Prólogo

780 65 173
                                    

Esperaba que la cárcel más grande de la ciudad tuviera un poco más de orden. E higiene para variar. Pero no es el caso, los primeros dos niveles a nivel del suelo le parecieron una porquería. Los reos gritaban obscenidades que en su vida había escuchado, podía decir con seguridad que hoy le abrieron los oídos. Hacían ruido golpeando tazas o cualquier cosa contra los barrotes oxidados, el olor a orina que provenía de algunas celdas era muy fuerte, no entendía como podían soportarlo. También le arrojaron rollos de papel higiénico de calidad dudosa.

Había otros dos niveles subterráneos, eso sí fue sorprendente. Arriba estaban criminales menores, maleantes, sujetos acusados de robo, tráfico de armas o drogas, estafas, y alguno que otro que cometió asesinato. Pero abajo, ahí estaba la peor calaña, homicidas en potencia que se enorgullecían y no se arrepentían de lo que hicieron, violadores, sujetos con fetiches aterradores. Todos ahí abajo contaban con una larga lista de crímenes con la máxima pena.

Y era ahí a donde lo llevaban.

Y lo agradeció enormemente, porque si a algún hijo de su santísima madre de arriba se le ocurría aventar caca al pasillo, Sasuke jura por todo lo que ama que habría salido huyendo de ese infernal lugar sin importarle nada.

Tampoco es que esté ahí por voluntad propia. Jamás se vio entrando en un lugar así, ni por algún crimen, ni por turismo.

Acá abajo era más silencioso, y por un segundo deseó traer el bullicio de arriba hasta aquí, sería más cómodo. Este silencio del lugar le da escalofríos, porque nadie planea un asesinato perfecto en voz alta. Se sentía asechado, y razones tenía.

Se escuchaba un susurro a lo largo del pasillo, era tenebroso. Y justo cuando pasaron por la puerta de una de las celdas, el sujeto que murmuraba se calló y un segundo después se estrelló contra la puerta, su rostro apenas era visible por el pequeño espacio de los barrotes.

El tipo tenía una cara de psicópata desquiciado. Y soltó una carcajada como un psicópata desquiciado. Era un psicópata desquiciado, no había dudas.

Y por alguna razón, a Sasuke le recordó a su difunto abuelo Madara. Le dio más miedo.

Uno de los guardias que lo escoltaban le dio un toque con el teaser al maniaco que seguía riendo.

-Hoy es su último día aquí- dijo un guardia. Y Sasuke se asustó pensando en la posibilidad de que dejen libre a alguien con una risa así -Recibirá la inyección letal mañana.

Ah, qué alivio. Tiene pena de muerte.

-¿Qué hizo para merecer eso?

-Usted realmente no quiere saber eso.

¿Por qué estos tipos con palos eléctricos se veían como si estuvieran disfrutando de su terror?

Hará que los despidan.

Al final del pasillo había una puerta reforzada con un sistema de cerradura mecánico. Se veía de alta seguridad ¿Acaso había otra sección con más celdas y gente más loca que los que ya pasaron?

Por cierto, él solo viene por una cosa, ¿Por qué demonios lo trajeron a este sitio?

Al abrirse la puerta, lo que se reveló fue... efectivamente otra celda con barrotes. Sin oxido. Y el aire olía a alguna flor tropical. Del otro lado de los barrotes había una fina mesa de cristal, una televisión tamaño elefante, una alfombra carísima, una cama con sabanas de seda, y definitivamente aquella puerta con luces llamativas del fondo debía ser un área porno, porque el baño no podría ser.

Parecía una maldita suite de lujo.

En un sofá importado, vio a su hermano tranquilamente leyendo una revista.

ExcéntricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora