28. Un nuevo plan.

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Luego de contarle a Baxter y Levi lo que había sucedido con Mary ninguno hizo muchas preguntas al respecto, Levi parecía igual de enojado que Margot, por lo que Baxter intentó desviar la atención hacia el plan de emergencia para hablar con Frankie. Este ahora consistía en interceptarlo en la salida, después de la práctica con las animadoras, y hablar con él. Margot dijo que había conseguido una forma de distraer a Jenna que le resultó efectiva, y pese a que Levi le preguntó en qué consistía ella prefirió guárdalo en secreto. Prefería que estuviera distraída con la pelirroja que golpeando a Mary o a las otras chicas que molestaron a Sandy.

Durante el resto de las clases me limité a prestar atención y molestar a mi compañera de banco, pero estaba demasiado nervioso. Inclusive en la práctica de baloncesto tuve una muy pequeña ilusión de que Frankie viniera, cosa que obviamente no sucedió.

Las palabras del entrenador al finalizar la práctica nunca se sintieron tan eternas, por eso apenas dijo que podíamos marcharnos salí me fui corriendo hacia los vestuarios para cambiarme la ropa de entrenamiento, lavarme el rostro y bañarme en desodorante, provocando que mis compañeros comenzarán a toser como idiotas.

—¿Qué te pasa? ¿Finalmente enloqueciste? —cuestionó Jesse.

No estaba de humor para insultarlo, por lo que decidí ignorarlo mientras me colocaba la mochila.

—Te vemos en la salida, te juro que no vamos a espiar para nada —mintió con obviedad Levi, pero no me importaba, estaba muy nervioso como para emitir palabra.

Baxter me deseo suerte y el resto de mis compañeros de equipo hizo lo mismo, aunque ni siquiera entendían qué se suponía que estaba por hacer.

Apenas terminé de arreglarme salí corriendo del vestuario hasta la cancha de fútbol americano donde se encontraban las animadoras practicando al lado de las gradas sus piruetas junto con la entrenadora del equipo de atletismo. No veía a Frankie por ningún lado, por lo que apenas vi a una de las animadoras cerca mío me acerqué a preguntarle.

—¿Sabes dónde está Frank? —pregunté, solo sabía que ella era una de las chicas de último año.

—¿Frankie? Se fue hace un rato, dijo algo de esperar a su amiga en la entrada —respondió con amabilidad—. ¿Tu eres del equipo de baloncesto? ¿Otto, no?.

—Si, perdón, pero me tengo que ir —dije comenzando a correr.

Si Frank no llegaba a estar en la entrada de la escuela iba a llorar, estaba seguro de que iba a hacer tan estúpido como para largarme a llorar por no poder disculparme por lo que había hecho, inclusive de tan solo pensarlo mis ojos comenzaban a arder, pero no tenía tiempo para sufrir mientras estaba jadeando en busca de aire. Por fortuna Frankie estaba de pie en la esquina de la escuela, balanceándose de atrás hacia delante, y cuando llegué enfrente suyo casi terminé desplomado en el suelo.

 —Te encontré.

Estaba demasiado cansado, mi corazón latía muy rápido, pero no podía morir ahora, no cuando ni siquiera me había disculpado.

—¿Estás bien? —preguntó Frank.

Asentí mientras levantaba mi mano, pidiéndole que esperara tan solo un segundo hasta que mi respiración se calmara o que mis pensamientos se ordenaran y pudiera decir lo que había ensayado en mi cabeza. No quería que pensara en la situación y huyera lejos de mí, por lo que extendí mis brazos y coloqué mis manos en sus hombros para retenerlo como medida de seguridad.

—Perdón —dije sintiendo las gotas de sudor descendiendo en mi cuello—. Perdóname, por favor.

Frank no respondió.

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