capítulo 4

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Por la mañana nos fuimos Jungkook, el niño y yo.

Para evitar complicaciones decidí manejar yo hasta Busan. Llegaríamos al anochecer.

Le encargamos a Augusto que avisara al jardín de infantes de la ausencia de Jikook durante ésta semana, así evitaríamos que alguien rastreara la llamada de Jungkook y supieran de nuestro viaje.

Jungkook también puso en alerta a Pepeer, su asistente personal, para que nadie se enterara de su paradero.

RM y Jin también quedaron al tanto.

Con todo, lo más controlado posible, viajamos un poco más relajados.

Jungkook se durmió durante el trayecto y Jikook no tardó en hacerlo acurrucado en su regazo.
Jungkook se veía cansado. Yo lo miraba de tanto en tanto, pequeñas arrugas surcaban su frente. Aún, así dormido, no se le veía relajado.

Al anochecer llegamos al hotel donde Jungkook había reservado. Había dos camas, un baño, una salita de estar y cocina.

Compartir habitación me tenía los nervios crispados. Por lo menos durante el día no tendría que verlo ya que él estaría ocupado con sus reuniones de negocios.

Jikook estaba agotado por el viaje, así que Jungkook, le dio su leche y lo llevó a la cama.

Era tan dulce con su hijo. Esto me hizo recordar cuanto sufrió él de pequeño sin sus padres. De no ser por  Taehyung hubiese estado completamente solo. Por eso entendía que fuera sobreprotector con su hijo y qué le brindara todo el amor que él no tuvo.

—Jimin ¿Quieres qué pida algo de comer?

—No, sólo quiero una ducha y mi cama.

Jungkook sonrió.

—Yo igual, parece que tengo sueño atrasado.

—Entonces, ve tú primero. Mientras yo me preparo un café caliente.

—Tus malos hábitos no han cambiado —sentí como si quisiera agregar algo más, pero se contuvo —me voy al baño.

Preparé un café bien cargado y me lo bebí. Cuando Jungkook salió del baño traía sólo una toalla envolviendo sus caderas mientras se secaba el pelo con otra.

Nada, pero nada me preparo para esa imagen.

¡Mierda, estaba tan masculinamente hermoso!

Mis ojos se deslizaron por su abdomen plano y duro.

Tragué saliva dificultosamente.

Jungkook me vio y se quedó quieto mirándome.

Asustado y totalmente ruborizado dejé mi taza de café y me metí al baño.

¡Una ducha de agua helada!, eso era lo que urgente necesitaba.

Cuando salí del baño Jungkook dormía abrazado a su hijo.

Por la mañana al despertar él ya no estaba. Me había dejado una nota en el velador avisando que volvería como a las seis de la tarde.

¡Menos mal! No tenía ganas de encontrarme con él esa mañana.

—Jimin.

Me di vuelta para sonreírle a Jikook que había despertado.

—Buenos días ¿Dormiste bien?

—Sí —dijo estirándose en la cama.

—Y tú muñeco ¿Aún duerme?

Jikook rió sonoramente.

El guardaespaldas 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora