Una Leona

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Kohaku a menudo solía en lo qué pasaría cuando se enfrentaran al Why-man. Daría todo de sí por derrotarlo, protegería a sus amigo, eso lo sabía; ayudaría a Senku a vencerlo, lo cubriría, eso era seguro; después de esa lucha, luego de ganar esa guerra, abrazaría a Senku con todas sus fuerzas—tal vez no con todas, pero sí en gran medida—, y le diría todo lo que se había estado guardando todo ese tiempo, regresarían a la aldea Ishigami y seguiría apoyándolo con todos sus experimentos para reconstruir la civilización, estaría a su lado, apoyándolo siempre; harían una gran celebración por cumplir sus metas y finalmente irían todo estaría bien.

La realidad no se parecía en nada a su imaginación.

—¡CORRE! —le gritó a Senku en cuanto lo vio aparecer en su campo de visión—. ¡TOMEMOS LA ULTIMA CAPSULA Y SALGAMOS DE AQUÍ! —Kohaku miró esperanzada la escena frente a sus ojos.

Habían pasado muchas veces por situaciones críticas de vida o muerte, y esa vez no sería la excepción respecto a escapar de la muerte una vez más, o eso pensó hasta que sintió el metal frio junto a su cabeza.

Sus amigos nunca la dejarían sola, iban a morir todos.

Pero no tenía que ser así, no debían morir todos necesariamente. Ya estaban llegando al final, ella sabía que no todos podrían llegar a él por más que siempre creyeran lo contrario... No. Estaba mal pensar así, ¡Ella no era así! ¡Ja! Como si fuese a dejar que muriera nadie.

—¡Quedan 5 minutos, Senku! ¿Estás listo para ver morir a tus amigos? —soltó entre carcajadas su enemigo, Kohaku sintió ganas de vomitar.

Estaba siendo sujeta por la espalda, un subordinado del Why-man le apuntaba directo a la cabeza con un arma, mientras que Senku, Chrome, y Taiju estaban frente a ellos, impotentes y heridos.

Había una capsula a unos pasos, la nave estaba a nada de estallar, Taiju estaba gravemente herido apoyado en Chrome, quien tenía las manos lastimadas debido a la batalla pasada contra el Why-man.

El tipo estaba completamente loco. No sabían cómo solo llegar a su base en la luna, todas las medusas que traían con ellos se perdieron, después de haber ingresado al lugar, no tardaron en llegar los problemas, habían perdido su cohete, la base fue destruida y con ella la mayoría de los hombres del Why-man junto a su líder, el oxígeno se acababa, algunos trajes se habían averiado, a duras penas sus amigos Gen, Ukyo, y Tsukasa lograron escapar en una de las capsulas que había, pero cuando ellos corrieron a la otra, ella había sido capturada por uno de sus enemigos,

Kohaku miraba a Senku observar todo a su alrededor casi con desesperación, ella sabía que él estaba pensando a toda velocidad en un plan, estaba segura, el problema: No había nada alrededor. Ella estaba agotada y quien la sujetaba era realmente fuerte, no por nada había dejado a Taiju como estaba.

Si algo había aprendido de Senku es que siempre hay otra solución, jamás había que dudar de ello. Así supo lo que tenía que hacer, miró el reloj, 4 minutos.

Cruzo miradas con Senku, él tenía los ojos muy abiertos, entonces ella asintió casi imperceptiblemente y Senku entendió lo que ella había querido decirle.

Sí... ya no había tiempo o nada que los ayudara, pero iba a luchar hasta el final

—No tienes que hacer esto. Moriremos todos, tú morirás —comenzó Senku.

—¿Crees que eso me impor...?

Kohaku se obligó a sacar fuerza y piso tan fuerte como le fue posible al sujeto agachándose en el proceso, luego se giró asestándole un golpe directo en el mentón. Él sujeto cayó inconsciente contra el suelo y entonces ella también se dejó caer.

ÁmbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora