Capitulo 10: Recuerdos turbios

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Capitulo dedicado a una de las memorias que Bast recupero de su niñez

Caminaba por la penumbra del enorme pasillo, todo a mi alrededor parecía distorsionarse, las paredes se movían, el piso se movía, solamente podía percibir los colores violeta y verde, mi garganta se encontraba seca, estaba tensa, encorvada, con la cabeza gacha, juraba que mi rostro se encontraba con una expresión desecha. Lo que solía llamar desesperación era solo mi dolorosa hambre de esperanza, con mi espíritu quebrantándose, todo a mí alrededor carecía de sentido. Escuchaba ruido, un ruido roto, pitidos, gritos, líquidos. Me encontraba en completa soledad, no había alma que se asomase, el ambiente gélido me acobijaba, mi mente ida, con pensamientos irracionales.

¿Por qué había acabado así?

Mi ser completo estaba desecho, solo saboreaba la desesperación, la locura. Mis ojos eran cascadas de lágrimas, mi rostro lastimado por reiterados golpes, miraba mis manos manchadas de corrupción. Deje de caminar, pare en seco, el silencio inerte volvía más ansiosa mi mente.

¿Por qué había nacido? Ansiaba tanto el lux, era como si a mi cuerpo le faltara el alma, el corazón, era exasperante.

Grite de agonía, mirando al blanco techo, me agache abrazando mis piernas.

Era mi culpa, era mi maldita culpa ser insuficiente, por no hacer las cosas bien, por no poder impresionar a nadie, por no poder lograr lo que me propusiera, vivir de esperanzas me había acercado a una muerte desesperada, la diosa Seilla de la divina suerte me odiaba, era una prófuga de mi propia especie, caherente de lux, caherente de corazón, inútil, inservible, ¿Qué podía lograr alguien como yo? ¿Orinarse los pantalones? ¿Practicar su cuerpo físico?

Todo eran tonterías, yo era simplemente un cuerpo que se movía por pleno capricho de mi destino, sabia claramente que yo debía estar muerta hace mucho tiempo atrás, un fenómeno, un gran fracaso, sabía para ese entonces porque mis padres me habían abandonado, habían sido unos cobardes por no haberme asesinado desde un principio, un Nuntius sin poder era una vergüenza absoluta, odiaba todo de mí, mi impotencia, mi personalidad, mi físico, pero no había cosa que odiara más que mi propia vida.

Alce mi puño hacia delante viéndolo emocionada, lo redirigí hacia mi rostro, calculando el punto en el que debía golpear, lo aleje tomando impulso y finalmente lo estampe en mi rostro con bastante fuerza, no acabo allí, seguí golpeándome con mis propios puños saboreando la sangre agridulce que empezaba a derramar, 1....2....3....4....5....10....23.....56... golpes estampados, mi rostro hinchado dolía, pero no se comparaba para nada al verdadero dolor que sentía, me coloque en 4 patas seguidamente alce mi rostro hacia atrás tomando impulso, suspire, estampe mi rostro con el frio y duro suelo, algo en mi cabeza sonó como si se hubiese roto, caí en el mugriento suelo, me coloque en posición fetal tome mi cabello con fuerza arrancándolo, dolía, pero solo era un pequeño muy pequeño alivio. Mi cuerpo empezó a convulsionar, me retorcía en el suelo, sentía sangre salir de mis lagrimales, de mi boca, de mi nariz, todo se manchaba de rojo oscuro.

Unos pasos fuertes se escucharon entre el ruido que sucumbía mis oídos, eran lentos y precisos, acercándose cada vez más a mí, no podía ver claramente que se acercaba, apenas podía mantener los parpados entrecerrados. Voces, se escudaban voces muy familiares, los reconocí, sentí sus presencias al frente de mí.

—Por favor deshágase de mi—Suplique en un susurro, mi voz quebrada apenas podía formular palabras.

—Perdió nuevamente la razón Marcus—Afirmo Lauriel preocupado— te he dicho que no la trates tan mal, su condición psicológica se verá grandemente afectada y apenas tiene 9 años.

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2021 ⏰

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