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Los tórtolos se encontraban viendo una película perfectamente acomodados en el sillón, el sol habiéndose puesto hacía poco y el viento que entraba por la ventana haciéndolos resguardarse bajo una sábana acolchadita.

Jaemin ya había terminado de pasar sus cosas al apartamento del mayor, viviendo juntos como la pareja casada que eran y disfrutando de su tiempo a solas debido a las vacaciones de la universidad.

Renjun no iba a tener que estudiar 24/7 y Jaemin pasar en práctica por unas buenas tres semanas; y claramente que lo aprovecharían.

En total llevaban ya un mes y un poco más de casados ㅡestando ya próximos a cumplir los dosㅡ, tiempo en el que su relación se había desarrollado y crecido de forma exponencial. Renjun aún recordaba el inicio de todo, aquella súbita pregunta en medio del pasillo que terminó en el hecho que, literalmente, le cambió la vida.

¿Lo mejor de todo? No se arrepentía.

ㅡNana ㅡllamó a su esposo sobre el cual estaba acostado, pecho con pecho.

El nombrado tarareó en respuesta, incitándolo a continuar.

ㅡCreo que te amo ㅡconfesó.

ㅡ¿Qué?

El pelinegro pausó la película, sus ojitos abiertos de par en par, reacomodándose en el sillón y alzándose un poco, moviendo un poco al castaño en el acto.

ㅡNo, me retracto ㅡcorrigió el mayorㅡ. Estoy seguro de que te amo.

Las lágrimas se acumularon y desbordaron de los oscuros ojos del pelinegro en tiempo récord, siendo capaz de demostrar su emoción únicamente con un profundo beso a su pareja.

Decir que estaba feliz sería decir muy poco, ambos, realmente.

Al final, Jaemin sí había tenido razón, y Renjun se lo agradecía mil y una veces en su cabeza cada vez que lo veía.

ㅡYo también, yo también te amo, Injunnie.

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Renjun, ¿te quieres casar conmigo? [JR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora