cinque

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maratón 1/3

Querido Jungkook:

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Querido Jungkook:

¿Cómo estás, bebé hermoso? ¡Ya es Navidad! De seguro debe estar cayendo mucha nieve allí, ¿te gusta eso? Recuerdo que te gustaba mucho jugar en ella, ¡Hobi y Yoongi te perseguían y tú tratabas de correr de ellos, pero no podías! Tuve que detenerlos muchas veces porque te estabas ahogando por la risa, bebé.

¿Qué pediste de regalo? Espero que papá te haya entregado lo que sea que pediste, si no, siempre puedes hacerle un berrinche, aunque ya estás algo grande para eso. No importa, Kookie, hazlo rabiar, papá enojado es muy divertido.

He estado pensando en viajar, Kookie, ¿no te gustaría que fuera una semana para allá y así poder vernos? ¡Me encantaría verte otra vez! Estoy seguro de que papá te dejaría salir conmigo, y puede que incluso... puede que Mina...

¿Por qué no lo piensas? Ya tienes trece años, Jungkook, ¿te gustaría conocerme? Si quieres hacerlo, por favor, bebé, envíame una carta y compraré un boleto hacia allá inmediatamente para que nos veamos. Pero si no quieres, está bien, no es necesario que respondas, tu silencio será respuesta suficiente, mi vida.

Piénsalo, por favor.

Bueno, ojalá te hayan dado muchos regalos, bebé hermoso, ten unas lindas celebraciones.

Con amor, mamá.

Jungkook terminó de leer la carta número quinientos setenta y dos, frotando sus ojos por el cansancio, y la dobló cuidadosamente dejándola junto al resto de cartas leídas, quitando los rastros de lágrimas de sus mejillas.

Cada semana, Jimin le envió una carta sin falta, contándole cosas de su vida diaria, platicándole sobre sus amigos, sus sueños, sus pensamientos, y sin importarle si sólo obtenía silencio. Algo pareció romperse en su interior porque pensar en eso, en su mamá hablándole catorce años a la nada, era algo demasiado doloroso y triste, algo que nadie debía pasar.

Hoseok, a su lado, se removió frotando sus ojos.

―¿Kookie? ―preguntó con tono somnoliento―. ¿No has dormido nada?

Sacudió su cabeza en una negativa.

Luego de que papá se hubiera marchado y él dejara de llorar, agarró la caja con las cartas, rebuscando en el fondo para comenzar a leer las primeras que llegaron: eran las cartas más deprimentes, duras y horribles de leer, porque podía notar, sólo con la narración, que mamá no estaba bien.

Qué parecía consumido por un enorme dolor que acabaría tarde o temprano con él.

―Deberías dormir ―dijo Yoongi, mientras su desordenado cabello caía sobre sus ojos―. Además, estás faltando al colegio y...

YuanfenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora