Capitulo 11: PICANTES REENCUENTROS.

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- ¿Pero que diablos? - pregunté a Brust a través de la reja policiaca - ¿Que es lo que pasa? Dimelo ahora.

- Pasa que desorbite la situación con mi padre. - sonrió.

- ¿Y eso tiene gracia?

Brust me miro contento, recargando las manos en la barra media de la reja negra. Después dio una vuelta en su propio eje y manoteo arriba y abajo desesperado; me reuní con el policía del escritorio principal y le pedí un monto para que Brust saliera, en cuanto lo dio pagué el significativo y subimos al coche juntos.

Guardamos silencio, largo silencio para ser precisa. Vi el retrovisor ciertas veces abriéndome paso entre dos coches lujosos, después vi a Robert, que estaba tan preocupado como resentido. Entramos a casa y le pedí sentarse frente a mi en el comedor.

- ¿Que pasa? - serví dos platos a la mesa.

- ¿Que haces?

- No respondas con preguntas - refunfuñé un poco - pregunte, ¿que pasó?

- Peleé con mi padre. - suspiró llano - Nos reencontramos en una banca, un parque no muy lejano de aqui.

- ¿Y? Desapareciste días Brust. ¿Me escuchas? - pregunté molesta - Dias.

- A eso voy, las cosas salieron bien. Me invito a casa y saludé a mi familia con una alegría como nunca antes. - tomó el vaso y bebió un sorbo de jugo - Carla esta bien, Anthony sigue la secundaria y el mayor esta casado, mi madre no me tiene resentimiento ni nada por el estilo.

Tomé los pedazos de pollo del microondas y los puse en los respectivos platos, pude notar las lagrimas de Brust que limpió tan rápido para que no me diera cuenta pero fue inutíl.

- Pasé los dos días bien, a su ritmo - prosiguió - salí con mis hermanos al valle y recorrimos buen tramo en bicicleta. Carla y Anthony parecen favorablemente educados, mientras yo... Yo... - carraspeó.

- Tu no eres peor Brust, si es lo que piensas - di un mordisco al pollo - solo eres de otro tipo de personas, de las mías por supuesto. Pero dime, ¿porque peleaste con el?

- Es estúpido que te lo diga.

- No lo es.

- Lo haré, ¿de acuerdo? - puso una mano sobre su cara - fuimos a la granja donde le ayudaba antes, hizo una confesión terrible y le golpeé hasta el alma. Pedí disculpas pero.. - apoyo el mentón en su pecho quebrantando su voz - pero cuando fuimos a casa, le conté todo a mamá y el me descubrió viéndonos desde el living.

- ¿Una confesión terrible? Ya veo - rodé los ojos - entonces el te golpeó primero, ya que te descubrió con tu madre ¿o no?

- Así fue - se paró de la mesa - y ahora perdoname, pero quiero estar solo.

No dije nada y Brust se retiró por la escalera, escuche el pomo de la puerta que protegía la habitación de huéspedes y cerró enseguida, pude darme cuenta de su tristeza al sentir que arruinó a su familia de cierta forma pero era imprudente la situación (para mi desconocida) de su padre, estaba segura.

Recordé estar a unas horas a la llegada de mis padres y limpié el desastre del primer piso en una hora.
Subí a mi habitación y dejé que mi alma descansará un buen rato.

A la mañana siguiente, siendo tarde a mi parecer, baje para encontrar a Brust tal vez viendo la televisión o jugando los videojuegos de mi hermano menor pero en ves de eso, estaba recargado en la ventana que daba al jardín donde jugaba el perro divertido.

Le miré unos segundos hasta que volteó por la presión sentida. Me aproximé a el y pinché sus labios de un beso suave, toque su hombro y en silencio divagué su estructura corporal, le notaba distraído, corpulento tal vez. Tomé su mano y lo lleve al sofá encendiendo el gran televisor.

CARIÑO INCONCLUSO.☝️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora