ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇs

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Merle es una persona muy grosera y graciosa, llevábamos con él aproximadamente 3 semanas, semanas en las que su mano había ido mejorando. Nos hospedábamos en una casa de campo que habíamos conseguido 2 días después de encontrar a nuestro nuevo compañero, no recuerdo muy bien esos días pues me desmayé la mitad de uno y el resto de ellos estuve mareada.

Me encontraba lanzando cuchillos contra un árbol cerca de la casa para practicar mi puntería junto al rubio y Christie, quienes me explicaban como hacerlo.

- Vamos a ver – suspiré frustrada tomando el mango del cuchillo con fuerza y lanzándolo contra el árbol, dándole fuera del circulo que habíamos trazado con anterioridad.

- ¡Oh vamos, niña! ¡Mi abuela Matilda lo puede hacer mejor que tú y ella está muerta! – exclamo a modo de burla.

No me reí, sin embargo, Christie estaba riendo a carcajadas.

- No la presiones, Merle. Solo hemos practicado por 7 horas – continuó la broma.

¿Por qué el mundo es tan cruel? Pensé con decepción de mi misma.

- Tu ni mano tienes, Merle ¿cómo te atreves a burlarte de mí? – señalé su mano indignada.

- ¿Quieres que te pruebe que puedo hacerlo incluso sin mano? – me retó con malicia en su mirada.

Asentí divertida, no hay modo en que pueda atinarle.

Y como es obvio que pasase...

Merle acertó en el blanco.

Otro día más decepcionándome de mi misma.

- Está bien – suspiré rendida – Debo de admitir que eres increíble – dije sinceramente.

- ¡Por un demonio, niña! Claro que lo soy – alzó los brazos victorioso.

- Ahora enséñeme, maestro Dixon. Seré su fiel discípula desde este momento – hice una reverencia de 90° hacía él – hasta el momento de mi deceso – usé mi tono más serio antes de soltar una carcajada.

Luego de unas risas y explicaciones de parte de Merle, empecé a mejorar. Practicamos hasta que cayó la noche y mamá nos llamó a comer dentro de la casa. Cenamos en un silencio agradable.

Al principio todo era muy incómodo pues nuestro nuevo amigo no hacía ningún comentario aunque le intentásemos sacar conversación. Casi no confiábamos en el por ser un desconocido, hasta que una noche salvó a mamá de ser mordida por unos caminantes y ahí supimos que habíamos hecho bien en rescatarlo.

Empezamos a hablar y nos contó un poco sobre él, diría que Dixon y yo somos muy buenos amigos pues hemos pasado mucho tiempo juntos, me encanta molestarlo y que me molestase a mí. A mamá le caía muy bien desde entonces, se podía ver en sus ojos el aprecio que le tenía al sujeto.

La siguiente mañana me levanté más activa que días anteriores y la razón era que estaba decidida a darle al blanco de una vez por todas para demostrarle a Christie que ella también lo podía hacer. Desayunó una lata de piñas acarameladas y ya se encontraba mucho más que energética.

Narrador Omnisciente

A eso de las 9 todos en la casa comenzaron a despertar alterados pues los gritos y chillidos que lanzaba una morena eran tan altos que atraerían hasta al más mínimo animal que se encontrase en el bosque que los rodease.

El primero en correr afuera fue Merle quien dormía en una habitación de la primera planta de la casa, quien al ver a la niña dando saltos alrededor del árbol sonrió orgulloso, pero inmediatamente la quitó para regañar a la chica, quien lejos de molestarse con él, corrió a abrazarlo.

Luego llegaron a la escena Elizabeth y Christine, quienes sonrieron enternecidas al ver a la menor abrazar con euforia al hombre.

- ¡No puedo creer que por fin lo logré! – chilló muy feliz la pequeña Genevieve soltando a un aturdido Merle – Perdón, es que acerté en el blanco unas 5 veces y... me comí unas piñas acarameladas.

"Así que de ahí venía tanta energía" pensaron los presentes.

- Me diste el susto de mi vida, Genevieve – regañó también su madre, dándole un cariñoso abrazo a su pequeña.

- Ahora si podremos hacer una competencia, hermanita – se unió la mayor de las hijas Fermonsel.

Después del emotivo momento, Gen los acompañó a desayunar y luego se fue a cazar junto a Merle y Elizabeth para poder aprender, la niña estaba dispuesta a aprender todo lo necesario para proteger a su nueva familia.

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- ¿Te puedo hacer una pregunta, Merle? – preguntó Gen con curiosidad, el nombrado solo hizo un sonido afirmativo para que esta continuara pues estaba concentrado en buscar árboles con frutas o algún animal para comer – ¿Tu... tenías familia antes de esto? No tienes que contestar si no quieres o si te incomoda, entiendo que este tema puede ser muy difícil para algunas personas, solo dímelo y yo me callaré, es más no nombraré el tem... - Dixon interrumpió su vómito verbal producto de sus nervios.

- Shh shh shh niña, vas a espantar a todos los animales del maldito bosque – dijo con molestia, la niña se calló de golpe y bajó un poco la mirada – Tenía o tengo un hermano – comenzó para evitar que se sintiera mal, la empezaba a apreciar – Su nombre es Daryl, es mi hermano pequeño. Estaba en un grupo junto a él antes de que ustedes me encontraran... Mi grupo me dejó esposado al techo de un edificio en Atlanta –.

- ¿Por qué? – interrumpió Gen con el ceño fruncido.

- No me comporté muy bien y ellos lo hicieron – contestó el hombre un poco molesto.

- Eso fue un acto inhumano – declaró Elizabeth sorprendida - ¿Fue por eso que no tenías mano cuando te encontramos? – preguntó con el mismo tono.

Siguieron caminando en silencio, cada quien hundidos en sus pensamientos. Hasta Elizabeth encontró una ardilla y alertó al rubio.

- Mira, Gen – llamó la atención de la niña a su lado – Lánzale el cuchillo – ordenó con calma sin quitar su vista del pequeño animal posado en la rama de un árbol no muy lejos de ellos.

La pequeña morena se puso nerviosa de inmediato ¿Qué iba a pasar si fallaba? No quería defraudar a Merle y no quería perder a la que sería su cena. El dueño de sus pensamientos no pasó el estado de ella por alto, así que la animó colocando una mano en su hombro.

- Tu puedes hacerlo, Gen – la niña seguía temblando, así que lo intentó de nuevo – Genevieve, tu puedes hacerlo. Respira profundo y lanza. No tengas miedo a fallar, o te rendirás antes de haberlo intentado - susurró sobre su cabeza.

La menor respiró hondo y lanzó el cuchillo contra la ardilla, capturando a su objetivo. El hombre le aplaudió y le dio un pequeño abrazo felicitándola. A la par que la mayor de las Fermonsel la aplaudía unos metros más lejos.

Y sin saberlo, aquella frase quedaría grabada en su mente con fuego, así como los recuerdos con su autor.

Y sin saberlo, aquella frase quedaría grabada en su mente con fuego, así como los recuerdos con su autor

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𝙋𝙍𝙊𝙈𝙄𝙎𝙀 𝙏𝙊 𝙁𝙄𝙉𝘿 𝙔𝙊𝙐 (𝒞𝒶𝓇𝓁 𝒢𝓇𝒾𝓂𝑒𝓈 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora