Capítulo III

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Krest en compañía de Saga ayudaron a Camus con todo lo necesario para que regresara a casa, la noticia del fallecimiento de Shura lo dejó muy mal, a todos, nadie se espera algo así jamás pero ahora ya no se podía hacer nada.

Eran las 11 de la mañana cuando el auto arribó, Shaka se acercó ofreciendo su mano para que su amigo bajara, en su rostro el semblante era triste por lo que platicó hace unos momentos con Mu pero se esforzó lo mejor que pudo por ocultarlo, ya suficiente tenía Camus con todo lo que acababa de ocurrir como para aumentarle preocupaciones.

-¿Cómo te sientes Camus? - le preguntó mientras lo ayudaba a sentarse con cuidado en el sofá.

-Muy mal Shaka, Shura ya no está y mi bebé nació prematuro... Me siento con el corazón destrozado y como una pésima madre por no poder cuidar a mi hijo - lágrimas de impotencia surcaron sus mejillas contagiando con el mismo sentimiento a Shaka, quien finalmente todas esas emociones se le juntaron provocando que se derrumbara a lado de Camus.

Ambos sollozaban abrazados, haciendo un intento vano de transmitirse un poco de fortaleza que en esos instantes ninguno de los dos tenía.

Saga y Krest habían decidido dejarlos solos unos momentos para que pudieran desahogarse, grave error, en esa casa y con la presencia venenosa de Alexandra era muy peligroso dejarlos solos.

Y como si hiciera uso de su instinto de arpía, Alexandra entró a la sala mirando con desagrado la escena que su hijo estaba montando, haciendo una mueca de repudio tomó asiento en el sofá individual justo frente a ambos jóvenes.

-Ya basta Camus, Shura está muerto y no puedes hacer nada para cambiar eso, mejor deja de desperdiciar tu tiempo con estúpidos lamentos y enfócate en criar a ese bebé que mínimo de algo ha de servir en el futuro.

Camus sólo tenía ganas de gritar, ganas de suplicar a su madre que lo dejara en paz y respetara su dolor pero sabía que era inútil, además dudaba que en esos momentos aún le quedara un poco de fuerza para hacer eso así que solo se aferró a Shaka y derramó más lágrimas suprimiendo cualquier sonido que pudiera brotar de su garganta y provocar aún más el desprecio de su madre

-Señora, se lo digo con el respeto que no se merece, Camus no está en condiciones de escucharla en estos momentos, por favor comprenda su dolor y déjelo sufrirla tanto como él necesite.

-No cabe duda que eres un niño irrespetuoso, ¿¡cómo te atreves a hablarme así!?, no conforme de que estás aquí de arrimado aún te atreves a cuestionarme.

-Simplemente deje a Camus tranquilo por un tiempo por favor

-Bien, que se haga el sufrido todo lo que quiera por el resto del día, pero mañana a primera hora lo espero en mi despacho, tengo un asunto muy importante que tratar con él.

Cuando por fin el ruido de los tacones de Alexandra se escucharon lo suficientemente lejos Shaka buscó el rostro de Camus, hallando un gesto de dolor y coraje por los malos tratos recibidos.

-Se que está mal odiar a quien me dio la vida Shaka, pero no puedo evitarlo, hice todo lo posible por complacerla durante mi infancia pero solo recibía esas miradas de desprecio de su parte.

-Tranquilo Camie, ella está peleada con el mundo entero, así que procura tomar menos en serio lo que dice, ahora ven, tienes que comer y descansar para recuperar tus fuerzas y poder ir con tu bebé, mañana te acompañaré al hospital yo igual me muero de ganas por conocerlo.

Con un poco de esfuerzo lo pudo llevar al comedor donde le ayudó a ingerir los alimentos que fueron preparados para él con especial cariño, una vez que terminó de comer lo llevó hasta el jardín para que descansara permaneciendo a su lado y observando a la lejanía la silueta de su adorado Mu hablando con Afrodita, no tenía idea de qué fue lo que provocó su rompimiento pero ya llegaría el momento de averiguarlo, después de todo la causa de los problemas tardan menos de lo que se piensa en salir a flote.

Recuerdos del corazón 2 (Milo X Camus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora