07 MARTÍN

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A Martín lo despertó el sonido del teléfono. Siguió timbrando y timbrando. Cuando su hermano no contestó, se levantó medio dormido y fue hasta el cuarto de su madre. La puerta estaba abierta y la cama tendida. Levantó el teléfono. Era Simón por un momento se sintió confundido.

Finalmente, al estar totalmente despierto, se acordó. Lo habían llamado tarde en la noche al hospital.

- Hola, Marto – le dijo - ¿Entonces pudiste volver a dormir?

- Sí – se ruborizó sintiéndose culpable al tener que responder de esa manera.

- Me temo que mamá no está bien. Me quedaré aquí, pero tú no vengas, ¿De acuerdo? No hay nada que puedas hacer. Escucha, te llamaré después del colegio o al final del día para contarte cómo ha seguido.

"Él piensa que no puedo ayudar, porque me congelé cuando mamá se puso mala."

- ¿Estará bien?

- Sí, estará bien -
"Mentiroso" pensó.

- ¿Vendrás a casa más tarde?

- Tal vez no. Te lo haré saber después.

- Simón... si se siente mejor mañana...

- No creo que pueda hablar de eso ahora. Cada cosa en su momento. ¿De acuerdo?

Siempre había una excusa para mantenerlo alejado - De acuerdo – dijo Martín entre dientes. "Siempre me ponen a un lado" Apretó fuerte el auricular con la mano. - Cuídate.

- Adiós – le dijo y la conversación se cortó. Tiró el auricular.

En el silencio escuchó la alarma del radio dispararse en su habitación. Ya no hay tiempo de volver a la cama; tenía que arreglarse para ir al colegio.

Fue a apagar la horrible música.
Martín estaba buscando debajo de la cama sus zapatos, cuando el teléfono volvió a sonar. Lo arrebató al levantarlo. ¿Sería que su hermano había cambiado de opinión? Pero era Pat Reynolds, la dueña de una galería donde su mamá exponía.

- Tendremos una exposición mañana por la noche – le dijo -. Tal vez quisiera venir. Quiero decir, sé que Simón está ocupado. Pensé que a usted le gustaría salir un rato.

- No lo sé, Pat – dijo Martín -. Me sentiría fuera de lugar sin mamá.

- Van a venir personas que conoce.

"Pero todos serían amigos de su madre. Le saludarían con excesivo entusiasmo y después no sabrían qué decir. Ella odiaba esos silencios. Se sentiría miserable."

- ¿Puedo pensarlo?

- Claro, Martín, llámeme. Cuídate – ambos sabían que no iría.

Se fue temprano al colegio para evitar más llamadas telefónicas, pero tal vez eso fue un error. Generalmente la caminada al colegio significaba una posibilidad de pensar y no quería pensar hoy. Sería perfecto si Villa estaba con él porque Villa lo podía hacer sentir bien, pero tenía clases para aprender a manejar a las ocho y se había ido hacía una hora. Era el único curso al que no faltaba.
El ritmo de sus pasos le recordaba otra caminata. ¿Quién era ese muchacho, Isaza? ¿Se habría escapado de la casa, o qué? No era de ahí pues tenía un extraño acento. Su reacción ante la muerte de sus papás fue muy tranquila. ¿Estaría mintiendo, se preguntaba, o es que fue hace tanto tiempo que ya lo sentía como una herida vieja? ¿Se podrá uno acostumbrar? Si es así, tal vez él podía enseñarle algo acerca de cómo sobrevivir. No lograba entenderlo. Durante un minuto se veía muy seguro de sí mismo y al siguiente todo lo contrario. Era cómico, pensaba que todo el tiempo lo estaba guiando a él, pero ahora que miraba hacia atrás se dio cuenta de que él no dudó ni un minuto, como si ya conociera el camino. "Tonto" pensó. Eso era imposible.

El beso de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora