Capitulo 3: El precio de la lealtad

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Rose azotó las cortinas con disgusto. Louis Tomlinson estaba jugando nuevamente con su roñoso pequeño sobrino. A pesar de sus mejores esfuerzos en el último mes para lograr que Louis y James jugaran juntos, el pequeño estúpido aún prefería la amistad de Harry. Había tenido que contratar a un hombre que se encargara del jardín, se había visto obligada a comprar algunas prendas nuevas para el mocoso y en algunas ocasiones, se había visto obligada a advertir a Will sobre su comportamiento hacia el niño. No quería preguntas molestas. Había tenido algunas de los vecinos en la antigua casa y estaba decidida a que allí fuera diferente. El favor de Jay Tomlinson era la llave para asegurar el éxito.
Harry estaba teniendo el mejor momento de su vida. Había pasado aproximadamente un mes desde que Louis y él habían comenzado a jugar juntos y no podía creer cuanta diversión estaba teniendo. Harry había deseado desesperadamente que las cosas fueran diferentes allí y comenzaba a creer que lo serían. Tenía menos tareas, algunas prendas que le quedaban y hasta un amigo. Un amigo que se había burlado de los torpes intentos de su primo de interponerse entre ellos a la fuerza. Harry había estado muy feliz por eso.
—¿Quieres quedarte a pasar la noche? —preguntó Louis casualmente mientras continuaba formando un "caballero" con palitos e hilo. Iban a jugar al castillo encantado tan pronto como dispusieran de su pequeño y diminuto pueblo.
—No puedo, —dijo Harry al tiempo que agregaba un techo de paja hecho de corteza a una casita redonda de piedra—. Tía Rose dice que he pasado demasiado tiempo en tu casa y que es descortés.
—Eso es estúpido, —dijo Louis mientras colocaba su pequeño caballero de palitos en el suelo. Una pluma de arrendajo se unió al caballero errante como su estandarte y escudo de armas—. Ojalá tuviéramos pintura o algo.
—Hmm, —Harry asintió mientras terminaba varias casitas de piedra—. Necesitamos algo para el tesoro, —dijo mientras empezaba a buscar algo en el suelo.
—¿Qué tal esto? —preguntó Louis mientras buscaba en su bolsillo y sacaba la pequeña piedra que Harry le había dado.
Harry se quedó sin aliento. —¿Aún la tienes? ¿La tienes contigo?
Louis resopló. —Por supuesto, tú me la diste y además, en un tesoro pirata genuino.
Harry sintió una ola de afecto verdadero por su amigo. Sonrió. —Sí, por supuesto.
—¡Chico! —La voz nasal de tía Rose vino de la distancia.
Louis rodó los ojos. —Es como si no supiera tu nombre, o algo, —bromeó.
Harry sonrió débilmente. —Sí. O algo.
—Parece que tendremos que jugar al castillo encantado mañana —dijo Louis, nada ansioso por ponerse de pie e irse a casa.
—Si —respondió Harry, sintiéndose triste.
—¡Chico! ¿Dónde estás? —Volvió a llamar tía Rose.
—Tengo que irme, Louis.
Louis asintió. —Hasta mañana.
—Sí. Nos vemos —Harry respondió mientras volvía trotando a su casa.
Louis escuchó a la tía de Harry decir algo. Sonaba enojada pero, ¿cuándo no sonaba así?. La puerta trasera del señor Culpepper —no, la casa de Harry ahora— se cerró de golpe. Louis se puso de pie y caminó hacia su casa, dejando que su propia puerta trasera se azotara.
—Louis, que te he dicho sobre la puerta, —dijo Jay sin levantar la vista del periódico.
—Lo siento mami, —Louis se dejó caer en una de las sillas de la cocina.
Jay levantó la vista. —¿Por qué tan triste, pequeño?
—Harry no puede quedarse a pasar la noche.
—Oh. —Jay vaciló. Harry prácticamente había vivido con ellos en el transcurso del mes. Louis estaba tan feliz que a Jay no le había importado en lo más mínimo, pero sí pensó que era una buena idea que los chicos pasaran un tiempo separados. de lo contrario, con el tiempo se cansarían el uno del otro. —Bueno, estoy segura que podrán jugar mañana. Los Brown nos han invitado a cenar. Podrás ver a Harry.
La cara de Louis se iluminó. Nunca había estado en la casa de Harry. No podía esperar para ver su habitación y jugar con todos los juguetes de Harry. Debía tener unos muy inusuales, pensaba Louis, porque siempre parecía asombrado por los mundanos juguetes de Louis.
—Tenemos que pasar por Mark y Spencer y comprar algo para James—, dijo Jay mientras continuaba leyendo el periódico.
—¿Por qué haríamos eso?
—La Sra. Brown dijo que había sido el cumpleaños de James la semana pasada y que no habían hecho una fiesta para él porque no conocía a nadie.
—Bueno, deberíamos conseguir algo para Harry también—, exigió Louis.
Jay levantó la vista del periódico con una expresión inquisitiva.
—¿Recuerdas? Dijo que su cumpleaños era pronto. Tal vez los Brown estén organizando una fiesta sorpresa para los dos.
—Tal vez. Bien, entonces, mi pequeño, ¿qué propones que compremos?
Louis frunció el ceño, pensando. —James no parece ser muy activo. ¿Tal vez un libro de aventuras?
—De acuerdo. ¿Y para Harry?
Louis pensó, y pensó, y pensó. —¡Lo tengo! A él realmente le gustan mis juguetes de baño. ¿Tal vez su propio set de botecitos? ¡Oh! Y podemos obtener crayones de jabón y todo ese tipo de cosas.
Jay sonrió. —Perfecto.
Harry se quedó en la cocina y vio a su tía pasear de un lado a otro. Ella apenas había dicho una palabra desde que lo llamó de jugar con Louis. Abrió la boca cada vez que oía al tío Will arrastrarse por el piso de arriba. Eventualmente, empujó un pedazo de papel en las manos de Harry. Era una lista de quehaceres. Quehaceres dentro de casa. Harry estaba sorprendido. Era muy rara ocasión en que a Harry Styles se le permitía tocar las "preciadas" cosas de los Brown.
—Los Tomlinson vendrán a cenar mañana por la noche. Para celebrar el cumpleaños de James.
Harry se abstuvo de señalar que su cumpleaños había llegado y se había ido sin un solo susurro.
—Esta casa debe estar impecable si quieres siquiera pensar en poder asistir.
—Sí, tía Rose—, murmuró Harry automáticamente, mientras miraba la lista.
—¿Y bien? ¿Qué estás esperando? ¡Ponte a trabajar!— ella espetó antes de salir de la cocina.
Harry suspiró y se puso a trabajar.
Varias horas después, Harry estaba sirviendo la cena. Estaba cansado, pero estaba a punto de terminar todo en su lista. Había visto a tía Rose lavando algunas de sus ropas "buenas", por lo que estaba seguro de que iba a unirse a la cena la noche siguiente.
—¿Qué sabemos sobre los Tomlinson?— preguntó tío Will, mientras apuñalaba su cerdo asado con su cuchillo y tenedor.
—Son ricos y, en su mayor parte, muy bien vistos. Será bueno para nosotros ganarnos su favor.
—Fa —, dijo Will, deseando que la cena no tuviera lugar. —Tienen que estar completamente mal de la cabeza al haber decidido juntarse con esta pequeña plaga —, dijo Will, su cabeza volviéndose hacia Harry.
La cara de Harry estaba colorada de ira. No por él, sino por Louis y la señora Tomlinson. Ellos eran amables y agradables, se aseguraron de que tuviera mucho que comer, no le habían gritado, y lo hicieron sentir feliz.
—Will—, espetó Rose. —Solo fue un pequeño fallo de juicio, estoy segura. Simplemente no han tenido la oportunidad de conocer realmente a nuestro dulce y pequeño James. Una vez que lo hagan, se olvidarán del chico.
Harry no se atrevió a enojarse porque estaban hablando de él como si él no existiera.
—Bien, bien, bien—, se quejó Will. —Sabes, Rose, he escuchado cosas sobre esa familia. ¿Sabías que el esposo de Jay fue brutalmente asesinado hace un año? La mayoría de las personas piensan que quedó atrapado en un fuego cruzado. Suena sospechoso para mí. Apuesto a que estaba metido en cosas turbias con los hombres equivocados.
Las manos de Harry se detuvieron. Mantuvo la cabeza gacha, esperando ver qué se diría a continuación.
—Sí, escuché algo sobre eso—, dijo maliciosamente su tía. —Si es verdad, estoy segura de que Jay estuvo involucrada. Uno solo puede imaginar cómo fue que escapó de todo el embrollo.
Will se rio entre dientes. —Oh, estoy seguro de que podemos imaginarlo.
Harry no sabía lo que significaba esa sonrisa, pero conocía el tono de voz. Su tía y su tío estaban diciendo cosas malas sobre la señora Tomlinson. Un destello inusual de fuego burbujeó en él, una sensación de lealtad hacia los Tomlinson que nunca había sentido por los Brown Antes de que pudiera detenerse, gritó: —¡Eso no es verdad! ¡No digas esas cosas!.
Will se volvió hacia él con una velocidad tan sorprendente que Harry estaba seguro de que no había sido real. La cara de su tío comenzó a tornarse en ese particular tono púrpura que siempre significaba problemas para Harry. Harry se encogió de miedo, deseando más allá de la esperanza poder retractarse de sus palabras. Aunque él lo había dicho en serio.
—¿Qué dijiste, muchacho? —Will gruñó mientras sus manos se curvaban en puños, apretando y soltando.
—Yo... yo... nada. Yo... no dije nada, señor—, susurró Harry, sintiéndose muy pequeño.
Will se levantó, sacudiéndose las débiles protestas de Rose. Se acercó a Harry, quien había retrocedido contra la pared. —¿Quién te dio permiso para hablar? Nadie. Y cómo te ATREVES a hablarme de esa forma. Piensas que eres mejor que yo, ¿verdad?
—No, no señor. No, no. Lo siento —, dijo Harry suplicando, deseando, deseando desesperadamente, que tío Will pasara por alto su falta.
—Conoces tu lugar, muchacho. Parece que lo estás olvidando últimamente. ¿Es porque los vecinos sienten lástima por ti y te dan sus sobras? ¿Es eso? Necesitas que te lo recuerden. ¡Mírame cuando te estoy hablando! —Rugió Will mientras tomaba a Harry por los hombros y lo sacudía bruscamente.
Cerró los ojos con fuerza, deseando poder volar o desaparecer. —Lo siento, lo siento, lo siento—, dijo Harry una y otra vez mientras las lágrimas resbalaban de sus ojos cerrados.
—Todavía no, pero lo harás, —susurró Will.
Harry soltó un sollozo estremecedor y cerró los ojos aún más.
Louis se levantó, se lavó y salió por la puerta a la mañana siguiente en tiempo récord. Trepó a su patio trasero y se sintió aliviado al ver que su pueblo mágico no se había derrumbado en el transcurso de la noche. Puso más caballeros en el suelo y creó una princesa con una pequeña piedra, cordeles y hojas mientras esperaba a Harry.
El sol se movió un poco más alto en el cielo y Harry todavía no había llegado. Louis construyó algunas casas de piedra y fortificó el castillo mientras esperaba. Harry aun no llegaba. Louis se movió nerviosamente, preguntándose por qué su amigo no había ido a jugar. Suspiró y decidió ir a la puerta de los Brown y preguntar por Harry. ¿Tal vez lo había olvidado?
Louis caminó hacia la puerta y llamó. Unos momentos más tarde, la tía de Harry atendió la puerta.
—Harry no puede jugar hoy —, dijo bruscamente, mirando hacia la calle.
—¿Por qué?— Preguntó Louis, lleno de la impetuosidad de la juventud.
Rose se sobresaltó por la pregunta. Ella miró hacia la cara seria de Louis y suspiró. —Está enfermo. Te ha dicho sobre su enfermedad, ¿cierto?— preguntó con un toque de desesperación en su voz.
—Sí, señora. ¿Puedo ir a su habitación entonces? Le prometí que jugaría con él, incluso si estuviera enfermo.
—Er, no, está durmiendo. Probablemente no querrá visitas durante unos días.
—¿Va a estar bien? ¿Qué hay de la cena? ¿De su fiesta sorpresa?.
—¿De qué estás hablando, muchacho?.
—La cena de esta noche. ¿No es por el cumpleaños de James y Harry?.
Rose palideció. —¿Es eso lo que el chi-Harry te dijo? —Preguntó con los dientes apretados.
Sin darse cuenta de la actitud de Rose, Louis negó con la cabeza. —Sólo lo supuse, sé que pronto será su cumpleaños.
Rose se relajó un poco. —No, la cena no es para el cumpleaños de Harry. Sólo para James —.Rose dudó. —¿Por qué no juegas con James hoy, Louis? Creo que Harry no podrá jugar por unos días.
Louis suspiró. Realmente no quería jugar con James. A él no le agradaba James. Pero, tal vez James podría hablarle más sobre Harry. —Claro—, dijo.
Rose sonrió. —¡Maravilloso! Él ya estará listo—, dijo mientras cerraba la puerta y gritaba a "James".
Jugar con James fue horrible, decidió Louis. Había destruido su aldea mágica unos momentos después de haberla visto, se negó a buscar tesoros o a espiar a los gatos de la Sra. Figg, y le había exigido a su madre bocadillos.
—Entonces, ¿cómo es vivir con Harry? —Preguntó Louis, esperando salvar la tarde.
James le lanzó una mirada asesina mientras tomaba otro gran bocado de su sándwich. El tercero. —¿Por qué te preocupas por él? —, murmuró entre bocado y bocado.
—Es mi amigo —, dijo Louis, encontrando a James terriblemente grosero y corriente.
James se encogió de hombros. —Está un poco loco —, dijo, como si eso lo explicara todo. —¿No tienes nada divertido por aquí? ¿Tienes una consola de videojuegos?.
—Er, no —, dijo Louis.
James resopló. —No tan lujoso entonces, ¿verdad? Tengo dos consolas, una computadora y montones de juegos —, dijo James como si fueran cosas impresionantes. Louis no estaba impresionado.
—¿Por qué querrías pasar todo el día jugando juegos de computadora cuando podrías estar afuera explorando?— Preguntó Louis, su nariz se arrugó con disgusto cuando un trozo de mayonesa del sándwich de James aterrizó en el borde de la mesa de la cocina.
James resopló y dijo algo que sonó como, —Eres un fenómeno, como él.
Jay entró a la cocina, lista para despedir a James Brown . Era ruidoso, desconsiderado y odioso. Jay no entendía cómo él y Harry podían pertenecer a la misma familia. —¿James? Creo que es hora de que te vayas a casa a prepararte para la cena.
James se encogió de hombros, dejó lo que quedaba de su sándwich en la mesa y se levantó sin despedirse. Cuando se fue, Louis preguntó: —¿Tenemos que ir esta noche? Harry no estará allí y no voy a sentarme al lado de esa ballena.
—Louis, —advirtió Jay, aunque le resultó difícil agregar algo más después de eso. —Vamos, amor, preparémonos para la cena. Es una noche, y tal vez puedas subir sigilosamente y visitar a Harry por un momento. Apuesto a que le gustaría eso.
El rostro de Louis se iluminó. —Está bien—, dijo mientras corría a su habitación para cambiarse.
Exactamente a las siete, sonó el timbre de los Brown. Como practicado, James abrió la puerta y sonrió a la Sra. Tomlinson con obvia falsedad—. Buenas noches, señora Tomlinson—. Sus pequeños ojos de cerdito se posaron en los regalos brillantemente envueltos—. ¿Puedo tomar esos por usted? —preguntó.
—Gracias, James —, dijo Jay con una sonrisa complaciente. Las apariencias lo eran todo. Ella sabía cómo se jugaban esos juegos—. Este —, dijo señalando el más grande de los dos paquetes,— es para Harry. Tengo entendido que su cumpleaños será pronto
Rose intervino cuando vio la expresión asesina en el rostro de su hijo ante la idea de que Harry recibiera un regalo más grande. —Muchas gracias, Jay. Estoy segura de que Harry disfrutará abrir esto cuando se sienta mejor.
—Sí, Louis mencionó que estaba enfermo. Pobre. ¿Cómo se está sintiendo?.
Rose y Will intercambiaron miradas. —Mejor. Pero hemos pasado por esto varias veces. Pasarán algunos días antes de que pueda volver a jugar.
Jay vaciló un momento antes de volverse hacia Louis. —Conoces a Louis, por supuesto.
—Hola —, dijo Louis, mostrando la encantadora y pequeña sonrisa que había aprendido de su madre.
—Bueno, ¿deberíamos? —dijo Rose, mientras señalaba hacia la sala de estar.
Después de que todos se establecieron, el tema una vez más se dirigió a Harry. Para disgusto de los Brown.
—Harry nos dijo que se enferma a menudo. Yo, bueno yo, no quiero ser entrometida, pero ¿qué ocurre exactamente con él? —Preguntó Jay, queriendo llegar al fondo de aquel pequeño misterio llamado Harry Styles.
—Supresión del sistema inmune —, dijo Rose con fuerza. —Nació prematuramente. Su madre se negó a amamantar —, Rose olfateó. —¿Y cuál fue el resultado? Una pequeña cosita enfermiza.
Jay abrió la boca y se sonrojó avergonzada. —Me disculpo, no quise inmiscuirme.
—No, no —, dijo Rose, su mirada se suavizó. —Soy yo quién debería disculparse. Perdóname, Jay. Es un tema difícil. Uno que causa mucho dolor a nuestra familia, especialmente a Harry. Realmente no le gusta hablar sobre eso. Quiere ser visto como alguien normal —, dijo Rose vigorosamente.
—Por supuesto —, dijo Jay, observando las expresiones de dolor en los rostros de los Brown. Por supuesto, ella confundió sus expresiones con preocupación en lugar de lo que realmente eran. —Bueno, ciertamente no le preguntaremos a Harry sobre eso, ¿verdad, Louis?— Preguntó Jay.
Louis asintió. No quería decir nada que hiciera sentir incómodo o tímido a Harry. No le gustaba sentirse incómodo.
La conversación pasó a asuntos mucho más agradables. Los adultos charlaron durante un buen rato sobre cosas intrascendentes mientras James miraba el paquete envuelto con su nombre. Louis soñó despierto que él y Harry eran caballeros que luchaban en una batalla épica contra el malvado rey, Jamedly Brownes. Un temporizador sonó en la cocina.
—Oh, ese es el asado—, dijo Rose.
—Déjame ayudarte —, dijo Jay. Se giró y le guiñó un ojo a Louis. —Louis, ¿por qué no usas el baño antes de la cena?. Todavía tenemos unos minutos. ¿Verdad, Rose?
—Sí, por supuesto —, respondió Rose. —El baño está subiendo las escaleras hacia la derecha.
Louis asintió y le dio las gracias a Rose antes de subir por las escaleras. Cuando estuvo seguro de que todos habían emigrado a la cocina, comenzó a explorar—. Harry —, susurró en el pasillo—. ¿Harry? ¿Dónde estás? —Ninguna respuesta. Louis suspiró y comenzó a abrir todas las puertas. Los primeros tres fueron dos dormitorios y el baño. Se burló de la pocilga que era la habitación de James. Otra puerta conducía a un armario de ropa blanca, y otra conducía a un dormitorio estéril y poco usado que Louis supuso que era para invitados. Eso dejó una puerta al final del pasillo. Cuando lo abrió, escuchó un suave jadeo. —¿Harry? ¿Eres tú?.
—¿Louis? ¿Qué estás haciendo aquí? —Harry susurró.
Louis entró en la habitación oscura, momentáneamente cegado. Buscó a tientas un interruptor de luz en la pared.
—¡No lo hagas! —Harry gritó. —Er, la luz me lastima los ojos.
—Está bien —, dijo Louis, avanzando a tientas por la pared. Oyó el leve crujido de las sábanas y se topó con lo que parecía la cama. Sus manos extendidas tocaron la pared. —Ug, es una habitación muy pequeña, Harry. ¿Y dónde está tu ventana?
Harry se movió sobre la cama y suspiró. —No me gustan las ventanas —, mintió, —y pensé que esta era una habitación pequeña y ordenada. Umm ... es como nuestra tienda de campaña, ¿sabes?.
Louis sonrió, aunque Harry no podía verlo. —Brillante —, dijo antes de desplomarse al pie de la cama. —¿Está bien que me siente aquí? —preguntó.
—Sí, está bien —, dijo Harry en voz baja.
—Entonces, ¿qué pasa contigo? —Louis preguntó.
Las sábanas susurraron nuevamente. —Yo... me enfermo, como dije.
Louis se mordió el labio, recordando la promesa que acababa de hacerle a su madre y a los Brown, deseando desesperadamente romperla. —Tu tía dijo que pasarán unos días antes de que puedas volver a jugar.
—Hmm —, dijo Harry. —Sí, normalmente me toma algunos días recuperarme.
—Ella dijo que estabas durmiendo todo el día.
Harry vaciló. —Hmm —, dijo de nuevo.
—¿Estás cansado ahora? —Louis preguntó, esperando que la respuesta fuera no. Él realmente no quería tener que volver a bajar las escaleras.
—Sí, más o menos —, murmuró Harry, no muy cansado, pero no estaba de humor para ningún castigo adicional si encontraban a Louis en su habitación.
El silencio se posó entre los dos amigos.
—¡Te trajimos un regalo de cumpleaños! —Dijo Louis, recordando el paquete brillantemente envuelto abajo.
—¿Lo hicieron? ¿De verdad? ... Gracias.
—Son botes, crayones de jabón y otras cosas divertidas para el baño —, espetó Louis. No podía verlo, pero Harry sonrió.
—Perfecto —, dijo Harry, sabiendo que nunca vería los botes ni ninguna de las otras cosas. Pero, era suficiente que Louis hubiera pensado en eso; que hubiera pensado en él.
—Sé que no puedes jugar ni nada, pero ¿hay algo que podamos hacer que sea divertido? Antes de que tenga que volver a bajar, quiero decir —, preguntó Louis.
Las sábanas crujieron y Louis pudo ver que Harry yacía completamente tumbado. —Cuéntame una historia —, pidió Harry, sabiendo que esa era la actividad favorita de Louis. Y, esa noche, un cuento de hadas era justo lo que él necesitaba.
Louis decidió contar el mejor cuento de hadas que se le ocurrió, cualquier cosa para que Harry se sintiera mejor. —Bueno, ¿alguna vez te hablé sobre el viejo Sr. Culpepper?"
—No, no lo hiciste.
—Bueno —, comenzó Louis —él solía vivir en esta misma casa, ya ves. Era un pirata disfrazado. Siempre deambulaba por el patio, cavando agujeros en todo momento del día y de la noche. Recibía paquetes extraños por correo. Bueno, un día, Sr. Culpepper... —y Louis continuó contando su historia hasta que estuvo seguro de que Harry se había quedado dormido.

The Little Pirate & The Lion |L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora