Después: Capítulo 41.

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Siete años después.

Despertó con el sonido estridente de su nueva alarma, que por alguna razón Linda había creído que era una buena compra. Giró sobre su espalda hasta dar con la figura de su novia, que permanecía ajena al estridente ruido que soltaba el aparato infernal; la primera mañana que había despertado de esa manera casi se había caído de la cama y, para su sorpresa, Linda ni siquiera había dado señales de notarlo. Fue entonces que Paul se dio cuenta que definitivamente tenía oídos más sensibles que su novia.

Apagó el aparato con más fuerza de la necesaria y salió de la cama para bañarse antes de irse a su trabajo. El verano estaba comenzando y con ello, la incomodidad nocturna de una cama caliente que solo lo hacía sudar.

Mientras el agua refrescaba su piel, Paul escuchó a Linda preparando el desayuno, cosa que lo alivió muchísimo, puesto que tenía una cantidad aterradora de trabajo por delante. Se vistió lo más rápido que pudo, colocándose su traje favorito y solo una camisa blanca; no tenía ánimos para soportar una corbata o un saco.

—Buenos días —le dijo Linda en cuanto salió de la habitación, batallando un poco con el último botón de su camisa. La mujer se inclinó a besarlo y mientras lo hacía, ajustó el botón rebelde.

Esa era una de las cosas que más le gustaban de Linda, siempre parecía saber qué necesitaba.

—Tostadas y huevo, porque sé que tienes prisa —le dijo Linda, mostrándole el desayuno. Paul sonrió, agradecido por tener a Linda en su vida.

Tomó asiento mientras Linda terminaba de preparar el té, disfrutando de su desayuno y haciendo un recuento rápido de lo que tenía que hacer durante el día: Una junta de asignación, típica de cada comienzo de mes, después tendría que comenzar con la corrección del libro que pretendía hacer un retelling de Romeo y Julieta que, para su gusto, era innecesario. Presionar al departamento de diseño para que terminaran de una buena vez con la portada y enviar las correcciones al autor, con el que seguramente mantendría una nueva discusión sobre las largas descripciones que hacían que el libro fuera insoportable.

—Pareces angustiado —comentó Linda, dejando su té frente a él. Paul hizo su mejor intento de lucir despreocupado.

—Solo estoy aquí, pensando de nuevo cómo es que acepté ser corrector de estilo en una maldita editorial tan inglesa.

—Tienes razón, solo a un inglés se le ocurriría volver a contar la historia de Romeo y Julieta —afirmó Linda, sentándose frente a él.

— ¡Es innecesario! ¡Todo el mundo sabe que se mueren! —tomó un sorbo de su té, tratando de mantener la calma—. Pero no, Amos está convencido de que su visión moderna de Romeo y Julieta hará que sea un clásico actualizado.

Había empleado el tono pretencioso que Amos, el autor, empleaba con Paul cada que este le decía que su historia iba mal encaminada, lo que hizo reír a Linda.

—Ni siquiera tengo idea de cómo autorizaron la publicación de esa cosa. A menos de que el tipo ponga un maldito dragón al final, nada va a sorprenderme —llevó a su boca más comida de la necesaria y revisó su reloj, saltando de su asiento cuando se percató de que ya iba cinco minutos tarde.

—Lo siento, no puedo terminar el té —se disculpó, poniéndose de pie rápidamente y tomando su tostada entre los labios.

Salió de la casa a toda velocidad, olvidando despedirse apropiadamente de Linda. Tomó el coche y condujo a través de la ciudad a más velocidad de la usual, pero le pareció justificable cuando logró llegar a su trabajo de forma puntual.

Corrió a tomar el ascensor para llegar a la sala de juntas, mientras se preguntaba cómo diablos se le había hecho tarde, si el maldito despertador del infierno había sido demasiado puntual.

Al llegar, la junta ya había comenzado, y Paul tuvo que arrastrarse a su asiento lo más discretamente posible. Durante los siguientes 20 minutos, Paul perdió el hilo de todo lo que estaban hablando, pues a él no le incumbía mientras continuara atascado con el maldito retelling de Romeo y Julieta. Pensarlo le daba dolor de cabeza.

— ¿McCartney? —escuchar su apellido hizo que volviera a prestar atención, apenado de haberse perdido en sus pensamientos—. ¿Cuánto tiempo más va a tardar la corrección de Romeo y Julieta? Ya pidió una prórroga de 15 días...

Maldito Amos, iba a matarlo.

—Estamos en los últimos capítulos, solo que parece que mis opiniones con las del autor muchas veces no coinciden, y encontrar un punto medio nos cuesta tiempo —explicó.

—Y a mí me cuesta dinero —gruñó su jefe.

—Claro, pero... bueno, de igual forma, el departamento de diseño aún no me ha presentado las propuestas para la portada y tengo entendido que ellos fueron los que solicitaron la extensión del periodo.

Paul miró a su jefe, sintiendo las ondas de desprecio que le enviaba con cada segundo que mantenía sus ojos fijos en él.

—Presione al departamento de diseño, McCartney. Y quiero la corrección final en una semana. Eso es todo.

Paul soltó un suspiro antes de ponerse de pie, aliviado de que su jefe no lo hubiera humillado más de lo necesario. Reordenó rápidamente sus prioridades, aceptando que era mejor ir directo al maldito departamento de diseño a asesinar a Claire para que comenzara a trabajar en su portada de una maldita vez.

Tomó el ascensor de nuevo, esta vez para bajar dos pisos y al entrar en la oficina de Claire tuvo un pequeño ataque de ansiedad al ver el desastre que supuestamente era el departamento de diseño. Claire tenía 25, igual que Paul, pero ahí acababan todas sus similitudes, puesto que a Paul le gustaba pensar que él no se veía para nada como la mujer, cuyo cabello rizado siempre parecía haber sufrido una explosión de gas y sus ojos siempre estaban tan hinchados como si acabara de despertar.

— ¡Oh, no! ¡Tu portada! Lo siento mucho, Paul. Lo olvidé de nuevo. —la mujer se encogió en su escritorio, que estaba repleto de bocetos en distintos puntos del proceso.

—Bueno, será mejor que no lo olvides de nuevo. El jefe ya está demasiado molesto por el atraso de quince días, no creo que tolere uno más —comentó Paul duramente.

—Te juro que tu diseño es el siguiente, pero he estado trabajando con un autor exigente. Malditos americanos. Él y su maldito asistente quieren que su portada sea un ojo verde, ¡verde, Paul!

—No suena complicado —confesó Paul, comenzando a sentir un poco de lástima por la mujer.

— ¡Exacto! ¿Pero sabes cuántos ojos verdes he dibujado estos días? Demasiados. Mis sueños comienzan a verse verdes, pero ningún verde parece ser el indicado.

— ¿Y no has pensado en decirle a su editor que...?

— ¡Alto! —gritó Claire, poniéndose de pie de un brinco, asustando a Paul. La mujer comenzó a revolver sus bocetos de un lado a otro como maniática, haciéndole creer a Paul que estaba en medio de un ataque de pánico, pero antes de poder decidirse para comenzar a pedir ayuda, Claire sacó una cámara instantánea de su escritorio.

— ¿Te importa si tomo una foto de tu ojo, Paul?

— ¿Mi ojo? ¿Qué diablos tiene mi ojo?

— ¡Creo que es el tono correcto de verde!

Durante un momento, Paul se planteó seriamente la idea de mandar al diablo a Claire, pero decidió que era mejor cooperar, con una condición.

—Si dejo que me tomes una fotografía, ¿prometes comenzar a trabajar con mi maldita portada?

—Claro, de inmediato.

Paul soltó un suspiro, se armó de valor, y dejó que Claire tomara la fotografía.

—Bueno, eso es todo, Paul. Mañana llevo a tu oficina los bocetos para la portada —Paul sonrió satisfecho y salió de la caótica oficina, sintiéndose ligeramente utilizado. 



Capítulo especial (y un poco retrasado) para celebrar que por fin tengo 1K seguidores. Suena increíble, pero yaaas, se logró. ¡Gracias a todas por su apoyo! Y les prometo que el final de Blind no es tan malo como parece, jajaja. 

Blind. [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora