Capítulo 2

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Capítulo 2: Esto no es lo que pensaba.

Palabras: 1505

En un día cualquiera, muy normal y corriente, un niño con una gran sonrisa corría libre y encantado. Ése era Itadori, un pequeño que gozaba de su vida siendo feliz a su manera.

Estaba persiguiendo unas aves que volaban en línea recta, era fin de semana y las monjas habían estado preparando una visita a un museo sobre uno de los más antiguos idiomas del mundo, el Griego. Las más jóvenes preparaban los bolsos con comidas y las ancianas rezaban con los niños, a excepción de Yuuji que estaba mirando hacia otro lado, desobedeciendo a sus mayores sólo para perseguir hasta una hoja.

Una joven monja mira al menor y con un leve tic en el ojo le susurra a una de sus compañeras.

—Oye, ¿por qué ése niño no está rezando con nuestras hermanas? —La otra le contesta guardando latas—. Es un niño muy tedioso de tratar, a veces es un pequeño que corre como Forest Gump y otras veces es dulcemente tímido y más aún cuando el padre Sukuna lo tiene al lado.

—¿Qué? Jaja, ese niño, ya quisiera yo recibir tanta atención por el padre.

—¿Padre, se refieren a mí? —Sukuna entra al ambiente, tocando el hombro a una de las monjas.

—¡Oh! —exclamó sorprendida la monja—. Padre, estábamos charlando sobre su hermanito que debería ser puesto a leer ciertos versículos porque, mire, mire usted mismo. —dice señalando al niño.

Sukuna observa cómo su hermanito miraba las hormigas.

Yuuji siempre creció con una imaginación abierta, soñaba con ser cualquier cosa, pensaba en grande como cualquier niño con una autoestima alta. Sus pensamientos se esfumaron cuando escuchó unas pisadas a su espalda seguida de una voz grave muy familiar.

—Yuuji. —habló Sukuna—. Haz estado muy desobediente últimamente, no puedo dejar esto pasar el que hayas ido por ahí a jugar y no estar con las hermanas rezando.

Itadori con ojos cristalizados responde tratando se equilibrar su cuerpo.

—No quiero porque sus oraciones son muy largas y me hacen doler mis pies. —dice el menor casi llorando, no le gustaba el tono de voz en la que su hermano lo estaba encarando. El mayor mira toda acción de su hermanito, cada movimiento era válido.

—Entonces, —continuó el adulto— reza conmigo, reza con tu hermano por siempre. —lo último lo dijo como en un susurro.

El mayor toma las manos del bajo con fuerza y se agacha a su altura, esperando quedar cómodo con su túnica oscura. Besó los dedos de su hermano y cerró sus ojos, esa era una invitación hacia al pequeño y sabía exactamente lo que tenía que hacer, cerrarlos también.

Amado Dios, omnisciente rey de los cielos y del infinito. Danos tu fuerza y tu prote...

Yuuji termina la oración con un amén tiernamente abriendo lentamente sus ojos, lo primero que mira son los de Sukuna, abiertos y sin pestañear, como si quisiera ver su alma.

—Yuuji, —menciona sin dejar de mirarlo con sigilo— ¿Por qué me evitas? ¿Tan horrible soy? ¿No amas a tu hermano? —El menor se queja levemente del agarre, lo estaba comenzando a molestar la fuerza del mayor que apretaba sus manos.

Él, al ver que no recibe respuesta alguna, más sólo la expresión de dolor en su hermanito, decide retirar sus manos.

—Mira, como te dije antes, esto no lo dejaré pasar, puedes ignorarme las veces que quieras pero una oración jamás. —habla roncamente—. Por lo que hoy en la tarde te quiero ver en mi escritorio apenas llegues de la salida.

ᴅᴇʟ ᴘᴀᴅʀᴇ ʏ ᴅᴇʟ ʜᴇʀᴍᴀɴᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora