Ámbar

Soledad

Chrome fue de los primeros en ver una televisión.

Y no era de extrañarse teniendo en cuenta que era su compañero científico y trabajo junto a él para recrearla.

—¡Que malote! ¡De verdad esta caja reproduce imágenes! —gritó como de costumbre.

Senku arrugó el gesto, pero igual sonrió ante su entusiasmo.

—Ya te dije que no es una caja, aunque lo parezca. Aunque las modernas eran planas...

—¡¿Queeeeeé?! ¡¿Había televisiones sin todo lo que tuvimos que hacer detrás para hacerlas?! —chilló.

Senku se dio la vuelta y comenzó a caminar riéndose. Chrome no tenía ni idea de lo mucho que había tenido que simplificar, todo lo que había creado se quedaba muy por detrás sin la ayuda de todas las maquinarías que habían antes...

Se detuvo junto a las puertas del gran laboratorio que habían mejorado en la aldea Ishigami, ahora parecía más una pequeña casita, pues lo habían extendido y ahora constaba de dos grandes habitaciones, uno con el laboratorio y todos los instrumentos científicos que necesitaba e iban adquiriendo, y el otro que contaba con un sofá y una pequeña mesita frente a una pequeña chimenea, tenía una cocina en la parte trasera, y una cama al otro lado, y ahora era ahí donde vivía y dormía Senku, y estaba bien con eso.

Después de derrotar al Why-Man regresaron a su país, ahora era de las regiones más reconstruidas del mundo, y no era de extrañarse, habían despetrificado ya a miles de personas.

Habían pasado ya seis meses, y aún faltaba mucho...

Salió y estiró los músculos. Siempre terminaba muy cansado cuando pasaba demasiado en el laboratorio, vio a Suika correr detrás de su amigo peludo y sonrió, Ryusui ya no se encontraba ahí, se había mudado y comenzado a construir una enorme mansión, llevándose claramente a Francoise, pero ahora que había más personas no sufrían tanto con la comida; Gen y Ukyo aún se pasaban el tiempo ahí organizando y dirigiendo, y Tsukasa estaba entrenando con las personas de la era moderna interesadas en las artes marciales y también con el resto del equipo de lucha.

Reconstruir a la civilización se suponía que era la parte sencilla luego de todo lo que pasaron, pero llevaba demasiado tiempo.

Miró una vez más hacía el laboratorio preguntándose si debería seguir trabajando un rato más, pero entonces vio a Ruri acercarse por el rabillo del ojo, y cuando iba a entrar para llamar a Chrome, él mismo salió y se paró a su lado, ninguno de los dos se movió.

—Ya sabes —comenzó Chrome mirando a Tsukasa aplicarle una llave a un pobre sujeto que suponía se había propuesto como voluntario—. Solía estar obsesionada con la actividad física y ayudar a las personas —Senku se tensó en cuento entendió que hablaba de Kohaku, en cambió Chrome sonrió melancólicamente—. Cuando era pequeña siempre se lastimaba trepando árboles y corriendo por todas partes; además era la única que no me veía raro por mi hechicería. Estaba feliz de no ser la única que quisiera salvar a Ruri.

Ella asintió ligeramente mientras sonreía con nostalgia. Senku solo los miró fijamente en silencio antes de exhalar y sonreír ligeramente.

—Cuando la conocí un árbol la aplasto y después cargo como si nada ese enorme jarrón que siempre llevaba para Ruri —dijo.

Chrome sonrió exuberantemente, y Ruri rio ligera y delicadamente, era una risa muy diferente a la de su hermana.

—Sí, es algo que haría Kohaku.

Y eso se convirtió en una rutina, siempre que Chrome visitaba a Senku para trabajar en algún invento científico, después de terminar, y mientras Senku le enseñaba más sobre las ramas que tenía la ciencia, a veces Ruri llegaba a hacerles compañía y entonces se contaba anécdotas de su día o de su infancia con Kohaku.

Ellos la recordaban juntos, y Senku se sentía mejor, pero cuando se iban y se quedaba solo en el laboratorio todo volvía a ser solitario. Chrome y Ruri no podían remplazar a Kohaku.

Nadie podía.