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¿De verdad tengo qué hacer esto?

¡Hazlo, o te pego!

¡Ya!¡No seas brusco! Lo haré.

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¿Quién iba a pensar que dos personas completamente diferentes serían buena pareja?

¿Quién pensaría que la persona menos esperadas podría ser un cupido?

Estas son preguntas que alguien normalmente se hace al ver a dos personas que son completamente opuestas y no son compatibles de ninguna manera.

¿Quién podría pensar que un héroe y un villano podrían ser pareja?

Esto pasó en la gran mansión.

Obra de una loca adolescente de dieciséis años, que no se sabía muy bien si solo era una tontería o esquizofrenia lo que padecía. Y decidió juntar varias personas en una sola mansión.

Éstas personas eran héroes, villanos, civiles y estudiantes (También demonios, samuráis, ninjas y mata-Titanes).

La noche había caído en la gran casa dónde convivían al rededor de treinta y cinco personas. Todos votaron a favor de hacer una fiesta solo entre ellos en la gran mansión que llamaban hogar.

Rosse fue quien preparó todo. Aizawa, Hawks y Dabi fueron por las bebidas y la comida para pasarla bien mientras los demás se alistaban o limpiaban la sala principal.

Llegaron los tres hombres con varias botellas y latas de alcohol, botanas de todo tipo y toda la actitud para una peda.

Lo que nadie sabía es que Rosse tenía de las mágicas pastillas felices. O pastillas azules, la verdad que eran de todo tipo.

Cuando menos alguien se lo esperó dos de las chicas presentes empezaron a pelearse.

–¡He dicho que te calles, Corazón!– Gritaba Brocheta, pues no quería que le dieran de tomar a su pareja; Tamaki.

–¡No me digas qué hacer, zorra!– Gritó colérica y aparentemente borracha la muchacha de cabello blanco y corto.

Shigaraki, quien estaba en una esquina, tomado y disfrutando de todo gritó: –¡Pelea de gatas!–.

Ambas muchachas al escuchar tales palabras provenientes del peliceleste lo vieron realmente molestas y lo empezaron a corretear. El chico al notar como ambas féminas lo seguían empezó a correr con todas sus fuerzas y evitar ser atrapado por dos mujeres ebrias y enojadas.

Terminó siendo acorralado por Rosse y con las tres chicas casi encima suyo lo obligaron a tomar una de las pastillas que Rosse estaba traficando por toda la fiesta.

–¡Locas!– Gritó enfadado el chico de las manos antes de caer desmayado y que la pastilla empezara a hacer efecto

Dabi al notar todo esto y ver cómo de la nada su jefe se desmayaba fue a ayudarlo junto con el héroe de alas rojas.

–¿Qué sucede aquí?– Preguntó el héroe número dos.

–Solo estamos haciendo que Tomura disfrute la fiesta.– Miente Brocheta profesionalmente.

Pasaron los minutos, todos se encontraban borrachos y desmayados por diferentes áreas de la grande casa. Tomura hace rato ya estaba despierto, pero estaba muy mareado por el alcohol y la droga que las chicas le hicieron consumir.

–Hawks, hagamos una apuesta.– A lo lejos se encontraban Dabi y Keigo, el primer mencionado haciendo ésta propuesta al contrario.

–A ver, ¿Qué apuestas?– Preguntó campal el rubio.

Extraño amoríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora