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Tras la pequeña ceremonia, cada testigo se fue a su casa, y la inusual pareja... bueno. Estaban ocupados en sus propios asuntos en el departamento del chino.

ㅡPensé que- ㅡel más alto hablaba entrecortado, culpa de los besos que lo atacabanㅡ tardaríamos más en hacer esto.

Renjun no escuchaba de razones, simplemente quería sentir más los labios de su ahora esposo, total, estaba en su derecho, ¿no?

ㅡEs nuestra luna de miel, ¿o no?

Los ojitos de Jaemin parecían dos galaxias del brillo que poseían, no sabía si por felicidad o excitación, pero resplandecían como nunca antes.

Ahora fue el más alto quien se dedicaba a comerse a su pareja entre beso y beso, caminando torpemente hacia la habitación del menor mientras luchaban contra el traje formal del otro.

A cada paso que daban, el nerviosismo de Huang crecía. Jamás se imaginó en aquella situación, comiéndose a besos y a punto de tener sexo con alguien a quien apenas y comenzaba a considerar un amigo ㅡtampoco se imaginó casándose a sus 20 con, casi literalmente, el primer chico que se le cruzó, pero ahí estaba: recién casadoㅡ y debía admitir que le daba un poco de miedo.

En cuanto sus muslos toparon con el borde de la cama se percató que el saco de su traje yacía a varios metros de su posición, en el suelo, igual que el de Jaemin; y ambas camisas ya con varios botones desabrochados.

Lentamente, el más alto lo fue empujando hasta recostarlo, subiéndose a horcajadas en él, brindándole una excepcional vista de su trabajado cuerpo de artista escénico mientras se desvestía.

Renjun tragó en seco.

ㅡ¿Ya habías tenido sexo con chicos antes, cariño? ㅡpreguntó Na, depositando un camino de besos desde el cuello contrario hasta lo que su camisa desabotonada permitía; a su vez empeñándose en quitarla por completo.

Asintió.

ㅡPero nunca era quien recibía ㅡadmitió, sus mejillas sonrojándose más de la cuenta al recordar esos encuentros esporádicos con Chenle luego de una larga noche estudiando el Código Civil.

El pelinegro sonrió con dulzura, terminando de despojar a su esposo de la camisa que tanto le estorbaba. Encontrándose ambos en iguales condiciones, solamente vestidos de la cintura para abajo con sus pantalones de vestir.

ㅡTranquilo, vamos calmados esta vez. No es como que tuviésemos prisa.

Renjun asintió nuevamente, arqueando su espalda y cerrando sus ojitos mientras gemía al sentir la habilidosa boca del menor envolver su miembro que, a saber en qué momento, había sacado de su pantalón.

Y orgullosamente siempre admitiría que aquella noche le fue dado el mejor sexo oral de su vida.

Y Jaemin no podía sentirse más halagado por eso.

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Renjun, ¿te quieres casar conmigo? [JR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora