Hechizo De Sueño.

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—Sesshomaru no ha cambiado en nada. ¿Sabes a donde se las llevó? —preguntó Sango, acomodándose al lado de Rin luego de haber llevado a Hisui a dormir. 

—Sí, lo sé. Me reuniré con ellas después. —respondió con seguridad. 

—¿Qué es lo que está pasando, Rin? ¿Tiene que ver con la caída del cometa? —ahora fue Kaede quien hizo las preguntas, entregando a Rin una taza caliente de alguna infusión. 

Ella la recibió, soplando un poco el líquido caliente antes de darle un pequeño sorbo. —No del todo, es un poco difícil de… —El sonido de la puerta abriéndose de golpe la interrumpió, logrando que los tres pares de ojos dirigieran su atención hacia la figura que acababa de entrar. 

—Rin… 

—¡Kohaku! ¡Qué alegría verte! —exclamó ella con una enorme sonrisa, incorporándose con un poco de dificultad. Aún se encontraba adolorida. 

Kohaku se acercó y la tomó de la muñeca. —Tenemos que irnos. Ahora. —habló con calma, pero la angustia en su mirada hizo que Rin temblara. 

—¿Qué está pasando? ¿Kohaku? —Sango se acercó, temiendo que algo malo le haya pasado a su hermano. 

—Zero. —pronunció, y aquella sola mención fue suficiente para que la expresión serena de Rin se rompiese. 

Zero… ella ya había escuchado ese nombre antes. Zero, la hermana de Kirinmaru, el demonio que quería muerta a sus hijas. 

—No… 

—Rin, no hay tiempo. —Kohaku la sostuvo del brazo cuando notó el temblor de su cuerpo, tratando de fungir como apoyo —. Hermana, llévate a la anciana Kaede y escondanse, este lugar ya no es seguro. —dijo, para después guiar a Rin hasta afuera, donde Kirara los esperaba. 

 —¡Kohaku, espera! 

Él ignoró el llamado de Sango, y sujetó a Rin de la cintura para ayudarla a subir sobre Kirara, y subiéndose él también, emprendieron marcha a través de las nubes negras de la noche. 

—Kohaku, — Rin se había agazapado en su lugar, y trataba de protegerse del viento frío con el pelaje de Kirara —, agradezco tu buena voluntad, pero no es necesario que hagas esto. —dijo, con voz calma. 

—Ella te encontró, Rin, si no nos íbamos… 

—Mi señor no lo permitirá. —interrumpió, con la certeza refulgiendo en su mirada —. Sesshomaru, él… Él vendrá. 

Kohaku suspiró, apretando con fuerza el mango de su oz. 

—Lo sé, pero hasta que él regrese, deja que sea yo el que te proteja. 

El murmullo de aquellas palabras fueron arrastradas por el viento, perdiéndose entre la densidad de la noche, convirtiéndose en una promesa falsa que el joven exterminador trató de sostener hasta el final. Porque cuando la líder de los demonios Ka, Joken, los alcanzó; él no dudó ni por un solo segundo en ofrecer su vida si era necesario para mantener a salvo a Rin, pero todos sus esfuerzos fueron en vano cuando Zero apareció, y lo último que sus ojos pudieron ver antes de caer bajo los efectos de un hechizo de sueño, fue una lágrima silenciosa resbalando por la mejilla de Rin, y una sonrisa llena de maldad en el rostro de la Yokai. 

─── ∙ ~εïз~ ∙ ───


—Quiero que prometas que ellas estarán a salvo. ¡Hazlo! —exigió Rin, con la voz temblorosa por el llanto.

La luz azul que irradiaba la barrera de energía que envolvía al árbol pareció titilar en respuesta al remolino de emociones que embargaba su aún débil cuerpo. Rin apenas podía moverse dentro del campo que Zero había creado, y la poca fuerza que le quedaba amenazaba con extinguirse pronto.

—En tu posición no estás en condiciones de exigir nada. —dijo ella, viendo con satisfacción cómo su hechizo de sueño iba cubriendo cada vez más el cuerpo de la humana —. Pero para demostrar que soy benevolente; yo, Zero, te doy mi palabra de que no tocaré ni un solo cabello de sus adorables cabezas híbridas. —prometió, con una sonrisa cínica.

Rin apartó la mirada, siendo consumida por una ola de recuerdos felices junto a aquel Yokai al que tanto amaba, recuerdos que la llenaban de fortaleza. —Y también… quiero que se mantengan alejados de Sesshomaru. —Esta vez, su voz se escuchó firme, sin rastro alguno de temor.

Zero rió, cubriéndose la boca con la manga de su kimono, cómo gesto de falsa compasión. —Oh, qué dulce. —se burló, acercándose a Rin de forma amenazante —. Pero ya lo expliqué, si te sello en el árbol sagrado es justamente porque necesito una garantía de vida. Él no podrá hacerme daño por tratar de matar a sus hijas, ya que mi vida estará ligada a la tuya a partir de ahora. Las niñas híbridas estarán bien, yo estaré bien, Sesshomaru estará bien, y tu… Bueno, seguirás con vida. Un trato justo ¿no te parece? —volvió a reír, y en sus ojos se pudo apreciar el infinito desprecio que sentía.

—Si es la única forma de evitar que lastimen a mi familia, yo… —Cerró los ojos para evitar que las lágrimas escaparan, no le daría el gusto de verla llorar —… Yo lo acepto.

La yokai bufó con fastidio y se alejó del árbol dándoles la espalda. —Amor, sentimientos humanos, que repugnante.

"Sentimientos humanos… dadores de fortaleza y esperanza, hermosos pero peligrosos. Afortunados los que tienen la dicha de poseerlos, afortunados nosotros por haberlos vivido y compartido ¿verdad, mi Señor?"

La energía azul de la barrera siguió avanzando, el sello estaba casi completo.

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"Amor atrapado en el tiempo" | SesshRinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora