Capítulo 2°

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["...Espera, espera, Gi, mira aquí.

Hay tanta arena, tanta...ahora piensa, un grano de esa punta de allá solo está destinado para siempre a otro grano de arena en esta punta, y pasa toda su eternidad viajando con el viento para poder encontrarle sin saber si realmente lo hará, sin saber si su grano estará en esta playa o en alguna otra, o atorado en el zapato de alguien que lo pisa al caminar.

Si los humanos son...somos como la arena, ¿Qué tanta suerte hemos tenido de encontrarnos tan temprano tu y yo, Gi?"

Kim Seokjin a Min Yoongi; llevaron a Cebolla por primera vez a la playa.

xx.xx.2019]

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Debía haber un límite en lo aturdida que podía verse una persona. Así mismo, pensaba Hoseok, debía haber un límite en lo extraña que podría verse una persona.

Como quiera, Min Yoongi estaba traspasando cada límite como si lo hubiese tomado como una competencia.

De alguna manera, Hoseok había logrado mantenerlo quieto y en silencio hasta que el maestro se fue, pero no había podido evitar que sus otros compañeros vieran al oh bastante aturdido presidente de la clase como si se hubiese drogado.

Lo cual Hoseok sospechaba, pero él no era alguien que juzgara los vicios de otros.

Hoseok estaba pagando méritos para su próxima vida o karma de su vida pasada, alguna de esas dos, porque debía haber un límite en lo que un compañero de asiento/amigo ocasional/ secretario de la clase, debería soportar.

Era media mañana y había perdido algo de rayos de sol; su pequeño reflector personal que le dejaba ver las partículas de polvo se había corrido hasta la espalda del compañero de enfrente que solo colocó su mochila como una especie de sombrilla incómoda.

Yoongi, su compañero aturdido estaba mirando todo con los ojos abiertos y un ligero temblor en las manos, ocasionalmente pellizcando su muslo, tocando uno de sus dedos en la mano derecha o buscando algo en su cuello que claramente seguía sin estar ahí como las últimas cuatro veces que buscó.

Su rostro estaba mortalmente serio, dando la sensación de una persona que definitivamente no tenía quince años y crecimiento óseo tardío.

Cuando la campana de receso sonó y el salón comenzó a quedarse vacío fue que Hoseok, por fin, liberó el agarre peligrosamente mortal que tenía sobre la nuca de Yoongi para permitirle moverse y, quizá, enloquecer con mayor libertad.

Se quedó en silencio, mirando a su compañero y evitando apretar los dientes que era algo así como una manía que su odontólogo odiaba profundamente. Yoongi, que seguía mirando todo con ojos un poco desenfocados, solo habló después de mucho tiempo de mirar de forma extraña la pizarra del salón.

—Por favor dime que este es otro sueño lúcido —se escuchó un suspiro de resignación. Había un borde extraño y afilado en su voz que Hoseok no había escuchado nunca antes. Tenías que saber que Min Yoongi tenía una expresión permanente de no dar una mierda por ti, pero realmente era bastante suave y bastante sensible, lo que se reflejaba en su voz que era baja y calmada y un poco, solo un poco, chillona cuando decidía alzar la voz.

Esta voz, la que acababa de escuchar, en el pensamiento de Hoseok, sonaba como la voz con la que hablaban los adultos de las películas ancestrales que le gustaban a su mamá.

Demasiado grave para un cuerpo escuálido y bajito y demasiado seria para alguien que miraba la pizarra en un estado de posible alucinación.

—Min, ¿Te sientes bien?

Su compañero giró su rostro hacia él con una mirada muerta —¿Me veo como alguien que se siente bien?...¿Ho...seok? —Jung abrió la boca para responder, pero antes de que cualquier sonido saliese de su boca, todo el cuerpo de Yoongi colapsó contra el escritorio con un golpe sordo y el rostro aplastado encima de su cuaderno abierto, dejando salir un gruñido como de un pollo a mitad de ser degollado, repitiendo la misma pregunta que Hoseok había escuchado demasiadas veces en un solo día —¡¿Dónde está mi esposo?!

Hoseok estuvo realmente tentado de llamar una ambulancia o algo así, ¿El directorio escolar tendría el número de un sanatorio? ¿Quizá un centro de rehabilitación de drogas?

—¿Cuál maldito esposo?

—No insultes a mi hombre, Jung.

—¡¿De qué mierda estás hablando?!

Hoseok miró a todas partes con pánico antes de poder respirar con alivio al descubrir que no había casi nadie en el salón, y los que aún se quedaban rezagados en sus pupitres estaban demasiado lejos de la esquina como para prestarles atención.

Él supo desde hace mucho tiempo que a Min Yoongi le gustaban los hombres, no era especialmente sutil al respecto de todos modos y una vez habían compartido una sola cerveza que encontraron en la nevera de la casa de Yoongi y de alguna manera habían conseguido que surtiera efecto. Efecto suficiente como para que Min llorase su enamoramiento con el tipo del equipo de baloncesto que, si le preguntabas a Hoseok, era un imbécil y no era guapo en absoluto.

Pero era mayor y a Yoongi parecían gustarle los tipos mayores. De hecho, parecía gustarle toda la maldita clase de último año.

A Hoseok no le importaba y honestamente lo encontraba un poco entrañable, pero era lo suficientemente consciente como para saber que estas cosas deberían mantenerse en secreto en su escuela y en esa ciudad.

—No sé con qué estabas soñando, pero me causa curiosidad saber qué tan maravilloso fue tu sueño como para hablar de matrimonio. Pensé que dijiste que serias un playboy toda la vida.

Aun haciéndose el muerto en el escritorio, Yoongi giró su cuello rígidamente hasta mirar a Hoseok con los ojos muy abiertos —¿Sueño?

Un rastro de pánico pasó brevemente por su mirada y desapareció igual de rápido. Por el contrario, una inquebrantable determinación pareció bañar sus ojos oscuros justo antes de que todo el cuerpo de Yoongi se irguiera con los hombros tensos y la expresión seria.

—En definitiva, no estaba soñando, ¿Qué mierda? No podría haber imaginado a mi maravilloso esposo incluso si me reinician el cerebro, así que ¿Dónde está Jin? —La última pregunta pareció habérsela hecho a sí mismo poniendo esa expresión de pensar demasiado fuerte que era, sinceramente, jodidamente divertida.

Hoseok no pudo evitar reír.

—Bueno, ahora, ¿Quién, en el mundo, es Jin?

—¡Mi esposo!

—...

—...

—Acompáñame a la enfermería. Tienes que decirme qué fue lo que tomaste y por qué no compartiste.

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Resonance | Ramé extra 2ºDonde viven las historias. Descúbrelo ahora