semana anterior para que no se hablaran desde entonces. Claro que tal vez fue mala idea que Felix tomara a Soobin y Chan a Kai, Bangchan era mejor controlando su ira y Felix era mejor con las palabras a la hora de dar consejos. Si se hubieran dividido mejor, Felix no estaría pegándole con la cabeza al pelimorado con unas hojas.— Te dije que le contaras, no que fueras a meterle la lengua por la garganta.
Soobin, quien se cubría la cabeza de los golpes inofensivos de su amigo con sus brazos, se quejó en un gruñido.
—¡No hice eso!
—¡Pero lo besaste, tonto!
—¡Fue en el calor del momento! —se excusó nueva y pésimamente el pelimorado, como si llevara muriendo por dentro por aquel beso desde hace meses.
Y es que aún podía recordarlo.
Soobin había creído que sólo sería un roce de labios, se daba a sí mismo máximo unos cincos segundos antes de ser pateado por el menor, pero, a pesar de quedarse tan quieto como una estatua, los suaves belfos de aquel lindo castaño se movieron contra los suyos. Sus labios eran tan dulces como Soobin se los imaginaba y, aunque no era su primer beso, era la primera vez que el mero contacto con los belfos de otra persona le quitaba el aire. Se permitió acunar aquel terso y bello rostro entre sus manos, ladeando su cabeza en busca de probar más de esos exquisitos cerezos, con Kai inconscientemente enderezándose en busca de más contacto, era probable que el menor se sintiera igual que Soobin para estar rindiéndose ante el beso; al fin sentía paz, como si todo se apagara a su alrededor y el mundo fuera sólo de los dos para hacer lo que les plazca, besarse era correcto, así se sentía, su corazón lo confirmaba por ellos.
Era un beso inocente, dulce y tranquilo, y Soobin estaba más que seguro que podría pasarse la vida entera degustando de los labios de su mejor amigo.
Y quizás lo habría hecho por un rato más, de no ser porque dos adultos rompieron su mágica burbuja.
—Chicos, trajimos Hawaiana, es tu favorita, Hyu...—Yeonjun dejó sus palabras en el aire al ser la imagen de sus dongsaengs besándose lo primero que veía y lo recibía en la habitación, dejándolo boquiabierto.—... ka. Oh, por Dios.
Allí fue cuando Huening abrió sus ojos de golpe y dio un salto hacia atrás, alejando a Soobin empujándolo de los hombros, como si los belfos adversos quemaran más que el mismísimo fuego de llama azul.