ᎄᎀ᎘ɪ́᎛᎜ʟᎏ ᮜɮᮏ

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Un cuerpo impactando contra un auto hizo que me despertara de mi sueño, dejé de lado a mi ovejita que abrazaba por las noches y caminé hacia la ventana de mi habitación con cuidado de no hacer ningún ruido que pueda atraer a lo que fuese que estuviese ahí afuera mientras me desperezaba. Observé por medio de las tablas de madera achicando los ojos y me encontré con uno de esos monstruos malolientes.

"Que tonto" pensé rodando los ojos mientras caminaba de vuelta a mi cama a abrazar a mi peluche.

Hace cosa de unos meses había empezado una pandemia que convertía a los muertos en caníbales, como fue el caso del hermano de mi madre quien fue mordido cuando esto comenzó. Su muerte fue muy repentina, mi madre aún no lo supera, todavía la oigo llorar en su habitación cuando tiene sueños con él, cuando esto ocurre me acuesto junto a ella para intentar consolarla. Ella tuvo que dar fin a su vida para que no se convirtiera en una de esas cosas, la admiro por ser tan valiente.

Revisé mi reloj situado en mi muñeca, aun me costaba leerlo. Marcaban las 7:32 a.m. era temprano así que decidí volver a dormir, pero mi hermana entró de golpe a mi habitación con una sonrisa en su cara, haciéndome sobresaltar.

- Buenos días, pequeña florecita. Es hora de abrir tus pétalos y mostrarle al mundo tu belleza – dijo abriendo sus brazos exageradamente mientras saltaba sobre mí -.

Su frase me recordó a los diálogos que mi padre solía practicar. Él nos había dejado en casa el día del apocalipsis para ir a buscar a mamá en el trabajo, prometió que iba a volver, pero nunca pasó, mamá llegó y nos dijo que nunca se habían conseguido, papá desapareció y nunca nos buscó.

Me levanté entre risas por su actitud infantil, a pesar de la situación mi hermana siempre trataba mantenernos a mamá y a mí positivas. Desde que tengo memoria ha sido así, una persona muy amable y graciosa. Recuerdo que antes de que el caos se desatara, trabajaba en un orfanato y como niñera. No entendía como hacía tantas cosas y lucía tan radiante. Sin duda, añoraba ser tan bella cuando llegara a los 17. Usaba su cabello rizado por sobre los hombros, tenía un cuerpo muy lindo y su sonrisa deslumbraba a cualquiera. A mis ojos, mi hermana siempre sería perfecta.

- ¿Cómo es que estas tan alegre a estas horas, Christie? Debería ser ilegal – le pregunté tapándome la cara con mis manos mientras reía levemente.

- Un mago nunca revela sus secretos – contestó con un aire de misterio que arruinó con una carcajada – Además debería ser ilegal ser tan amargada en las mañanas, agradece que estás con vida, carajo -.

- Si, lo que tú digas – murmuré por lo bajo rodando los ojos sin dejar de sonreír.

Caminé hacia abajo para encontrarme con mi madre, sirviendo unos frijoles en platos.

- Buenos días, Gen ¿Cómo amaneciste? – preguntó con una sonrisa pequeña dándome un vistazo rápido para seguir con su tarea.

- Diría que bien si el caminante que está afuera no hubiese chocado contra el auto – hablé tomando uno de los platos y sentándome frente a ella - ¿Y tú? – pregunté con la boca llena.

- Genevieve Fermonsel, podremos estar en un apocalipsis, pero no debes hablar con la boca llena – regañó sin una pizca de molestia – Respondiendo tu pregunta, estaba bien hasta que vi tu bolo alimenticio – hizo una mueca de asco y volteó a ver a mi hermana, quien bajaba las escaleras – Buenos días, Christie. Siéntate a comer –.

Rodé los ojos y me concentré en terminar mi desayuno. Mi hermana movió la silla a mi lado y se sentó.

- Se nos está acabando la comida – anunció mi hermana mirando los estantes casi vacíos frente a mí.

- ¿Y las casas de los vecinos? – vivíamos en un vecindario del pequeño pueblo Milledgeville, ubicado en el estado de Georgia.

Hace una semana habíamos vaciado la última casa del vecindario, no teníamos más opción que irnos de aquí.

- Deberíamos comenzar a avanzar, mamá – dije dejando mi plato en el lavaplatos junto al resto de trastes con un suspiro cansado – Sabíamos que iba a ocurrir en algún momento – me acerqué a ella y coloqué mi mano en su hombro dándole un apretón en señal de apoyo, sabía que no le gustaba la idea de marcharnos.

- Está casa ha sido muy importante para mí también, mamá – apoyó Christie extendiendo su mano sobre la mesa para tomar la de la nombrada – Yo también extraño a mi tío, a mis abuelos... a papá – lo último lo dijo más para sí misma, su relación con papá siempre había sido muy estrecha y lo extrañaba mucho – Pero debemos seguir por ellos –.

- Niñas – comenzó a hablar con lástima – Tienen razón. Solo pido que me entiendan – se levantó y comenzó a mirar las fotografías enmarcadas que habíamos puesto en la pared de la sala – Esta ha sido mi casa durante mucho tiempo, es imposible no apegarme a ella. Aquí crecí, me casé y las vi crecer a ustedes... aquí viví mis mejores momentos – me rasqué los ojos que ya se estaban comenzando a humedecer – ¡Oh, Gen! Desearía haberte visto crecer aquí también – vino a abrazarme mientras soltaba sus lágrimas – Eres una niña muy valiente, pequeña. No sé cómo has aguantado estas cosas – escondí mi rostro en su cuello.

- Todo es gracias a ti y a Christie, mamá – no era necesario hablar muy alto para que me escuchara – Sin ustedes no hubiese sabido que hacer –.

- Yo también quiero un abrazo o me pondré celosa – soltó mi hermana metiéndose en medio de nuestro abrazo haciéndonos soltar unas carcajadas.

- Está bien – mi madre se alejó rompiendo el abrazo mientras se limpiaba las lágrimas – Esto fue muy sentimental, debemos empacar nuestras cosas ¡A moverse! – dijo subiendo por las escaleras con prisa.

- Honestamente creí que sería más difícil convencerla – susurró Christie a mi lado mirando por donde se había ido mamá.

La miré y reí – Yo creí lo mismo, la vida no deja de sorprenderme.

La miré y reí – Yo creí lo mismo, la vida no deja de sorprenderme

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𝙋𝙍𝙊𝙈𝙄𝙎𝙀 𝙏𝙊 𝙁𝙄𝙉𝘿 𝙔𝙊𝙐 (𝒞𝒶𝓇𝓁 𝒢𝓇𝒟𝓂𝑒𝓈 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora