¿PORQUÉ MURIÓ EL CONDE ORGAZ?

Corre el año de 1557, España, es el reinado de Felipe II, llamado El Prudente. El Conde Orgaz, aristócrata de cabello bajo, bigote alargado de contextura delgada y con una pequeña barbilla sobre su mentón, sus ojos son negro profundos que remarcan una sensualidad secreta, mientras que sus manos son finas, ataviado por las mejores telas del imperio español, en tanto su sable lo adorna de manera imponente, disfruta de su familia y su consorte Isabela de Villa, hija del comendador Leopoldo de Villa, sin embargo; existía un problema en la relación conyugal, Isabela era frígida no gustaba de los modos eróticos de su marido el Conde Orgaz, en las noches de madrugada él ocultaba su secreto más íntimo, el bordar sobre la hoja luminosa de su sable, los nombres de sus amantes. Cada vez que él trataba de intimar con su esposa, era rechazado. A lo que ésta le expresaba:

-Debes ir a confesarte a la Iglesia Nuestra Señora Del Pilar, ¡eres un hombre enfermo!, El Vicario Tomás, te va a ayudar con tu pecado.

Lo que Isabela no sabía, era que todas las tardes de lunes y martes la criada de confianza Juliana Pinzón, de vestiduras teñidas y cabello desaliñados, oriunda de la provincia Vasca y encargada de la cocina de la mansión del gobernador Aristídes Armendáriz, hombre de avanzada edad, regordete y de mostachos puntiagudos y su esposa Tatiana Ferraz, mujer de impresionante belleza mora y arabesca, ojos ambarinos almendrados, de cabellos completamente azabaches, vestiduras en finas telas de sedas con coloridos tonos verdes, púrpuras, escarlatas y uñas pintadas por esmaltes de Constantinopla.

Juliana se presentaba en las puertas del Alcázar del Conde llamada "La Seductora", mientras éste la recibe escuchando las palabras de su ama:

-La señora Ferraz, le manda la llave que usted conoce, solo abra la puerta, sabe que la habitación extraña está disponible para ambos y por favor remarca, que no cometa el error de la última vez, el chocar la cabeza con las ollas y cacerolas para que éstas no hagan ruido.

Esa madrugada de martes, Juliana la cocinera y los demás vasallos, asombrados, posaban sus oídos sobre el portón de la habitación de lujuria que había sido especialmente mandada a decorar con cortinajes borgoñas y camas extensas. Solo se podían escuchar los gemidos y las palabras de Tatiana:

-Lame mi cuerpo, te necesito Conde.

Orgaz, reía en su picardía, de masculino infiel, la mentira falaz que le había hecho creer a su concubina, Isabela, que llegaba en horas de la madrugada, debido a negocios en la corte, era despreciable, en tanto, aspiraba un habano, sabor a café de esos que fabrican en las islas del caribe, degustando un jerez llamado, "Lepanto" servido en una copa de aristas de cristal que llevaban bordadas su nombre.

Realizaba estos placeres, en tanto bordaba en su sable, el nombre de su segunda amante.

Los miércoles y jueves, se acercaba a la mansión "La Seductora", un señor de avanzada edad, nombrado, Evaristo Jiménez, el anciano de joroba prominente, sostenido por un bastón de belleza sin par, bordado en incrustaciones medievales, dragones, basiliscos y mantícoras, ya que, en su juventud, fue un espadachín renombrado en leyendas narradas por juglares, que hablaban de su velocidad.

Orgaz, lo recibe en total respeto, mientras el anciano relata, los mandatos de su ama:

-Estimado Conde, la señora, Margarita de Narváez, esposa del gobernador Félix Justiniano de Narváez, solicita su presencia, esta madrugada, como tantas veces lo ha hecho. Sin embargo, antes le recuerda que, va dejar los amarres de sábanas de seda sobre el balcón, para que usted pueda escalar, solo advirtiendo que no dañe los rosales y las orquídeas del jardín, como pasó la última vez. Usted sabe que no es molestia para mi ancianidad, traer estos recados cada semana, soy consciente de los maltratos que recibe mi señora Margarita por parte del Gobernador, esta alcahuetería, costaría mi cabeza. Sin embargo sé que se acerca mi fenecer.