El Poder De La Confianza.

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Era muy entrada la madrugada cuando el Lord del Oeste arribó en el Palacio de sus tierras, por la oscuridad y el silencio del lugar creyó que ya todos estaban dormidos, pero al entrar a los aposentos que compartía con su, ahora, esposa; pudo percibir el suave movimiento de una silueta sobre la cama.

Rin se había levantado a recibirlo. 

—Bienvenido a casa, mi Señor. —La fina tela blanca de la bata que cubría su cuerpo fue arrastrada detrás suyo, cuando caminó para estar más cerca de él. 

—Rin, ¿te he despertado? —preguntó, tomándose un momento para apreciar la figura de su esposa, reprimiendo el impulso de acariciar su abultado vientre. 

Ella negó enfáticamente con la cabeza. —No, al no sentirlo a mi lado, fue imposible poder conciliar el sueño. 

—Vuelve a la cama, debes descansar. —Aquella petición sonó cómo una orden, pero Rin, al estar acostumbrada al temperamento de su esposo, sonrió con ternura, sabiendo que él solo estaba preocupado por su estado. 

—Venga conmigo, por favor. —pidió, tomándole del brazo para llevarlo hasta la cama, donde ambos se sentaron. Sesshomaru no puso resistencia cuando Rin empezó a quitarle la pesada armadura que siempre cargaba —. ¿Cómo le fue con su madre? ¿Pudo encontrar respuesta a sus dudas? —preguntó, con las manos concentrada en su labor. 

—Sí. 

—Me alegro. —Ella volvió a sonreír, una pequeña sonrisa apenas perceptible por la casi nula iluminación. Dejó la pesada armadura sobre el suelo y se acomodó de lado, de tal forma que podría mirarlo de frente —. Pero aún así, siento que hay algo más que lo tiene angustiado. —dijo, captando la atención de Sesshomaru, y la suavidad en su voz pareció atravesarle el pecho —. Cuéntele a su esposa. 

El Yokai apartó la mirada de inmediato, no queriendo dejar en evidencia el brinco que dio su corazón al escuchar aquello. Calló por varios segundos, esforzándose por recuperar la compostura y buscando las palabras adecuadas para comenzar. 

—Han pasado varios años desde que la perla de Shikon fue destruida. 

—Lo sé, yo estuve a su lado cuando eso sucedió, pero, ¿por qué eso lo preocupa? ¡No me diga que volvió a aparecer! —exclamó la joven, cubriendo su boca con sus delicadas manos.

—No, —negó de inmediato, ocultando la infinita ternura que le causó la preocupación de Rin, y volviendo a recuperar su expresión seria, continuó —, pero su destrucción dejó una profecía. 

Rin parpadeó rápido, asimilando lo que acababa de escuchar, y sus manos volvieron al lugar en su regazo. —Una… ¿Profecía? 

Él asintió, con un movimiento suave de su cabeza. —"Kirinmaru, el gran demonio gobernante de las tierras del Este, será derrotado por una existencia que no será humana ni demonio, un ente imposible que puede atravesar el tiempo…" —repitió, por primera vez, las palabras que le habían sido dichas hace algunos años, sintiendo de repente una incomodidad creciente en el pecho, sin poder descifrar qué era aquel sentimiento tan molesto que no lo dejaba en paz. 

Un manto de entendimiento cubrió los ojos castaños de la joven, mas no hubo rastro alguno de temor. —Un… Un Hanyo, cómo nuestras hijas. 

—Sí. 

—Creí que Lord Kirinmaru se encontraba sumido en un profundo sueño. 

Rin se acomodó mejor sobre el acolchado, tomándose un momento para meditar toda esa nueva situación, a pesar de que a simple vista parecía muy serena, la preocupación en su voz no pasó inadvertida por Sesshomaru. 

"Amor atrapado en el tiempo" | SesshRinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora