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ㅡ¿Listo, bebé? Voy a entrar.

Los dos chicos respiraban ajetreados, levemente sudados por el calor que hacía en la habitación; completamente desnudos, listos y conscientes de lo que se venía. Renjun debajo de Jaemin, boca arriba, ambos viéndose fijamente con un brillo especial en sus ojos.

ㅡSí, más que listo... Cariño.

Lentamente el más alto se adentró en su esposo, abriéndose paso en la estrecha entrada mientras en su pecho se alojaba un sentimiento dulce y cálido.

Era la primera vez que Renjun lo llamaba así desde que su extraña historia juntos había comenzado.

El chino, por su lado, apretaba sus ojitos con fuerza, igualmente que las sábanas, gimiendo duramente ante la intromisión.

ㅡ¡Ah, Nana! ㅡgimió en cuanto entró toda la longitud.

Ya había corroborado que no era precisamente corto la primera vez que habían tenido intimidad y habían tenido sexo oral, pero tenerlo dentro de esa forma era otro nivel.

ㅡ¡Perdón! ¿Te lastimé?

Renjun negó rápido, abriendo sus ojitos y atrayendo al pelinegro del cuello para besarlo con intensidad, tratando de relajarlo.

ㅡNo, solo... se siente bien, bastante bien.

Ambos sonrieron.

ㅡMe alegro, bebé.

Na comenzó a moverse, lento, tortuosamente lento para no lastimar a su querido esposo; siempre pendiente de las reacciones contrarias.

Poco a poco subió la intensidad, al igual que lo hicieron los gemidos y suspiros de Renjun.

ㅡ¡Mierda, Nana, ahí! ¡Ahí, ahí, ahí! ㅡRenjun maldecía por el placer que obtenía, el nombrado cumpliendo sus deseosㅡ ¡Oh, mierda!

Las veces que Jaemin había escuchado a Renjun hablar en su idioma natal eran pocas, pero que lo hiciera mientras tenían sexo solo le indicaba una cosa: lo estaba haciendo bien.

Y no podía ser más feliz por eso.

Cambiaron posiciones, Jaemin haciendo que el mayor rodara hasta estar boca abajo y halarlo de la cadera hasta que su trasero estuviese bien en alto; su entrada dilatada y expuesta para él y solamente para él.

Entró de nuevo, una sola estocada, fuerte y certera.

Renjun rodó los ojitos hacia atrás, poniéndolos en blanco mientras que un grito salía proferido de su garganta al sentir que su próstata era deliciosamente golpeada.

ㅡ¿Te gusta? ¿Quieres que siga?

Las palabras salían ahogadas y entrecortadas por el jadeo provocado por los feroces movimientos, embistiendo a su amante de la mejor forma que sabía.

Renjun ya no lograba articular palabra coherente, solo balbuceos y maldiciones en su idioma natal que, si bien el más alto no entendía, suponía que eso eran y solamente lo incitaban a seguir igual o más duramente.

Renjun jamás se había sentido así de bien, así de extasiado.

Si así se iba a sentir cada vez, muy probablemente no permitiría de Jaemin se levantase de la cama nunca más.

Prontamente aquella presión en su vientre apareció, indicándole lo obvio e inevitable gracias al nivel de placer con el que su esposo lo estaba deleitando.

ㅡ¡Ah, Nana!

No pudo retenerlo más, llegando al explosivo y ansiado orgasmo mientras manchaba las sábanas de sí; apretando sus paredes y exprimiendo a Jaemin, logrando que este lo llenase por completo.

Ambos se desplomaron en la cama, importándoles muy poco las condiciones en que esta se encontraba pues les ganaba más el cansancio. Renjun podía afirmar que había visto estrellas, y Jaemin no se quedaba atrás.

Se acomodaron abrazándose, la cabecita del castaño reposando sobre el pecho desnudo del menor, jugando con sus deditos en su piel mientras dibujaba garabatos invisibles y admiraba como poco a poco la respiración de su pareja comenzaba a relajarse.

ㅡEso fue... ㅡempezó a decir el castaño, pero un casto beso en sus labios cortó su impulso.

ㅡIncreíble ㅡfinalizó el pelinegro.

Renjun solo asintió, escondiendo su rostro poco después con súbita vergüenza. Nunca había maldecido tanto en la intimidad como aquella noche.

Nana rio.

ㅡ¿Hoy te pones tímido? Hace tres minutos parecía que ibas a asesinarme si me detenía.

Rio un poco más, recibiendo un golpe sin fuerzas del avergonzado. Besó su cabello con dulzura, tomando su manita y acariciándola con cariño.

Poco a poco sentimientos florecían, ambos lo sabían, y no les molestaba en absoluto. Al final, era de esperarse.

En aquella posición cayeron dormidos, con sus latidos sin haberse calmado del todo ante las cosquillas en su estómago que solo significaban una cosa:

Amor.

Amor

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Renjun, ¿te quieres casar conmigo? [JR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora