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Jisung.

Mi corazón late con fuerza, mi cuerpo está caliente, mi excitación es demasiada que no puedo pensar con claridad, ¿Cómo termine así? Hace un par de días que acepté ser su acompañante y hoy ya me tiene contra una ventana casi follándome.

No puedo creer que perdí todo el control que tenía sobre la situación, era intocable para él, no podía siquiera mirarme demasiado y ahora.

Mierda, sus manos se sienten tan bien sobre mi pene, sabe cómo tocarme, odio admitir que me gusta, odio admitir que detesto el trabajo de Lee Minho, pero que él me encanta. Dios, sus manos, envuelven mi pene por completo, sus caderas me embisten y comienzo a odiar sus pantalones, quiero... quiero más, quiero sentirlo, su piel contra la mía.

—Minho, —digo suplicando, pero no sé si quiero que se detenga o que siga y termine con esta tortura.

—Eres hermoso Jisung, —susurra en mi oído izquierdo y empuja sus caderas contra mi trasero, sus labios siguen la curva de mi cuello y me rindo ante su toque, la sensación es lo mejor que he vivido, sus manos aceleran el movimiento sobre mi pene y mis suspiros le dice cuanto me gusta, mi cuerpo tembló en sus brazos y me corrí cuando mordió mi cuello. Esa punzada de dolor y placer que me hizo gemir silencioso, y retorcerme buscando su calor.

Que vergüenza, no puedo creer que caí tan bajo y terminé enredándome con el señor Lee.

Mantengo mis ojos cerrados, me siento cansado, mi orgasmo se siente aún en mi piel, y él no deja de tocar mi pene. Se siente bien que me sostenga en sus brazos.

—Señor Lee... —susurro despacio, no quiero mirar su cara de satisfacción. —Deje de tocarme, por favor.

—No quiero, —responde con ese tono infantil que me causa gracia.

Sus manos se mueven de nuevo sobre mí, suben por mis costados, aprieta mis caderas y me presiona contra su entrepierna.

Me gusta sentirlo cerca.

Entre suspiros guardé mi pene en mi pantalón, pero él no deja de sujetarme.

—Señor Lee, debo ir con Beomgyu, —digo de nuevo tratando de hacer que me deje en paz.

Me da la vuelta y me abraza por la cintura, su entrepierna está dura, puedo sentirla, pero él se contiene, supongo que no quiere obligarme a algo tan íntimo como tener sexo, aunque no se quedaría con las ganas de tocarme.

En su defensa, sabía perfecto que me gustaban sus toques, y yo tampoco me negué firmemente, no quiero defenderlo, pero me parece todo un caballero.

Su rostro está cerca del mío, mueve su cabeza buscando mi cuello y descansa allí un momento antes de besarme la mejilla.

¿Por qué es tan cálido y suave conmigo?

Si fuera solo el deseo de follarme, lo hubiera hecho hace tiempo para sacarme de su mente, pero no es así, le gusta sentirme cerca y debo aceptar que me siento igual, aunque mi razón dice que me tengo que alejar porque nada bueno pasará si me enamoró de él, el señor Lee es bueno conmigo.

—Había soñado tantas veces con tenerte de esta así, —susurra lento, —pero pensaba que de alguna forma me odiabas y ahora no sé qué pensar.

Al menos no es tan ignorante de mis sentimientos por él, lo odio por ser lo que es, por decidir quedarse en esta línea de herencia manchada de sangre, pero también me gusta y lo admiró porqué como padre y amante es leal y honesto.

—¿Me odias? —pregunta buscando mi mirada, cuando por fin la encuentra su nariz rosa con la mía.

—Sería mejor no responder señor.

❥ Fatal Love. ¹°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora