Rabbit Hole

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—Mierda —Descolgué el aviso de tablón. En mis manos tenía un informe. Uno que no había visto hacía mucho tiempo y eso era una muy mala señal.

Leí rápidamente, pero unos pasos a mis espaldas me detuvieron. Veloz como un rayo, me oculté detrás de una columna. Rezaba porque no se me viera la capa —¿Escuchaste algo? —Dijo una voz grave. El primer pensamiento que se me vino a la cabeza fue el de "no debería de haber venido" —Sí... —Respondió un segundo —Pero debe de ser una paloma, ya no escucho nada —Escuché como se alejaron unos pocos metros. Pero tenía un problema. La salida estaba por allí.

Miré a mi alrededor. Mi vista se fijó en una ventana a pocos metros a mi izquierda. Más abajo, unas cajas con utilería podrían usarse como escaleras.

En el pasillo de la derecha estaban los guardias. Yo estaba escondida justo en la esquina. Tendría que actuar rápido para que no me vieran.

Sigilosamente caminé unos pasos hacia adelante, sin llegar a la pared de la ventana. Miré detrás y pude ver las botas de un guardia. Pero ellos podían verme casi completamente.

Al confirmar que estaban de espaldas, me puse en acción. Doblé el aviso y lo puse dentro de mi capa. Me subí la caperuza para que no se me viera el rostro y me dispuse a trepar las cajas.

Eran cuatro las que tenía que subir. Cuando estuve en la tercera, un estruendo metálico y agudo se escuchó por todo el lugar —¿¡Quién está ahí!? —Sin querer, había tirado una espada apoyada en la caja de abajo —¡Allí está! —Sentí ambas miradas clavadas en mi espalda. Sin un segundo que perder subí hasta la cuarta y empujé la cerradura. No se habría.

—¡Rápido! —Los dos vinieron corriendo y desesperadamente intenté de nuevo abrir la abertura. Golpeé dos veces pero nada. A la tercera ya tenía uno detrás de mí.

Sentí como un filo de una navaja se apoyaba en mi cuello —Manos arriba —Las subí y me dijo que no me moviera. Estaba a espaldas de él —Date vuelta —Lo hice pero bajando la mirada. La cuchilla apuntaba a mi garganta.

El otro guardia estaba una caja más abajo. Casi pegado a la pared, vi como sacaba una cuerda. Probablemente sería para atarme. Empecé a buscar una alternativa.

—Baja de aquí y ve con él —Al ver que no reaccionaba, me gritó las mismas palabras —Muévete carajo —Dijo el otro.

De un momento a otro, me defendí. Pateé al que estaba enfrente mío y cayó de bruces al suelo, la navaja salió disparada por el piso. No alcance a arrebatársela como había deseado. Al instante el otro subió y vi como sacaba otra cuchilla y me amenazaba —¡Desgraciado de mierda!

Sonreí y esperé una milésima a que estuviera más cerca de mí. Tomé su muñeca en la que llevaba el arma y la detuve. Levanté mi pierna derecha y le pegué en el pecho dejándolo sin aire. Se resistió y vino contra mí de nuevo jadeante.

Se zafó de mi agarre y el arma otra vez quedó a su disposición. Se abalanzó con ella y me moví. Se fue de largo y cayó sobre mi apoyo y de un momento a otro, por la inercia, las cajas apiladas se desequilibraron.

En cámara lenta y antes de que se pudiera parar, las cajas se fueron a la mierda. De un momento él estaba tirado en el suelo y yo agarrada a la ventana.

Mis latidos iban a mil y mi respiración se entrecortaba. Miré hacia abajo y tendría unos cinco metros de altura, pero ese no era el problema. Dentro de las cajas, un montón de armas afiladas quedaron libres. Obviamente si caía, además de retorcerme en el suelo, tendría algo clavado en mi pierna.

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