Una alarma que no se detiene.

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Ike miró a su hermano mayor, siempre que iba a donde Cartman por alguna razón llegaba cansado. Por mucho que admirara a Eric, sabía que le ponía a hacer trabajo pesado a su hermano, tanto así que apenas podía mantenerse despierto para ir a trabajar. Kenny parecía ignorar a posta esto, fingiendo estar demasiado ocupado como para atenderlo.

A decir verdad, Ike se sentía como un estorbo para todos ellos, incluso para Karen, quién en vez de cuidarlo seguramente quería pasar tiempo con sus amigas, nunca las invitaba a la casa, aunque lo tenían prohibido. Él también se sentía incluso avergonzado de siquiera pensar en invitarlos por las condiciones en las que vivían, aunque el niño gótico no parecía darle mucha importancia a las apariencias.

—Ike, ¿tuviste un día pesado en la escuela? —preguntó Kyle, acariciando su cabeza. A ojos del canadiense su hermano lucía como el mismo chico de siempre, por mucho que los demás dijeran que ahora daba miedo. ¿Cómo podría dar miedo el tipo que lo acobijaba cada noche? El que, a pesar de estar con mil pendientes y cientos de trabajos, venía corriendo si algo le pasaba. Por mucho que Kyle no pudiera cumplir las promesas más sencillas, Ike sabía a su corta edad que Kyle estaba más en las malas que en las buenas.

—No. —sonrió, tranquilizándolo. —Me divertí mucho.

Sabía que a Kyle le hacía bien escuchar eso, saber que nadie lo molestaba, y era verdad, estar con el niño gótico traía sus ventajas.

—Me alegra escuchar eso, iré a trabajar ahora, ayuda a Karen en lo que te pida.

—Bien.

Ike apretó los labios en cuanto vio a los más grandes marcharse a su respectivo trabajo. Karen estaba estudiando, por lo que no notó cuando el niño metió treinta dólares en el lugar donde guardaban el dinero.

— ¿Ike? —llamó Karen, asomándose.

— ¡Estoy en el baño!

—.—.—.—.—

—Parece que Cartman te chupó todo, ¿no? —se rio Kenny. Kyle le dio un golpe en la cabeza.

—No hicimos nada de lo que te estás imaginando. —contestó Kyle. Y eso había sido bueno porque de lo contrario se habría percatado de las marcas que el idiota de Craig le había dejado. — El imbécil está enojado conmigo, así que me puso a cavar un hoyo en su jardín.

— ¿Va a plantar un árbol?

—No. Lo terminé de hacer y me ordenó que volviera a rellenarlo con la misma tierra que saqué. —reprochó Kyle, sintiendo que el enojo volvía a crecer dentro de él.

—Debió ser duro. —Kenny le dio unas palmaditas en la espalda, consolándolo. — ¿Se enteró que trabajarías con Stan o que irías con Craig?

— ¡No! —replicó de inmediato. Luego hizo una señal de que se mantuviera callado; los oídos podían estar por cualquier parte. —Y por nuestro bien más nos vale que no se entere.

—A veces pienso que él solo lo está haciendo para torturarte, no creo que diga nada. —Kenny se encogió de hombros, dudoso. —Pero siendo él no puedo afirmar nada.

—Yo tampoco, así que sigámosle el juego hasta que termine.

Antes de entrar al bar Kyle notó que algo se movía detrás del bote de basura, sin embargo, cuando fue a percatarse de que era, no encontró nada.

— ¿Qué haces? Tenemos que apurarnos. —llamó Kenny desde adentro.

—Pensé que había un perro, es todo. —comentó Kyle. —Ya sabes que los borrachos no suelen ser buenos con los animales.

¿Por qué lo llaman amor cuando se llama sexo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora