Dolor Fantasma

Temporada 3: Una rosa negra marchita 8/10

"La felicidad nunca hizo a nadie rico o famoso. Por eso algunas personas ambiciosas lo evitan"

-Marty Rubin.

Capítulo 8: Justicia y ambición.

En la oscuridad de la enfermería, Chris acostó al herido en una de las camas, su cuerpo pesado por la falta de conciencia. Su cabeza descansaba sobre una almohada de un blanco puro, un mechón de su cabello oscuro caía sobre su frente. No pasó mucho tiempo antes de que la sangre manchara las sábanas, las heridas abiertas se cerraron con dificultad; Dejando que la vida se filtre. Chris volvió a colocar suavemente el travieso mechón de cabello en su lugar. Incluso dormido, su expresión permaneció fría e inaccesible, con indicios de dolor pintados en su ceño fruncido. Mantuvo esta expresión torturada. Chris se sentía impotente, estaba rodeado de suministros médicos, toda la tecnología que pudiera necesitar y, sin embargo... No podía hacer nada más que esperar a que las heridas se cerraran por sí mismas. Inconscientemente, había agarrado la mano de Wesker y la había estado agarrando durante bastante tiempo. A veces podía sentir la mano de Albert apretando la suya y aunque eso podría haber sido percibido como un signo de esperanza, él sabía que no era nada más que el trabajo de nervios tensos.

–Chris...–. Una voz femenina lo llamó en un tono suave.

El hombre se dio la vuelta para encontrarse con los ojos de su compañera. Parecía preocupada, incluso triste. Ella ofreció una breve sonrisa, con la esperanza de consolarlo, pero sabía que era poco lo que podía hacer en este momento.

–Estará bien, sus heridas ya se están cerrando. Sólo necesita tiempo–. Apartó su atención de Jill.

Hubo un largo e incómodo silencio. Jake lo hizo añicos con unas pocas palabras; –¿Qué es él para ti...?–. Dijo lo que todos pensaban.

–¿Disculpa?–. Chris respondió inquietantemente, obviamente de mal humor, todavía no se dio cuenta de que sus dedos estaban entrelazados con el hombre al que supuestamente odiaba.

Sherry se estremeció, tenía la esperanza de que esta discusión no llegaría hasta más tarde... Mucho más tarde. Temía que fuera suficiente para romper su frágil apariencia.

–Nadie se preocuparía por su enemigo como tú–. El joven comentó. –Incluso entre camaradas, ciertamente es una forma única de cuidar a alguien–.

Fue entonces cuando Chris se dio cuenta de a qué se refería. Aunque había temido el día en que tuviera que poner en palabras sus sentimientos, ahora mismo no sentía nada. ¿Qué es una declaración si pierdes al que amas? Nada más que palabras vacías de lo que pudo haber sido.

–¿Qué quieres que diga? ¿Que me preocupo por él? ¿Que nos amamos? No importa lo que diga, no hay palabras para lo que somos. No puedo explicarlo, probablemente él tampoco–. Se rió sin humor. –Tendría que pasar años detallando cada parte de nuestras vidas para que tenga sentido e incluso así... ¿Quieres la verdad? Nos encontramos en un mundo donde no pertenecemos juntos y nos está destrozando. Con cada paso que damos en la dirección correcta, algo nos separa metros en la otra. La justicia me empuja hacia la derecha y la ambición lo empuja hacia la izquierda y no hay nada en el medio más que algunas sonrisas y algunas lágrimas–. Su mano sostenía la de Wesker con fuerza como para evitar que se resbalara. –Cada vez que nos encontramos nos acercamos más y más y ambos sabemos cómo va a terminar...–. Sollozó en voz alta, con la voz destrozada. –... Con uno de nosotros muerto y el otro roto–. Se mordió el labios inferior, luchando por recuperar la compostura. –Así que sí, es único, bien–. Bromeó amargamente.

El silencio recuperó el espacio, tarareando en el aire su triste melodía. Jake se había deshecho de su actitud condescendiente, Sherry no pudo reprimir algunos quejidos, Leon y Helena sintieron las paredes que Chris había montado a su alrededor y Jill abrazó la culpa en su corazón, porque no sabía qué decir, sintió que los sentimientos que tenía por Chris le prohibían a su forma tomar acción. Permanecieron un rato más en este sufrimiento estancado.