Capítulo 8

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Ciertamente no recuerda todo de anoche. Después de que Itachi se fue, él se refugió en la sala con una botella de vino y bastantes snacks, se puso a ver los capítulos de la semana de La Ley y el Orden, bastante ocioso y relajado por el diazepam que tomó horas antes. Y no es un ebrio tan descuidado, pero sí que fue mala idea ponerse a tomar vino cuando aún tenía el medicamento en su sistema.

Eso sí, recuerda haberse quedado dormido en el sillón, no en su habitación. Y de ninguna manera se había atado un listón azul en la mano izquierda, aunque le resulta familiar, pero no recuerda donde lo vio.

Nadie de la servidumbre es tan valiente o idiota como para tocarlo mientras duerme, por más inconveniente que sea el lugar donde lo derribó el sueño. Por favor, ni siquiera Itachi lo haría, ese engendro del mal solo habría traído una sábana y una almohada de ser necesario, y lo dejaría ahí... con alguna estupidez pintada en la cara. Pero no tenía la cara pintada, y su hermano ni siquiera durmió en la casa, andaba de parranda, y no ha regresado.

Y así, todo mareado y confundido llegó arrastrando los pies hasta el comedor de los empleados... o más bien a la puerta del comedor, porque su gato traicionero iba saliendo acompañado justo del idiota al que iba a buscar, el único con las suficientes neuronas dañadas como para atreverse a arrastrarlo a su cama.

El pensamiento de ser literalmente arrastrado a su habitación lo hizo fruncir el ceño y darle una mirada rencorosa al rubio, quien solo se había quedado ahí parado en el marco, mirándolo con interés y la cabeza inclinada hacia un lado.

—Buen día, jefecito~— muy sonriente, se inclinó hacia adelante con las manos en los bolsillos de su pantalón de chándal, burlándose del poco equilibrio de Sasuke, que casi se fue para atrás para evitar que sus cabezas se tocaran.

Quizás no está lo suficientemente despierto, o es solo un efecto secundario del vino teniendo una aventura alocada con el diazepam en su sangre, pero se tuvo que agarrar de los brazos de Naruto para no caerse, quien al escuchar las exclamaciones de los que aún estaban desayunando, decidió maniobrar con Sasuke casi abrazado a él para apoyarlo contra la pared del pasillo, le sorprendió lo fácil que resultó moverlo

La vista de Sasuke estaba bastante desenfocada, tanto que no pudo disimular el esfuerzo que hizo solo para asegurarse de que los brazos de Naruto normalmente escondidos bajo las mangas de la camisa de vestir de su traje, ahora están bastante expuestos por la camiseta blanca de lo que supone Sasuke es su ropa de dormir. Quitó sus manos de esos brazos como si se hubiera quemado. Y escuchó a Naruto reírse suavemente.

—¿Debería llamar a un doctor?— preguntó sonriente al tomar un paso hacia atrás para dejarle suficiente espacio a Sasuke, que no se vio capaz de arrancar su cuerpo de la pared sin irse de jeta contra el piso.

Ah, pero sí que tenía suficiente conciencia para mirar feo a la gente y levantar su mano izquierda frente al rostro de Naruto mientras señalaba la cosa azul con la derecha.

—¿Qué es esto?

Naruto casi hizo bizcos mirando la delgada muñeca de su jefe. Miró por más tiempo del necesario. Y luego bajó su mirada al rostro sonrosado del pelinegro.

—¿Un lacito azul? Es bonito— sonrió como si no tuviera idea de nada —Estaba en la botella de vino que abrazaba con tanto cariño anoche.

—¿Y por qué está en mi mano?

—Hm. No lo sé. Las personas ebrias hacen cosas raras a menudo.

Este pendejo de mierda se estaba burlando de él. Había intentado soltar esa cosa, pero no le encontró principio ni fin al nudo, así que él no hizo eso. Pero ya recordó que la cuerda esa sí estaba trenzada en el cuello de la botella.

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