3. Persecución (Will)

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Habían pasado seis días desde que Nico se había disculpado. Le había llamado por teléfono móvil innumerables veces y por más que lo hiciera, Nico no respondía. El séptimo día, le llamé un par de veces a la mañana y como no respondía me fui a trabajar. Entonces me sonó el móvil. Como me había sonado muchas veces a la semana pero no era Nico, supuse que éste tampoco lo era y cuando vi el nombre ‘Nico’ en la pantalla, casi me caí de la silla.

“¡Nico! ¡Ya era hora!”

“Lo siento, Will, es que estaba trabajando.”

“¿En serio? ¿Y en qué trabajas?”

“Eso… te lo contaré más tarde. ¿Puedes venir a la plaza de la última vez?”

“Sí, por supuesto.”

“Genial, te veo en cinco minutos.” Le pedí a mi secretaria el día libre y me dijo que sí que podía salir así que salí corriendo. Cuando llegué a la única persona vestida de negro.

“¡Nico!”

“Hola Will.” Me acompañó hasta un banco y nos sentamos. “Tengo que hablar contigo. Le he hablado a mi jefe sobre ti y creemos que podrías trabajar con nosotros.”

“¿Y qué trabajo es?”

“Soy detective.”

“¡¿Qué?!”

“Baja el volumen.” Me pidió. “Soy detective y ayudo a la comisaría descubriendo cosas que ellos no ven a primera vista.”

“Eso mola mucho.” Dije.

“Bueno, entonces ¿te apuntas?”

“No sé, primero tengo que pensarlo.”

“Vale, mientras tanto, ¿quieres un helado?”

“Sí, por favor.”

“Invito yo.” Fueron a la heladería más cercana. “Hola, ¿hay helado de chocolate negro?” Preguntó Nico. El dependiente le dio un helado de chocolate enorme. “Will, ¿qué quieres tú?”

“Uno de vainilla, por favor.” Nico pagó por mí y caminamos un rato. “Oye, esa es mi vecina, ¡Christy!” La saludé. Ella se dio la vuelta y me sonrió. Entonces un chico vestido de negro montado en moto pasó y le quitó el bolso a Christy.

“¡Will! ¡Quédate aquí!” Me gritó  Nico. Me dio el helado y salió corriendo… en la dirección contraria.

“¡Eh! ¡Nico! ¡Por allí no es!” Me quedé esperando y unos segundos después Nico llegó montado en moto.

“¿Montas, listillo?” Me preguntó con una sonrisa socarrona. Le respondí montándome de un salto. Nico me puso el casco y arrancó pero como no me había dado tiempo a agarrarme a su cintura, casi me caí. Nico me agarró de la mano y me ayudó a agarrarme fuertemente. Pisó el acelerador tan fuerte que temí que fuera a romperlo. En unos segundos estábamos a un metro del ladrón.

Yo me agarraba a la cintura de Nico lo más fuerte que podía. Entonces, Nico saltó una luz y Nico maldijo por lo bajo en un idioma que parecía… ¿italiano?. “¡Lenguaje!” Le dije.

“Me van a poner una multa por esto.” Me explicó. Unos minutos después estábamos llegando al Golden Gate. “Agárrate fuerte.” Me avisó Nico.

“¿Más fuerte de lo que me estoy agarrando ahora?” Bromeé. Le hice caso de todos modos y, menos mal, porque de repente Nico le dio a un botón y pisó el acelerador aún más fuerte. Se subió a la barandilla y adelantó al ladrón. Entonces oí una sirena detrás de nosotros y vi que era la policía. De repente, Nico giró el volante y salimos despedidos… hacia abajo. Entonces, cinco segundos antes de estrellarnos se abrió un paracaídas. Nico me rodeó con su brazo y aterrizamos con cuidado en el puente. Por fin.

1. Opuestos (Enamorados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora