Capítulo 3

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Capítulo 3: Quiero cortar nuestros lazos familiares.

Palabras: 1834

Itadori, con pequeños pasos, queda frente al hombre sentado con una cara de duda. El niño negó sentarse en sus piernas como antes solía hacerlo, desde muy pequeño.

—¿Qué pasa? —cuestiona Sukuna—. Me extraña que no me obedezcas.

—No es eso, —responde el menor— yo no soy un bebé y no quiero que me trates de esta forma.

Sukuna alza un ceja. —Yuuji, si tienes algo que decirme dilo ahora, después rezaremos unas horas por esa conducta tan dudosa de ti. El infante aprieta los puños y unas cuantas lágrimas caen desde sus ojos, odiaba esa actitud de su hermano, ya que lo hacía sentir inferior. —Hermano. —habló Itadori—. No quiero que hagas esto, de vigilarme, mirarme cuando estoy con mis amigos, revisar mis cuadernos y no quiero que me hagas mi almuerzo, —rompe a llorar—. No quiero que me cuides, ¡no quiero ser más tu hermano! —grita llorando y sucumbiendo a los fuertes y cortos hipos.

El mayor mira sorprendido la reacción tan repentina del niño, no esperaba eso de él, no es propio de su hermanito. Observó como el niño lloraba sin consentimiento alguno, sus abstratos pensamientos llegaron a una conclusión, el niño desobedeció a Dios.

Se levanta de su asiento, toma una polera con mangas cortas, se la coloca dejando expuestos esos viriles brazos con tatuajes.

—Amaos, —habló Sukuna mirando desde arriba a su hermanito, el menor alza su mirada hayando los sombríos y nefastos ojos de Sukuna, fríos y con odio, Itadori gimió del terror—. Amaos unos a los otros, así también, —sus ojos no pestañeaban mientras miraba a Itadori—. Amaos los unos a los otros.

—Juan 13:34 —pronunció el menor con una voz ahogada, nunca vió a su hermano tan severo, tan lúgubre, tan tétrico, tan poderoso.

—Yuuji, —levantó la voz—. Sé que me odias, pero no puedo evitar amarte aunque rechazes todo de mí.

El castaño recuerda las palabras de su amigo Megumi.

—Así que te diré algo, no trates de evadirme porque siempre estaré allí, te seguiré vigilando, mirarte cuando estás con tus amigos, revisar tus cuadernos y hacerte tu almuerzo, ¿queda claro?

Itadori asiente inconsciente, sus lágrimas cesaron pero el miedo seguía dentro del pequeño niño, el aura fúnebre de su hermano estaba dando a imagen el diablo. —Bien, —Sukuna toca su cabello tirandolo hacia atrás—. Ésta será la última vez que me hables con semejante tono porque, recuerda muy bien esto, —el mayor alza su cuerpo muy cerca del rostro de Itadori—. Amaos unos a los otros, ve a tu cama y pide perdón a Dios.

El chiquillo asiente y corre dejando solo a Sukuna, sus ojos no paraban de llorar y sus ganas de escapar eran tan altas que podría hoy mismo en la noche irse del Orfanato.

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Detiene sus piernas, mira el suelo y pestañea. ¿Huír de éste lugar?

ᴅᴇʟ ᴘᴀᴅʀᴇ ʏ ᴅᴇʟ ʜᴇʀᴍᴀɴᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora